JULI (Y EL CORNUDO DE TETAS) • ANEXO: FAIR PLAY
(VERSIÓN 1.0-CRUDO)
Por Rebelde Buey
IMPORTANTE: Este Anexo trae una nueva historia anclada en la mini serie JULI (Y EL CORNUDO DE TETAS), que podés encontrar completa en este mismo blog. Recomiendo leer primero la mini serie para un disfrute pleno.
La primera vez que le permití a mi Mateo cogerme las tetas se puso eufórico y excitado como un adolescente. Es que teniendo yo estos pechos, desde el primer día fantaseó hacerme una turca y a mí rara vez me entusiasmaba la idea. No por puritana, ya me conocen, pero eso siempre me pareció medio de pajero, lo de frotarse la pija entre las tetas; no sé por qué, pues no hay razón, era solo que no me calentaba, más bien me daba un poquito de cringe. Una tontería mía.
Hasta que me lo empezó a pedir Bencina.
Por alguna razón, dejarle hacer a Bencina lo que por derecho le negaba a mi marido, me morboseó mucho. Para cuando el pobre Mateo, contento como un nene en Reyes, accedió a mis tetas para cogérmelas, Bencina y un puñado de desconocidos ya me las venían usando desde hacía un par de meses.
Si recuerdan, Bencina, Wate y Adrián me habían amenazado con hacerlo en los primeros tiempos, en el parque donde comíamos asado después de sus partidos de fútbol. Y me había negado, por supuesto. Una cosa era dejarme manosear lascivamente por todos mientras mi marido iba al auto, y otra que alguien pelara su pija para cogerme las tetas. Luego, cuando comencé a ir semanalmente al departamento de Bencina, se me complicó bastante mantenerlos a raya.
Hasta el día de la fiesta.
Bueno, en realidad no era una fiesta. Era la entrega de premios, copa y menciones del campeonatito que jugaban mi marido y sus amigos. Se hacía en el salón de un club importante de tercera división oficial —como para darle algo de categoría— pero no dejaba de ser un evento mínimo de un campeonato amateur; ya saben: un salón lleno de sillas, un pequeñísimo escenario con tarima, y el organizador con un micrófono y todos los que serían premiados. Pocas mujeres. Algunas familias. Y muchos sandwichitos de miga.
La cosa comenzó con Mateo un par de horas antes, todavía en casa y a punto de salir, con la negociación sobre mi ropa. Yo quería ir medio putona y a tono con la temática futbolera. Pretendía que sus compañeros de fútbol —no solo Bencina, Wate y Adrián— se dieran cuenta de lo cogible que era. Además, sabía que iba a estar lleno de tipos y, no me pregunten por qué, quería sentirme deseada por todos. Ojo, no piensen mal, no me los quería coger. No piensan que porque una se viste sexy quiere una pija adentro. La mayoría de las veces solo quiere la erección, como prueba de su vigencia como hembra.
—Mi amor, no podés ir vestida así… Es una cena, y va a haber una premiación.
Me había puesto un pantaloncito ultra corto que me marcara la cola y una camiseta del equipo de ellos bien apretada, que me hiciera explotar las tetas. La verdad, estaba impactante, aunque también era cierto que había exagerado.
—¡Estoy re linda! ¡Quiero ir re linda con vos!
—Pero no tiene un pedo que ver, Juli. No te digo que es una gala, pero ponete aunque sea un vestido, no sé, algo más ceremonial.
—Las mujeres no van a ir de vestido largo.
—Casi no van mujeres, amor. Pero en serio no podés ir así, vas a quedar ridícula.
Le puse cara de culo por decirme ridícula. Así que aproveché la manipulación que le hice y me puse algo más sexy de lo que él solía aceptarme para andar en la calle: un conjunto de falda y top rosa viejo satinado, bien ajustada, que me marcada cada curva como si la llevara dibujada, y con una pechera que era prácticamente un corpiño: me dejaba la pancita libre y me hacía un escote como para que los hombres giraran a verme. Mateo lanzó una oposición débil, que se terminó de derrumbar cuando le hice creer que me vestía así por él, y que al regreso yo le iba a dar mi propio premio. Mateo manejó al palo todo el trayecto hasta el club.
¿Qué por qué me vestí con eso? Fue porque me enteré que también iba a ir Bencina.
—¡Juli no podés estar tan perra, hija de puta! ¡Estás para cogerte así con ropa y todo! —me dijo Bencina con una lujuria contenida desde sus tripas. Wate iba a su lado.
Estábamos en la fiesta y habían aprovechado un descuido de mi marido, que fue a buscar unos sandwichitos, para hablarme con impunidad.
—Chicos, no empiecen —les dije sonriendo—. Que está Mateo por ahí...
—Vamos al baño… Te quiero chupar las tetas.
Me reí.
—No seas desubicado.
El club era de esos de los años 70. Un salón rectangular, muy grande y muy iluminado, con pisos de baldozones de canto rodado pulido y guardas de madera en las paredes. La música sonaba flaca, era una canción italiana que había sido representativa de algún mundial.
—Te viniste sin corpiño, turra… ¡Mira los globos que tenés!
—Y la pollera esa te hace un culazo bárbaro, Juli, dan ganas de rompértelo.
—Chicos, basta no se den máquina que no podemos hacer nada. Además, esto está lleno de gente.
Era absolutamente cierto. El salón estaba repleto de hombres —y algunas mujeres y unos cuantos niños— que andaban por todos lados ubicándose en sus asientos, en la mesa de los snacks pidiendo algo, en los baños, en los alrededores, en el patio de atrás... Nunca podrían ponerme una mano encima sin que alguien no nos viera.
—Cuando empiece la entrega de premios, Juli... —profetizó Bencina, sonriéndome misteriosamente—. ¡Cómo te voy a chupar esas gomas...!
—¿De qué hablás? Déjense de joder...
Se alejaron riendo. Ni escucharon mi negativa ni mis quejas.
Volví con Mateo, que se había sentado no muy cerca del escenario, en una de las tantas hileras de sillas que ya se iban llenando. Me miraba con cara de pajero. Me di cuenta que a pesar de haberme dicho que vestía algo provocativa, gozaba de verme y tenerme a su lado en este evento. De lucirme ante los otros. Nos quedamos juntos, charlando y disfrutando del momento. Mateo me acariciaba los muslos mientras me hablaba. ¡Esta noche le iba a dejarme hacer lo que quisiera!
—Estás hermosa, mi amor —me dijo, y me besó—. ¡Sos mi orgullo!
Qué lindo hombre me había dado la vida. Cómo lo amaba. Me pregunté qué sucedería en la entrega de premios, para que Bencina estuviera tan seguro de que me iba a chupar las tetas. Bueno, no importaba. Lo que sí importaba era cómo amaba a mí Mateo hermoso.
Todo el mundo se apelotonó en el salón cuando bajaron las luces y comenzó la ceremonia. El organizador —un tipo joven y muy buen mozo, pura sonrisa y energía, que me recibió con un ramo de rosas cuando llegamos, y que prácticamente me cogió con la mirada delante de mi marido [NOTA: Déjenme saber en los comentarios si quieren que escriba la guampeada con el presentador, esa misma noche porque, aunque breve, la hubo]— apareció, micrófono en mano y escupiendo unos chistes rápidos y gastados. El equipo de Mateo no había salido campeón ni subcampeón, y no tenía al goleador del campeonato ni al mejor jugador. Pero les habían dicho que fueran porque podía haber una sorpresa.
Un rato después y con un par de premios menores y aplausos dados, vi a Bencina en un costado, que me cabeceó en cuanto miré en su dirección.
—Mi amor —le dije a Mateo—, voy a buscar algo de tomar, estoy muerta de sed. ¿Qué te traigo?
Como me incliné sobre él para salir, me dijo:
—Tráeme a estas dos, nomás —refiriéndose a mis tetas.
—Éstas siempre vuelven con vos, son de tu propiedad.
Le sonreí con cara de puta, dejé mi ramo de rosas sobre mi silla y me fui para atrás.
Evidentemente, Bencina sabía de lo que hablaba porque no había quedado nadie en ningún lado. Solo el muchacho encargado de las bebidas, que nos miró atónitos cuando Bencina y Wate me tomaron de ambas manos y me llevaron al patiecito del fondo.
Bah, no sé si eso era un patio. Era un rectángulo de dos metros por dos metros y medio donde había unas escaleras plegables, rollos de cable, una pila de cerámicos y cosas así. No había techo, el cielo era abierto y lleno de estrellas, y la poca luz que llegaba venía de una luna creciente, casi llena.
—Te dije que te iba a chupar las tetas, Juli…
Bencina me apoyó sobre una pared y comenzó a meterme mano por todos lados: por las tetas, por la concha y por el culo. Wate se quedó en la entrada, a un paso, vigilando.
—Te mentí —agregó.
Estaba loco si pretendía cogerme ahí, con mi marido a quince metros.
—Tengo que volver, Bencina. Esto es muy arriesgado.
No me escuchó. Me levantó el top y lo llevó detrás de mi cabeza, y mis pechos le quedaron en oferta. Se zambulló en ellos, desesperado. Me los tomaba con una mano y con la boca buscaba mis pezones. Yo estaba que volaba. Pronto me los amasaba con ambas manos, y la boca iba de un pecho al otro.
Desde el salón venía el sonido de los aplausos.
—¡A la mierda con todo! —dijo Bencina, y me agachó aplastándome desde la cabeza hasta que quedé de cuclillas. Se desabrochó el cinturón y se abrió el jean. Sacó su verga regordeta que ya estaba por completo al palo.
—Bencina, estás loco. No te la voy a chupar.
Por los parlantes se escuchaba al presentador: “Y ahora un premio muy especial...”
—No quiero que me la chupes, Juli... Levantate un poquito, estás muy abajo...
Me puso la pija a la altura de las tetas y me acomodó para que le queden por encima de la pija, para cogérmelas desde abajo. Inmediatamente recordé la cantidad de veces que se lo había negado a mi marido, diciendo que eso era de pajeros. Me mojé del morbo.
—No podemos hacerle esto a Mateo... —dije, mirando a Bencina a los ojos y con mi mejor carita de nena buena.
“...un premio a la virtud, a la nobleza, al compañerismo..."
Bencina se aceitó la verga con su propia saliva y empezó a clavarme entre las dos tetotas, bien desde abajo. Sentí la punta avanzar, hacerse camino hasta que, un poco por la pérdida de saliva, un poco porque mis tetas se juntaban, la pija se fue frenando. Bencina la retiró y se volvió a ensalivar. Parecía excesivo, pero en verdad mis tetotas son bien redondas y llenas, llegar arriba y sostenerse no era imposible pero tampoco una pavada. Por suerte los nervios y la excitación me hacían sudar, y en la segunda estocada la verga fue a fondo.
—Oh, por Dios, Juli....
“...a esa caballerosidad deportiva, un reconocimiento a la valentía de jugar limpio, sin buscar la ventaja, sin pretender eso que no le corresponde…"
Con la verga enterrada hasta los huevos entre mis tetas, Bencina me agarró los pechos. Uno con cada mano. Me los tomó fuerte, con ganas, y los apretó no solo para saciarse el deseo sino muy especialmente para juntármelas y sostenerse la pija.
—Oh, sííí… —jadeé.
—Pedazo de puta, Desde que te conocí quise cogerte las tetas…
Y me las seguía bombeando. La punta de la verga se asomaba por arriba con cada embestida, y cuando yo bajaba el rostro para ver, el glande me daba en la barbilla. Hubiese preferido que su pija no me tocara el rostro, pero para qué mentirles, ese roce me calentaba más que todo lo demás.
Pensé en Mateo. Las pocas veces que me había hecho una turca, su pija —de tamaño normal tirando a chico— se perdía entre mis tetas y no tenía forma de salir por arriba.
—Te estoy cogiendo, Juli. Es como si te estuviera cogiendo.
De verdad era lo mismo. Se veía y supongo para él se sentía muy parecido. Yo comencé a excitarme de una manera nueva. Me calentaba su desesperación, su disfrute, el goce que usufructuaba a partir de mi carne.
"...entonces el premio fair play al juego limpio de este campeonato es para..."
—¡Cogeme! ¡Cogeme las tetas, Bencina! ¡Dale, que al cornudo no lo dejo!
"...Mateo Imbrogliato, del equipo Los Chacales… Un aplauso..."
Las manos de Bencina me agarraban las tetas con toda la palma y los dedos abiertos, para llenarse más. La tetina del pezón sobresalía de entre falange y falange, roja, gomosa, dura como el caucho de un neumático. Me seguía bombeando con violencia y mientras un aplauso cerrado llegaba hasta nosotros, le tomé los testículos desde abajo, haciendo copa. Bencina largó un bufido animal.
—No, hija de puta, que me vas a hacer saltar la leche.
Me excité más. El glande se asomaba por la naciente de mis pechos como un pistón, y abrí la boca. Bencina, con mi caricia en sus huevos, tiró la cabeza hacia atrás y sintió cómo tragué su glande y se lo mamé cada vez que su verga sobresalía entre mis pechos.
Los aplausos se apagaron y se escuchó un acople de micrófono. Y la voz de Mateo.
"Hola, muy buenas noches..."
Yo seguía tomándole los huevos a Bencina y mamando pija de otro.
—¡Hija de puta, me viene...!
"Bueno, qué sorpresa... No sabía que me iba a tocar un premio… Ahora entiendo por qué tanta insistencia en que yo venga..."
Bencina me empezó a retorcer los pezones mientras aceleraba la cogida.
—¡Ahí te va, puta! ¡¡Ahí te suelto la leche para el cornudo de tu marido!! ¡¡Aaahhhhhh…!!
"Quiero mandar un saludito muy especial a mi mujer... Debe estar ahí entre la gente... No la veo porque me dan las luces..."
—¡Dámela! ¡Dámela, Bencina! ¡¡Dámela todaaa!!
Sentí la tensión en su pija, el bombeo que se detuvo apenas un pulso, y la leche comenzó a salir a escupitajos.
—¡¡¡Ahhhhhhhhhhh…!!!
—¡Sí, Bencina, llename las tetas de leche!
"Mi amor, esto es para vos..."
—¡¡Y esto es para vos, pedazo de cornudoaaaaahhhh…!!
Sentí la tibieza primero entre mis pechos, pero como el bombeo era violento y la pija de Bencina se asomaba con cada clavada, el segundo lechazo me dio en pleno rostro.
"Te amo, mi vida..."
—¡Puta! ¡Puta! ¡Puta! ¡¡Aaahhhh…!!
"Por ahí también deben andar mis compañeros. Bencina y Wate... Amigos, esto lo comparto con ustedes..."
—¡A tu mujer nos compartís, cuernazo!
No sé por qué tanta saña con mi marido, me consta que se llevan bien y Bencina lo estima mucho. Pero con mis tetas, el animal que llevaba dentro lo poseía.
Wate se impacientó.
—Dale, boludo, que yo también le quiero coger las tetas.
—Le estoy acabando, Wate. Bancame que me vacíe bien y te dejo.
Tenía los pechos enchastrados y pegoteados, y Bencina seguía volcando los últimos chorritos, casi como un goteo. ¿Cómo iba a regresar así con Mateo?
Bencina me pinceló las tetas con la pija, desparramándome todo su semen por los pezones parados y por la cara.
—Denme algo para limpiarme, no puedo volver así toda enlechada.
—Salí, Bencina, me toca a mí.
—No, Wate, no hay tiempo. Tengo que volver.
Me puso la pija entre las tetas y sin ningún preámbulo empezó a cogérmelas.
—Te acabo al toque, Juli, es un minuto... ¡Qué buenas gomas...! Uhhh...
Era como si ya me viniera cogiendo desde antes de agarrarme. Comenzó a gemir enseguida, a amasarme los pechos y retorcerme los pezones, y a clavarme y a clavarme y a clavarme.
Y me soltó la leche.
—¡¡¡Aaaaaaahhhhhhhhh…!! ¡¡Hermosa putaaaaahhh…!!
—¡Sí, Wate dámela vos también! Volcámelá toda.
Me la terminó de soltar entre gemidos y puteadas. Pero no les di tiempo, de fondo sonaban los aplausos y no les voy a mentir: yo ya estaba más preocupada que caliente.
—Bencina, andá a demorar a Mateo, la puta madre. ¿Qué haces acá? Wate, dame tu remera.
—¿Eh? ¿Por qué?
—Porque con algo me tengo que limpiar, querido, y vos tenés remera y camisa.
Los eché rápido, me quedé sola quitándome el grueso de la leche con la remera de Wate, que se fue abotonándose la camisa. Por más que lo hice a conciencia, tenía toda la piel con semen seco: las tetas, el cuello, la cara. Llegué a rociarme con un poco de perfume y fui rápido a mi asiento. Bencina y Wate me trajeron al cornudo. A mi cornudo.
Le di un beso honesto, lleno de cariño y, como premio por ganar un premio, le di el ramo de rosas que el presentador guapo y de mirada penetrante me había regalado cuando entramos.
—Mi vida, estoy súper orgullosa de vos —le dije con sinceridad —. Te amo tanto...
El perfume tapó el olor a la leche de Bencina y de Wate, que ya estaban allí palmeando a mi marido, como felicitándolo por ser el amigo cornudo del grupo.
—Pensé que no habías visto nada, Juli. ¿Te gustó la dedicatoria?
—Siempre me gustan las dedicatorias que te hacen, mi amor…
Y Bencina, por supuesto, redobló la apuesta:
—Te merecías ganar el fair play, Mateo. Sos el mejor compañero del mundo… Siempre entregando todo.
Nos sentamos y tomé el trofeo para observarlo: eran dos manos apretándose en un saludo, respaldados por una diana de laureles en forma de medialuna en U. Pensé que las manos podrían ser las de los amigos de Mateo. Y la corona de laureles, sus cuernos.
Me quité de uno de mis pechos una costra de leche seca y besé a mi marido con verdadero amor.
Fin.
El que no comenta, la esposa le es fiel.
11 COMENTAR ACÁ:
Gracias, Rebelde, por traernos nuevamente a Juli y a sus amigos (el Bencina, el Wate y el Adrián). Se los extrañaban...
No sé por qué me tomó el comentario cómo Anónimo... Fui yo
Ufff que placer ser la putita de los amigos del cuerno. Amo eso. Yo hubiera abierto la boca para no dejar escapar ni una gota de toda esa lechita. Todo sea por los amigos de mi amorcito.
Gracias GURU!!!!!!!
Es que es cierto, las enormes tetas de mi novia deberían ser solo para las enormes vergas de sus machos y no para mí. Muy buena historia Rebelde!
Muy buena historia!!! Gracias gracias
Cornudo d tetas es un de mis relatos favoritos... Y Juli, la mejor y mas tetuda de las esposas... la mas cariñosa y enamorada de su maridito. Este anexo es de estalo, Rebelde! Porfa, me gustaria muchissimo saber lo que ha pasado con el presentador de las rosas e mirada penetrante...
¿Tendremos "Fidelidad Intermitente" para Navidad?
CAT:
Nooo! Para navidad ESPERO (y no estoy nada seguro) tener un nuevo relato de El Amarre. Desgraciadamente estoy complicado de tiempos =(
Es indudable que Juli no solo tiene debilidad por Bencina: ya son compinches -y padres de un hijo. No creés, Rebelde, que en una nueva entrega/short Juli, al fin, sea toda de Bencina, los dos solos, y ella monstrándole toda su devoción y entrega? Se me ocurre, por ejemplo, volver a lo de Mateo con un tatuaje en la cintura que represente algo entre ella y su amante. Juli se mea por el amigo de su marido. Los otros personajes secundarios son como... carroñeros. Dale. Juli a solas toda para Bencina y quien te dice que Mateo tiene otro hijo.... abrazo y que tu viejo esté bien
Siempre me ha sorprendido como las mismas prácticas sexuales tienen diferente nombre en cada país.includo utilizado el mismo idioma.
La práctica de Juli en España siempre fue una cubana.
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