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viernes, 20 de marzo de 2020

Devy (01) | Anecdotario + MicroRelato



Esta foto es del día en que mi marido se enteró que ya no iba a cogerme nunca más. O mejor dicho, que iba a necesitar el permiso de mi macho, un negro venido de Estados Unidos llamado Drake. No sé cómo hizo con el culote, si ya vienen con inscripciones así o lo mandó a hacer, pero el “Property of Drake” [propiedad de Drake] me hizo mucha gracia, y me pidió que lo use en casa al otro día.
Al que no le hizo gracia es al pobre cornudo. Ay, perdón, a mi marido; no me gusta decirle cornudo, aunque Drake me insiste para que lo llame así. Cuando amanecimos y me vio el culote con la inscripción lo tomó como una broma de mi macho, un regalo gracioso. Luego fue a hacer el desayuno mientras yo terminaba de levantarme.
Hasta que sonó el teléfono.
Y era Drake.
Mi marido se puso nervioso. Siempre se pone nervioso cuando tiene que hablar con él, es como si se le fuera la poca hombría que tiene. Como si el hecho de que el negro tuviera una verga tres veces más larga que la suya, cuatro veces más gorda y varias veces más ancha lo hicieran menos hombre. Yo le digo que no importa lo del tamaño, que igual lo amo; pero no hay caso, cuando me escucha acabar montada sobre la verga del negro, otra vez vuelve a sentirse disminuido.
Fue por teléfono que Drake le dijo que ya no me iba a poder coger como antes.
—Cuerno…
—H-hola, Señor…
—¿Viste la tanguita que le compré a tu mujer? Ahí dice que es de mi propiedad, ya lo habrás leído, ¿no?
—S-sí, Señor…
—Ayer lo hablamos con ella, acá en mi departamento, mientras vos dabas vueltas con el auto esperando que me la terminara de garchar… Y bueno, viste cómo es esto… los vínculos van creciendo… se van fortaleciendo… Así que quedamos en que desde ahora ella es de mi propiedad. Es decir, no ella, sino su culo, su concha, su boca, sus tetas… ¿Se entiende?
—S-sí, Señor.
—Es decir que el único en este mundo que se la puede coger soy yo. Yo, y todos los que yo diga.
—¿Señor?
—Sí, cuerno. Tu mujer está muy muy buena pero no me la puedo coger todos los días, también tengo que atender esposas y novias de otros cornudos como vos… Igual, tranquilo que tengo amigos que van a estar encantados de garchársela cuando yo tenga otros compromisos… ya lo arreglé.
—P-pero, Señor, ¿y qué va a pasar conmigo?
—¿Yo te autoricé a cogértela?
—Ehhh… no. No, Señor.
—¿Entonces qué estás preguntando?
—Pero es que… Señor, yo soy el marido…
—Serás su marido, pero antes que nada sos su cornudo.
—Sí, sí, Señor, lo entiendo, pero es que… en un matrimonio tiene que haber sexo, sino deja de ser un matrim…
—Cuerno, no te preocupes por eso.
—Gracias, Señor.
—Vas a poder hacerte una pajita con ella todas las veces que quieras.
—P…
—Tranquilo, no me refiero a pensarla y pajearte, como hacés cuando me la cojo y vos estás esperándola. Me refiero a que desde ahora vas a poder pajearte en la misma cama con ella al lado, y tocarla un poco mientras te hacés la paja.
—¿¡En… serio, Señor…!?
—Sí, cuerno. ¿Viste que el arreglo no era tan malo, después de todo?
—¡Gracias, Señor! ¡Hacía muchísimo tiempo que esperaba algo así!
—De todos modos, nada de acabar sobre ella. Si me entero que tu leche le tocó aunque sea un muslo vas a estar en problemas. Y de los serios.
—Sí, sí, no se preocupe, Señor. ¿Y de coger? ¿Cuándo me voy a poder coger a mi esposa, Señor?
—Cuando yo lo diga.
—Sí, sí, entiendo, pero… ¿cuándo, más o menos?
—Cuando yo lo diga, cuerno, ¿sos sordo? No te pongas pesado con ese tema porque te saco las pajas, ¿eh?
—No, Señor. Disculpe, Señor. No quise ser impertinente, Señor…
Pobre mi marido, lo vi alejarse del teléfono en un estado entre extasiado y de shock. Si hasta dejó el auricular en el aire, ni se dio cuenta de colgar.
Esa noche, con el cornudo cenamos elegante y brindamos con champagne. Me vestí linda para él, con una remerita verde agua súper ajustada que me marca las tetitas y lo vuelve loco, y abajo un shortcito de algodón color arena bien enterradito entre los cachetes, que sé que le hace parar el pitito. Aunque no pueda cogerme porque es solo mi marido, me gusta que mi media naranja sepa qué mujer hermosa tiene a su lado para que todos lo envidien. Y en el restaurante lo envidiaron, todos los tipos me miraban como comiéndome.
En fin, con los postres le mostré las fotos de los tres negros amigos de Drake que estaban autorizados a garcharme cuando quisieran. No le gustó mucho, pobre… ¿pero qué podía hacer yo?
Para desquitarse, supongo, en la cama me hizo el amor como me lo haría desde esa noche: aprovechando que yo le daba la espalda para acariciarme la cola, y clavarse una paja pensando en cómo me iban a coger los tres negros nuevos de las fotos.



Esta es la habitación de mi macho.
Drake es el gerente de la oficina de una puntocom yanky en Buenos Aires. No hay mucha más gente allí: es él, un cadete y un empleado. Pero como él es el responsable de los negocios en la región, gana fortunas. Mucho más que mi marido, lo cual me calienta y aprovecho cada oportunidad para enrostrárselo. Es que el hecho de que sea mucho más pijudo que el cuerno es responsabilidad de la naturaleza. Pero que gane muchísimo más dinero ya es culpa total y exclusiva del cornudo. Y eso me gusta porque hace que mi marido baje la vista en presencia del Hombre. Me calienta.
Por suerte lo tengo a Drake que me saca la calentura. Es como un círculo virtuoso donde todos ganamos. Bueno, Drake gana. Porque Drake es de los ganadores, no como mi marido que debe agradecer lo que los machos le dejan.
Así que sacarme fotos en su habitación, una habitación de lujo en un departamento de lujo que el cuerno jamás podrá tener, es parte de eso. La otra parte es que me saco la foto siempre unos minutos antes de coger. Para que quede el registro de la inocente infidelidad, y sobre todo registro de cómo estaba vestida. Porque la mayoría de las veces el cuerno está trabajando y no me ve salir de casa, así que no sabe cómo luzco para mis machos. Y yo quiero que sepa porque… bueno, es mi marido, debo respetarlo y considerar que no está bien que no vea cómo me visto para ir a hacerme remachar por otro, ¿no creen?
 Por eso: “click!”, foto, enviar por Whatsapp, y dedicatoria al cuerno:
“Mi amor, hoy me vine así de linda para que me coja Drake. Dijo que va a traer a un amigo, creo que es uno de los tres que te mostré por fotos. Aunque con Drake nunca se sabe. Yo por las dudas me puse linda, sexy, sin parecer una puta. Como a vos te gusta, mi amor”.
El pobrecito de mi marido me clava el visto. Y por lo que lo conozco, va de inmediato al baño y también se clava una paja.




—Qué linda estás así, Devy. Qué buena te queda la bikini que te compraste.
—¿En serio estoy linda, mi amor?
—Tenés una cola espectacular. Me dan ganas de tocarla para hacerme la pajita del día.
—Ay, otra vez con ese tema… Solamente pensás en mí es como instrumento para saciar tu calentura, ¿no? Al final es como dice Drake, para lo único que me querés es para el sexo!
—Pero Devy, si no lo hacemos nunca. ¡Desde que sos propiedad del negro me deja cogerte apenas una vez al año!
—Y seguís hablando de sexo… Te juro que a veces siento que soy tu muñequita inflable…
—No, amor, te juro que yo no pienso así…
—Seguro, seguro… En fin, dejá de mirarme el culo y sacame una foto, para mandársela a Drake y a los otros negros.
—¿Foto? No, ¿qué foto? Mejor otro día, Devy. Ahora dejame tocarte un poquito la cola...
—No, amor, primero sacame la foto; quizá a alguno de mis cuatro machos les dé ganas de romper esa colita que decís que tengo tan linda, sabés que ellos tienen prioridad.
—Sí, ya sé, justamente eso es lo que van a querer. Por eso primero dejame tocarte un poquito… Con un poquito te juro que me alcanza para hacerme la pajita…
—Cornudo, sacá la foto de una vez o le digo a Drake que me estás escondiendo de los negros y te va a sacar las pajas por el resto del año.
—Está bien, Devy, está bien, no te enojes.
—Así me gusta, cuerno, que te ubiques.
—¿No podés estar un día sin que te cojan?
—Poder, puedo. El tema es si quiero.
—Un día… un solo día…
—Uy, siempre con la misma cancioncita, vos… ¿Ya la sacaste? Mandásela a Drake, y pedile autorización para reenviarla a sus tres amigos.
—E-está bien, amor…
—Y ponele un mensaje lindo, algo romántico…
—¿Algo romántico?
—Ya sabés, cuerno, lo de siempre. Que estoy empapada y pensando en una pija gorda y negra, y que todavía hay lugar para más astas en la frente de alce de mi marido.
—C-claro… Algo romántico…
*ENVIANDO…*




 Este es Drake. Es mi hombre. Mi macho. Es el que me dice cómo cuándo y con quién debo ir a la cama. Me coge casi todos los días, mientras mi marido apenas una sola vez al año (y si es que se porta bien). Le gusta abarcar mis manos con las suyas, mientras me penetra desde atrás. Me respira en el cuello y siento que sus dedos buscan mi anillo de casada, y cuando lo encuentra, me clava más fuerte. Yo sé lo que quiere, no puedo negarle nada a este hombre.
—Llamalo al cornudo… —le susurro mientras me bombea todavía suave—. Que vea cómo hay que cogerse a su mujer…
Bufa, se enciende como un motor y me toma de los cabellos.
—Pedazo de puta, cómo te gusta este vergón…
—Soy esclava de esa verga… Lo que esa verga quiera, lo doy.
Siento la pija enorme, gorda como una botella, horadarme y ensancharme centímetro a centímetro todo el canal. ¿Cómo resistirme a eso?
—Un día te voy a poner a cien negros en fila para que te arruinen para siempre…
—¡¡Aaaaaaahhhhhhh…!!
Acabo sin que siquiera mi hombre haya comenzado a acelerar, tan solo de imaginarme a una fila larguísima de negros, con Drake haciendo que me cojan… Y mi marido al lado, sufriendo e implorando que esa pesadilla termine.
Acabo.
Y aún no empecé.
—¡Cuerno, vení a ver cómo te la garcho!

Y el cuerno viene. Apurado, transpirado, patético. Viene a mirar cómo me cogen, viene a intentar el milagro de no tocarse. Se frena delante nuestro y observa al negro entrándome pija todavía con estocadas lentas y firmes, clavando casi hasta la base. Mira la pija y se da cuenta que el ancho de ese negro es exactamente el largo de su pijita miserable. No hay manera de no ser cornudo ante un macho así.
—Ahhhhhhhhh… —me toca gemir. La pija por fin hace tope en el vello púbico de Drake.
El cuerno mira mis ojos cerrados, mi boca abierta, colgada en ese goce que te da la verga que te hace mujer. Ve mis pechos saliéndose del corpiño blanco, y mi cola cortada por la tanguita que se estira desde un anca hasta el muslo de la otra pierna, hundiéndome la carne como me hunde esa pija. Ve mi piel de gallina en todo mi cuerpo, y finalmente, un instante después, mi sonrisa adivinando su cara de gorreado.
—¿Querés saber qué se siente cogerse a tu mujer, cornudo?
A veces pienso que el negro podría acogotarlo del cuello mientras me penetra, y mi pobre marido no podría hacer otra cosa que mirar de reojo mi cola ensartada de carne negra.
—Drake, no lo hagas sentirse menos hombre de lo que ya es… —trato de defender a mi marido.
—Vení, cuerno, acercá la mano acá… abrila… Así…
Empiezo a bufar como una locomotora. Ya sé lo que sigue. Ya lo hizo otras veces. Y el sometido de mi marido se presta, desde ya por temor al negro, pero estoy segura que porque de esta manera puede garronear un poco más de mí, tocarme la conchita aunque sea con los cantos de dos dedos.
Mi marido pone la mano abierta tapándome la vagina, con el índice y el medio cubriendo el tajo.
Y Drake empuja con su ariete negro, gordo como el puño de un bebé negro. Clava y atraviesa primero los dos dedos del cornudo, abriéndolos, y pegado a ellos, penetra también mi conchita que a esa altura es pura agua.
Clava. Entra. Entra más. Los dedos del cornudo soportan el roce interminable de esa pija que no termina nunca de entrar. La verga de Drake se coge a la casada infiel y a la mano del cornudo.
Para mí es inevitable:
—¡Ahhhhhhhhhhhh…!
—Sentí. Sentí, pelotudo. Sentí cómo me clavo a tu esposa.
Y empuja otra vez. Más adentro.
—¡Ahhhhhhhhhhh…!
—Apretá, cornudo de mierda. Apretá los dedos que quiero que de verdad sientas cómo te la cojo.
Y el pelotudo aprieta. Es muy obediente con mis machos. Aprieta y siente el vergón gomoso y duro acariciar y raspar ambos dedos, y ensalivarlos con mis flujos al retirarse. Escucho el gimoteo patético, a veces pasa cuando a un cornudo le cogen a su mujer. Pero a Drake no le importa. Empieza a bombear como un hijo de puta.
—Sentí, cuerno… Sentí cada penetración cómo la siente ella…
Y entonces, cuando el negro empieza a bombearnos, yo suelto otro orgasmo.
—Ahhhhhhhhhh por Dios, no pares, Drake. ¡Cogeme cogeme cogeme! —Pero por supuesto, también me acuerdo de mi maridito—. Por Dios, qué bien me coge este negro, pedazo de cornudo…
—Mi amor, me está abriendo la mano, no quiero que te estire más…
Y mi macho:
—¡Callate, cuerno, y sentí cómo entra la pija! ¡Sos una concha llena de verga, igual que tu mujer!
Que los tipos que me cogen traten así al pobre patético de mi marido es algo que no puedo controlar. Siempre estallo:
—¡¡¡¡AHHHHHHHHHHHH…!!!
—Bien, putón, porque ya no aguantaba más…
Sentí las manazas de Drake hundiéndose fuerte en mis nalgones, y el bombeo se hizo virulento. Y eso solo me estiró el orgasmo.
—¡Ahhhhhh…! ¡Sí, acabame…! ¡Llename mientras acabo… Ahhhhhh…!
—Cuerno, cerrá la mano agarrándome el tronco.
—Por favor, Señor, no me haga hacer eso…
—Cerrá la mano cuando le acabo, quiero que sientas en la mano con la que te pajeás, el lechazo entrando en tu mujer.
No podía sentir los dedos de mi marido cerrándose, pero escuché por sobre el fap fap furioso y los jadeos del negro:
—Así me gusta, cuerno… Sentila… Sentila…
—Por favor, Señor, no lo haga…
La verga del negro ahora no entraba toda, pese al bombeo cada vez más fuerte. El último tramo quedaba en la mano de mi marido.
—Apretá con todo, cuerno… Así… Asssíhhhh…
—Por favor…
—¡¡Aaaaahhhhhhhhhhh…!! ¡Cornudoooohhh…!
—Oh, Dios…
—Me los estoy cogiendo a los dos, pedazo de cuerrrrno…!! ¡¡Ahhhhhhhhh…!!
Sentí los lechazos uno tras otro inundándome. Las manos en mi cola. Los empujones animales que me habían ido tirando hacia las almohadas. Drake no paraba. Seguía usándome y usando las manitas de mi marido, que ahora cerraba los ojos de la impresión.
Cuando terminó de acabar, y eso fue como un minuto después, el negro fue retirando el vergón con cierta reluctancia morbosa. Mi marido amagó aflojar.
—Si dejás de apretar no te pajeás con tu esposa nunca más en tu vida.
El pobre cornudo volvió a cerrar el puño y retener la verga negra entre sus dedos. La pija fue saliendo y la leche y mis flujos fueron esparciéndose por la mano de mi esposo, que achinaba ojos y rechazaba su suerte con una mueca de asco. La leche comenzó a salirse incluso de entre sus manos y empezó a caer al colchón.
—¡Muy bien, cuerno! —lo alenté, porque me dio un poco de lástima—. Me encanta cuando obedecés a los machos… ellos siempre saben qué es lo mejor para vos…
—Sí, mi amor…
La mano no solamente escurría la leche y la cogida, al estar apretando, necesariamente tomaba con toda la palma el tronco y a medida que se fue retirando, también el cuello y el glande. El cuerno tuvo que contener en su manita toda la verga de mi macho, desde la base hasta la punta.
Drake se fue a la ducha, pero antes me dio una instrucción:
—Que se limpie la acabada de la mano con la lengua, eh? Y que se lo trague. Ya va siendo hora de que aprenda lo que es estar casado…
Cuando Drake se fue, mi esposo me rogó con la mirada que no lo obligara a comerse la leche y la cogida. Y yo hubiera accedido, lo juro, pero era una orden de Drake. Y no iba a arriesgar ese pedazo de vergón por un caprichito del cuerno.
Mi esposo cerró los ojos y abrió la boca para comerse parte de la cogida con la que él mismo ayudó, como los chicos cuando tienen que tomar un remedio feo. Metió sus dedos primero y luego el canto de la mano y comenzó a tragar.
Yo me acomode en la cama para la segunda vuelta con Drake. La ducha se había cerrado.


FIN.

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6 COMENTAR ACÁ:

Anónimo dijo...

Había hecho un comentario re largo y se me borró, que mala onda.

Este relato es dinamita pura. Espectacular. Se pone de inmediato en el podio de los mejores junto con semana negra y Éramos tan pobres.

La forma en que el macho se apropia de la esposa es genial. De como ella trata de ayudar a su marido pero no puede porque el culo es del negro, también, brillante. Ojalá que esto se transforme en una serie larga, porque está buenísimo. Sería genial saber cómo llegaron a eso, o lo que sigue. La dinámica de amor también me gustó mucho. Salen a cenar, se pone linda para el cornudo y que se haga una paja.

Considerando que las tetas, el culo, la boca es propiedad del negro, y que los pies de ella ni los usa, son las sobras, ¿Tal ves el cornudo podría tener acceso a las sobras sin pedir permiso?

Un relato genial, ojalá vengan muchos más de estos!

Siervo de Carne

Vikingo Miron dijo...

Fantastico querido Rebelde, me encantaron las minis historias de Devy y el final supremo con esa paja soñada con acabada incluida...el sueño del cuerno!! como dice Siervo de Carne ojala Devy y Drake sigan con sus historias....y ponele nombre al cuerno.

Abrazo campeon! y esperando al viernes...dia de gozo!

SALUDOS VIKINGO MIRON

Anónimo dijo...

Muy buen relato. Consulta, como se pueden conseguir los relatos viejos?, como la serie "DÍA DE ENTRENAMIENTO" Saludos

Rebelde Buey dijo...

muchas gracias por tus palabras, Siervo. la mecánica de estos foto relatos no es la de las series o miniseries tradicionales de este blog.
me explico: su creación y factura son completamente distintos. Los foto relatos son directos, explosivos, unitarios como cápsulas. en gral no arrastran ningún arco dramático o, si lo hacen, es un arco muuuy básico, pues cada relato, aún de la misma chica, nace exclusivamente por inspiración de una foto (sin ninguna planificación).
al menos hasta ahora, porque ya estoy planificando algunos foto relatos más tipo serial, que supongo escribiré en breve.
todo esto para decirte que si aparecen más relatos de Devy, no conformará una serie per sé, sino a lo sumo un encadenamiento de relatos con ella como protagonista corneando de distintas maneras y sin ninguna continuidad a su novio.

Rebelde Buey dijo...

jajaa al final se me complicaba el texto con eso de no poder nombrar al cuerno! pasa que estos relatos con como impulsos, escribo rápido, si puedo de un tirón, no planifico nombres ni anda, y si me detengo en eso, pierdo tiempo y la idea se me va.
para alguna parte II (un par de mini relatos ya están escritos) voy a ponerle un nombre.

Rebelde Buey dijo...

DÍA DE ENTRENAMIENTO, lo mismo que otros relatos levantados del blog, se sumarán de manera episódica a los packs de pago, para alentar a la gente a comprar los relaTos nuevos (el próximo será SERVICIO DE LIMPIEZA)

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