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viernes, 26 de julio de 2019

Noeh (01) | Anectdotarios

Los Anecdotarios son brevísimas historias, pequeñas anécdotas sobre personajes conocidos o nuevos. Estas historias en ocasiones pueden servir como semilla de relatos más completos y detallados. 
Por ahora los presentaré con el formato que ven: varias anécdotas de una sola infiel, publicados en conjunto.
NOTA: Las imágenes de mujeres reales que inspiraron estos relatos fueron reemplazadas —luego de un mes— por ilustraciones similares, para evitar problemas de copyright y quilombos varios.






A veces a mi amorcito le mando fotos mías para que vea cómo me queda la ropa que me compró. Se queja que nunca las puedo estrenar con él, y lo entiendo; a mí tampoco me gusta. Pero qué culpa tengo yo que él sea tan cornudo. Por lo menos así ve cómo me queda lo que me regaló antes de que me la rompan o me la enchastren de guasca.
Ya sé, ya los veo venir: que así no debiera comportarse una novia y todo eso.
Pero escuchen, para que vean que no soy así: cuando los amigos del cuerno —o al que le toque— están en la ducha o me dejan sola un ratito, me levanto la camisetita y le mando a mi novio una foto de mis pechos. Bueno, al menos un poco de mis pechos, lo que los machos me permiten mostrarle. Sé que no es lo ideal, pero le tendría que alcanzar para hacerse una pajita hasta que yo llegue a casa y le pida que me limpie.


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 En navidad mi novio se disfraza de Papá Noel. Es tan tierno que creo que por eso lo amo tanto. Por mi lado, yo me visto así como me ven en la foto, un poquito puta, porque cada año para la cena caen varios de sus amigos, los que son padres separados. Así, después de las doce, mientras el cuerno reparte regalos entre los chicos, sus amigos me van garchando en nuestra habitación, en la cama matrimonial, turnándose de uno en uno para que sus hijos no se den cuenta. Como pueden ver, son buenos padres. Lo que no sé, es si son tan buenos amigos.



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El mejor amigo de mi novio cumplía años y se le ocurrió hacer una fiesta de disfraces. Desde que Toribio parece que es cornudo, todos dejaron de ir a los cumpleaños con novias o amigas, y ahora cada fiesta es de puros hombres: los amigos de mi amorcito y algún conocido de un amigo, el colado que nunca falta.
Para esta fiesta de disfraces, yo me vestí como Wally, para jugar al famoso “Dónde está Wally” y que me buscaran. En uno u otro momento de la noche, me fueron encontrando todos. A veces en el baño, otras en el vestidor; casi siempre en la cama del amigo de mi novio, a puertas cerradas, claro, para que no crean que soy una puta.
Esa noche me encontraron todos menos el cuerno, que me andaba buscando para no dejarme sola porque se palpitó que con ese disfraz me iban a querer garchar hasta los colados. Pobre… no pudo evitar que me cogiera ni uno.
Por suerte llegamos a casa y mi novio sí me encontró. Me abrí de piernas y me hice limpiar las siete cogidas de sus amigos y las de los dos colados. Me dormí en la quinta limpiada.


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El capataz de mi novio es un mal tipo, un hijo de puta, alguien a quien no le daría ni el saludo. Pero me coge como una bestia endemoniada, y de todos los que hacen cornudo al pobre de Toribio, es el que me provoca más orgasmos por polvo. Un fin de semana consiguió que el gerente comercial le preste su cabaña en el sur, para llevarme allá y darme maza sin parar durante dos días. Pero yo amo a mi novio, así que mi paquete viene con cornudo incluido.
No crean que se hizo mucho problema: el hijo de puta del capataz le llevó a Toribio una carpa roñosa y lo hizo dormir afuera de la cabaña los dos días, con ese frío glacial, mientras a mí me garchaba adentro, al calor de los leños.
Mi novio odia a su capataz. Y yo también. Aunque mientras me coge me hace gritar que es mi macho. Por suerte el cornudo está afuera y sólo escucha mis gritos y cuando acabo. Si supiera que además ese turro me hace dedicarle las volcadas de leche, podría creer que no lo estamos respetando.


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Cuando recién empezábamos a noviar con Toribio, creo que el segundo mes, fui a conocer a sus amigos y me fui vestida así, con esta ropa. Y así, sin corpiño. El pobre abrió los ojos espantado y tomó aire para ponerme en caja, pero ni lo dejé arrancar. Me hice la feminista y le dije que yo no era de su propiedad, ni de nadie, y que me vestía linda para mí, y sexy para él. Y que si no le gustaba, que se vaya al asado solo. Creo que en ese mismo instante supo que indefectiblemente su destino era el de ser cornudo.
Aunque no es tan malo, eh?, yo lo amo en serio, con todo mi corazón. Y miren el bomboncito que se puede comer cuando quiere… bueno, cuando le toca.
Esa tarde no me cogió ninguno de sus amigos, pero sin decir nada, tan solo con la ropa, les dejé claro a todos que Toribio tenía una novia fácil y muy dada, y que si se animaban, podrían ayudar a hacerlo un flor de cornudo.
Y si para algo son los amigos, es para ayudar.


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     Pobre Toribio… Mis amigas me dicen que no se la hago fácil, y puede que tengan razón. Antes del año de noviazgo me fui a vivir a la casa de él. Es que estábamos re enamorados. A esa altura ya me cogían dos de sus amigos, y otros cuatro venían histeriqueándome [haciendo juegos de seducción] y mandándome fotos zarpadas por teléfono.
Esa tarde yo estaba así, vestida casi de cama, con medias de caña alta, re sexy, en bombachita y top mostrándole a mi novio medio pezón, como para que ponga primera y me lleve de una vez a la cama. Pero cayó Walter, uno de sus amigos a los que le tenía ganas y con el que no habíamos cruzado más de dos o tres mensajes pícaros con doble sentido.
No me fui a cambiar, me quedé así para que me viera. Walter venía con un osito de peluche, que era para su sobrina. Me puse en nena y lo hinché hasta que me lo regaló. Dándole la espalda más de una vez, como ofendida, solo para que viera mi culo con la tanga clavada bien adentro.
En un momento le pedí a Toribio que fuera a comprar no sé qué para agasajar a Walter. Creo que se dio cuenta que me le iba a regalar. O que al menos alguna insinuación podía hacerle. Pero fue. Es de bueno, mi novio…
Apenas el cuerno salió por la puerta, Walter se me vino al humo. Me tomó un pecho y hurgó en el top hasta liberar el pezón. Y lo empezó a chupar. Diosss… Toribio estaría a media cuadra cuando busqué rápido con la mano dentro del pantalón de su amigo. Tenía un hierro grande y rígido como el de un hombre de verdad, no como el de mi novio, así qué masajeé esa verga arriba y abajo, mientras él se bajaba el jean hasta las rodillas.
Me entró por y desde adelante, yo así en la misma posición en la que me ven, y él penetrando y bombeándome de frente, manoseándome los pechos con un ojo por sobre el sillón, cosa de no sorprenderse si se abriera la puerta. Yo lo tenía tomado desde la cola y lo empujaba para que me la clavara más hondo.
Fue un polvo rápido, había poco tiempo. Y fue un polvo de él. Cuando calculé que el cuerno podría estar regresando lo tomé de los huevos, sin que él dejara de bombear, e hice contracción abajo para apretarlo. Empezó a acabar y yo a ordeñarlo desde los huevos. “Ay, putita hermosa, putita hermosa…” me decía. “Putita hermosa, qué suerte tiene Toribio…” y me vaciaba la leche adentro a la vez que miraba hacia la puerta.
¡Y claro que tiene suerte mi Toribio! ¿Dónde va a encontrar una mujer que lo ame como yo? Apenas el cuerno regresó fui a zamparle un beso en la boca, como la buena novia que soy. Para hacerlo, me puse un poquito en puntas de pie y le paré la cola a Walter, que estaría mirándonos, como el buen amigo que es.
Desde ese día Walter pasa por casa tres veces por semana para cogerme, en el horario en que Toribio está en el trabajo.
  
Otro día les cuento lo que sucede en navidad cuando los chicos se van a dormir, mis clases de piano con el maestro Giussepe Pedazzo (que me lo recomendó Andrea, la novia de Cornelio), mi método de estudio con mis compañeritos de facultad y otras anécdotas. Besitos! 

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·FIN·

NOTA: Estos textos son inspirados por fotografías reales, que son publicadas en su propio relato durante un mes. Luego de ese lapso, las imágenes son reemplazadas por ilustraciones y/o dibujos. 


3 COMENTAR ACÁ:

Vikingo Miron dijo...

Que buena seccion, me encanta y le pone un ritmo fantastico al blog, casi me muero con el maestro Giussepe Pedazzo jajaja!!

Arriba Rebelde.
SALUDOS

VIKINGO MIRON

Anónimo dijo...

Le acabó mientras miraba la puerta el muy granuja. Y vaya puta tiene Toribio :)

Anónimo dijo...

Genial. Me encantó eso de: "Si supiera que además ese turro me hace dedicarle las volcadas de leche, podría creer que no lo estamos respetando."

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