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viernes, 6 de marzo de 2020

Noeh: El Estreno del Cornudo



Odio las disyuntivas, y ese día no sé qué le agarró a Toribio pero el muy egoísta me puso en una posición espantosa. Le pedí que me regalara una ropita sexy para el fin de semana, ya saben, para usar con sus amigos; bah, con Rafa solamente, salvo que trajera algún compañero suyo del trabajo como hace a veces. En fin, no me pareció que había que aclarar algo tan obvio, la cuestión es que me compró un body gris muy fino que me marcaba todo el cuerpo, re lindo, y me hacía un culazo de película. Pero el tonto se creyó que era para usarlo juntos. ¿Desde cuándo uso ropa sexy para hacer el amor con él?
No hubo forma de que entrara en razón, decía que porque es mi novio tiene derecho a que use esas cosas con él y no con Rafa o los otros que me garchan siempre, que al ser su pareja no debía acostarme con todos los tipos con los que lo hago cornudo. No sé de dónde sacó esas ideas raras, pero enseguida lo puse en caja. Le expliqué lo que ya le dije la primera semana que empezamos a salir: que un novio por definición es un cornudo, que no hay otra manera de ser novio, y que la única forma de salir del noviazgo era con el matrimonio, que usualmente llega cuando la novia queda embarazada. Y si es del novio, mejor. 
Me discutió como un chico. Él ya sabía todas estas cosas, pero estaba empacado en que yo estrenara el body con él, que aparentemente le gustaba mucho y lo pagó carísimo.
No sabía qué hacer, de pronto la persona que más amaba en este mundo se había puesto terca y egoísta. Hablé con mis amigas, que se sorprendieron tanto como yo. Jamás les había pasado algo semejante con sus parejas, así que no supieron cómo aconsejarme. Solo Valen me dio una pista. Me dijo que tenía una conocida de patinaje, una chica embarazada de los barrios pobres de Alce Viejo, que se hacía coger por un viejo delante del esposo y que ese viejo sabía cómo lidiar con este tipo de caprichitos de los cornudos.
Me dio el número y la llamé.
—Hola, ¿Yesi?
—¿Quién es?
—Me llamo Noeh, soy amiga de Valen. La conocés de patinaje… ella me dio tu teléfono.
—¿Valen…? Ah, sí. Es que ahora estoy… ocupada…
Se la escuchaba contrariada, agitada tal vez, y de fondo se oían voces de hombres que, me pareció, estarían discutiendo.
—Es solo un segundo, una consultita nada más…
—...
—¿Yesi…?
La Yesi se alejó del micrófono, como quien le habla a una persona que está en otra dirección. Atrás, por ejemplo.
—Dale, Joselito, no hagas la de siempre. Abrime las nalgas para que don Brótola me la pueda clavar entera…
—¿Ye…sí…?
—Disculpame, es que estoy ocupa… aaaaaaaaahhhhh…!!!
De pronto escuché la voz angustiada y resignada de un muchachito. Desconté que era el Joselito, el pobre cuerno de la Yesi.
—Yesi, por el amor de Dios, dejá de hablar por teléfono mientras te coge don Brótola, se van a pensar que soy un cornudo…
—Yesi, no pensé que…
—Perdoname, Noeh, es que don Brótola tiene un pedazo que… oh, ahí viene de nuevooooohhhh ¡¡por Dios, Joselito, abrime más que me está llenando el culo como un pavo en navidad…!!
Me sentí incómoda, pero para qué negarlo: también me daba morbo escuchar cómo se cogían a una colega.
—Te… te llamo en un rato…?
La chica era sencilla pero mandada. Y le gustaba ayudar.
—¿Qué… necesitabas…? —y ahora otra vez hacia atrás—: Dejá de tocarte, Joselito, no seas pajero, y abrime bien para que me entre más hondo…
—No quiero que el que te… coge… se moleste con vos.
—No, está bien, a don Brótola no le importa… Ahhhhh… Mientras me clave y acabe… Ahhhh… a él no le importa nada… Ahhhhhh…
—Tengo...  Mi cornudo está en una etapa rebelde, no sé… se puso caprichoso y ahora quiere que la ropa que me regala la estrene con él.
—Ahhhhh… Sí… Mi Joselito pasó por algo parecido… Ahhhhh… ¡¡Don Brotola, no pare!!
—Me dijo mi amiga que conocés a un viejo sabio que me pueda orientar.
Hubo un silencio. Por el teléfono podía escuchar sin problemas el fap fap sobre el culo de la Yesi.
—¿Es tu novio de verdad o es una relación cualquiera…?
—Le quiero hacer tantos hijos como pueda para que los críe como suyos.
—Ah, va en serio la cosa. Está bien, después te mando el contacto al número del que me llamaste.
—¿Es el que te está cogiendo?
Fap fap fap fap…
Podía notarse que le estaban rompiendo el culo de manera violenta.
—No… Ahhhh… a don Brótola le va a importar un carajo tu relación… Ahhhh... Pero tiene un amigo… Ahhhh… llamado Remolacha… ¡¡¡Aaaaaaahhhhhhhhhhhhh!!!


A los tres días, Toribio y yo estábamos en mi casa (bueno, de mis padres, pero al estar ellos de viaje por unos días, era mía) tal cual me había sido indicado: yo en minifalda y camisa, y con mi cornudo al lado mirando tele y hablando tonterías.
—Mi amor —Toribio me tomaba de las manos y me sonreía cuando quería darme buenas noticias—, hablé con mi capataz… creo que lo convencí de que no vuelva a cogerte…
—¿Cuándo hablaste, bichi? —me sorprendí—. Porque hoy a la mañana me mandó un wasap diciéndome que ya había encontrado a los dos machos ideales para enfiestarme… Mirá, hasta me mandó fotos de sus pijones…
—¡No quiero ver eso! No quie… P-pero… ¡carajo, son enormes!
—Pseee… Más o menos como la del capataz.
La charla romántica se cortó con el timbre de la puerta. Fui a abrir, yo ya sabía con lo que me iba a encontrar. Pero Toribio no. Regresé trayendo dos hombres de la mano: Rafa, uno de sus mejores amigos, y un viejo gordo vestido con camiseta sin mangas y un calzoncillo celeste y tan amplio que no  dejaba adivinar si abajo había un equipo estándar o importante. El viejo, feo y no del todo desagradable, transmitía sin embargo cierta paz y calidez que me hizo sentir menos ansiosa.
Me paré delante de mi novio, que estaba sentado. Ahí frente a sus ojos, con mi minifalda breve y las medias blancas por encima de las rodillas. Estoy segura que tenía el pitulín parado. Ante su asombro, simplemente dije:
—A Rafa ya lo conocés, me coge casi desde que empezamos a salir. Y este señor es Remolacha —El viejo asintió con la cabeza—, que viene a solucionar ese asunto del body gris.
—El body gris lo vas a estrenar conmigo —se puso firme el cornudo—. Y no pienso negociarlo.
Remolacha me soltó la mano y se alejó un paso, mirándonos a todos.
—Coincido con el cornudo.
Aunque en el primer segundo se alegró porque le dieran la razón, mi novio le puso mal gesto.
—¡Tengo nombre, me llamo Toribio!
—Ah, mil perdones —se disculpó el viejo con sentida sinceridad—. Coincido con el cornudo de Toribio.
Fue mi turno de rebelarme. Se suponía que este tal Remolacha me iba a ayudar.
—Pero si hoy estrena un body… mañana, qué? Va a querer coger en la noche de bodas… ¡o en la luna de miel! ¿Estamos todos locos? ¿Los machos no tienen derechos, también?
—Ya te dije que no voy a pedir más privilegios. Pero esta prenda es especial para mí, y un noviazgo no se trata solamente de vos, también yo cuento.
—A ver… —quiso enterarse Remolacha—. ¿Por qué es tan especial esta ropa?
—Es muy parecida al conjuntito que tenía Noeh el día que nos pusimos de novios… el día que me declaré en el boliche y me dijo sí. Es la misma tela, solo que aquella era una camiseta y una tanguita —De pronto se dirigió a mí y los ojos se le pusieron acuosos—. Las llevabas juntas… Eran igual igual a este body, solo que dos prendas en vez de una.
—¿Pero cómo…? Ese día no nos acostamos… no pudiste ver mi ropa interior…
—Te espié cuando te llevaron al costado de la barra… tras los cortinados… para que te fueran cogiendo de uno en uno los tres barman…
De pronto me vi haciendo cálculos y caí, emocionada.
—Mi amor, a esa altura de la noche ya éramos novios.
—Sí.
—Yo pensé que te había hecho cornudo por primera vez a la semana siguiente.
Me abalancé con una revolución en el estómago, lo tomé de las mejillas y lo besé en la boca como pocas veces desde que nos pusiéramos de novios. Un beso largo, enamorado y excitado.
Para hacerlo debí inclinarme sobre él, por lo que dejé en punta mi cola y la minifalda se me subió. Entonces sentí una mano sobre mi nalga. Una mano rugosa, que no se me hizo desagradable, más bien todo lo contrario. Era firme y decidida. Remolacha.
—Quitate la camisa —me ordenó el viejo.
El beso se rompió, y Toribio se dio cuenta que Remolacha me metía mano.
—Oiga, ¿qué está haciendo?
Yo seguí inclinada con mi rostro cerca del de mi novio. Comencé a desabotonarme la prenda y pronto el cuerno se olvidó del viejo y abrió los ojos maravillado.
—¡El body! —dijo al descubrirlo bajo mi camisa.
—Tocalo —invitó cálidamente Remolacha, que no dejaba de manosearme la cola. Rafa comenzó a imitarlo sobre la otra nalga, la que le quedaba de su lado.
Toribio, algo emocionado, llevó su mano hasta mi body y el muy pícaro inició el contacto en mis pechitos.
—Oh, Dios… Cuánto hace… —rogó, y me dio un poco de pena.
Se llenó la mano derecha con uno de mis pechos y casi podría decir que estaba a punto de llorar. Lo apretaba suavemente, lo masajeaba y lo miraba con una devoción tan pajera que en ese momento tuve ganas de que alguien me hiciera un hijo para casarme con él.
—Te amo… —le murmuré, y sin dejar de manosearme los pechos me besó.
Casi como un padre, Remolacha espoleó a Toribio a dar un paso más.
—También vas a ser el primero en usarle el body para hacerle el amor.
Mi novio casi se atraganta con mi lengua. Me dejó sin beso y se asomó hacia atrás, hacia Remolacha y Rafa que no paraban de amasarme las nalgas.
—¿En serio? —dijo con sus convicciones sorprendidas, como si nunca hubiera creído en ellas—. Claro, es lo que corresponde, ¡soy el novio!
Me dejó así doblada contra el respaldo del sillón y con el culo en punta, para irse atrás.
—Quitale la minifalda —pidió Remolacha—. Esto es todo tuyo —y señaló mi culazo, que la pollerita no lograba cubrir.
Toribio desprendió el broche que sostenía la tela y la prenda cayó a mis tobillos, exhibiendo mi culazo tragando el body y haciendo explotar mis cachetotes.
—Oh, por Dios… —rezó Toribio, extasiado.
—Inclinate un poco y besala.
Toribio obedeció a Remolacha. Se inclinó, corrió para un costadito la tela que protegía como una bóveda mi conchita y se llenó la boca con mi sexo hasta tragarlo todo.
—Ahhhhhhhh… —gemí de placer.
Los hombres en esa casa lo alentaron:
—¡Muy bien, Toribio! —dijo Remolacha.
—¡Así se hace, cuerno! —Rafa.
Mi novio siguió comiéndome, yo ya lo venía acostumbrando a hacerlo, en general cada vez que otro terminaba de cogerme de verdad. Se estaba convirtiendo en un experto.
—Ay, mi amor, qué rico lo hacés…
Giré un poco y entreabrí los ojos. Toribio estaba arrodillado, mamando concha hacia arriba, como un pichón recibiendo su comida. El viejo Remolacha lo miraba concentrado. Su calzón celeste ahora le marcaba una erección descomunal, que no se adivinaba cuando llegó. Supongo que el manoseo sobre mi cola y un cornudo rindiendo pleitesía a su novia lo estarían excitando.
—Listo, cuerno —cortó Remolacha.
Quitó amablemente a mi novio hacia un lado, pero Toribio se resistió y el viejo terminó imponiéndose con más fuerza. Del otro lado —del lado que yo no veía— se acercó Rafa. Se puso detrás mío, con el vergón ya listo y en la mano.
—¡No! —rogó mi novio—. Tengo que estrenar el body un poco más.
Pero Rafa ya esgrimía la pija dura hacia adelante, y si Toribio no se corría la verga le iba a dar en la cara. Toribio se asomó detrás de mi cola y me miró. Le sonreí con cierta condescendencia. Pero al sentir las manazas de Rafa tomarme de cada nalga, se me fue la sonrisa.
—Ahí va, putón —le escuché, y noté el glande apoyarse en mi conchita y hacer presión para acomodarse y penetrar.
Me entró la cabeza.
—Ay, sí… —gemí.
Sentí entrar cabeza, tronco y un poco más.
—Qué buena que estás, hija de puta… nunca me voy a cansar de cogerte…
Como el cornudo me había estado lubricando, la verga entró hasta la mitad con bastante facilidad.
—¡Mi amor, el body te lo tengo que estrenar yo!
—Claro, cornudo, vos fuiste el primero… vos lo estrenaste… —tres cuartos de pija—. ¡¡¡Ahhhhhhhhh…!!!!
Remolacha, más atento que cualquier otro, ordenó:
—Cuerno, no deje de correr para un costado la telita del body, para que le cojan a su novia con mayor facilidad.
Sentí el tironeo de Toribio abajo, liberando mi conchita, lo que me permitió abrir mis piernas unos centímetros más. Automáticamente la verga de Rafa ingresó el cuarto que quedaba y se mandó hasta la base.
—¡¡¡Ahhhhhhhhhhh por favor…!!!
—¡Muy bien, cuerno! —alentó el viejo, siempre paternal.
Rafa comenzó a bombear suave y firme. Podía sentir cada centímetro de pija con que me llenaba. Me amasaba la cola y mandaba verga para adentro. La sacaba con cierta reluctancia y otra vez a amasar y clavar.
—Noeh, me dijiste que yo iba a estrenar el body y el que te coge es Rafael… Yo apenas estuve un minuto.
—Dejate de joder, Torib…
—El cuerno tiene razón —sorprendió Remolacha—. Correte un cachito, Rafa.
Rafa, obediente aunque sin entender, sacó la verga y yo sentí como si mi bajo vientre se desinflara.
Inesperadamente Remolacha tomó la nuca de mi novio y llevó su rostro con algo de violencia hacia mi sexo expuesto y recién pijeado.
—¡Tragá, cuerno! —le ordenó, y lo refregó contra mí.
Sentí la nariz y la boca de mi novio contra mi concha, y luego todo el rostro, como si estuviera pintándome con su cara. Eso me calentó y comencé a jadear como una puta.
—Mmmfffggghhh… —se quejaba Toribio, hasta que me enganchó abajo con su boca y comenzó a chuparme.
—Ay, sí, mi amor, limpiame toda la pija que acaba de meter Rafa…
Me comió unos buenos segundos hasta que Remolacha lo sacó con la misma violencia y sorpresa con la que lo puso allí.
—¡Espere, don Remolacha! —suplicó.
No hubo caso. Rafa ocupó enseguida su lugar y retomó el bombeo.
¡Fap! ¡Fap! ¡Fap! le hacía su panza contra mi cola. Me mandaba toda la pija adentro, y la sacaba hasta la punta del glande. Los movimientos eran rápidos y firmes, y luego de cuatro o cinco minutos sentí que me venía.
—Sí, sí… No pares… No pares, Rafa… Llename de pija… Mostrale al cuerno cómo se coge… Ahhhh…
Rafa intensificó el bombeo y le agregó violencia. El pobre Toribio seguía arrodillado, con la cara junto a mi culazo, prácticamente sobre la penetración. Remolacha todavía lo tenía tomado de la nuca, como un perro desobediente.
Fap! Fap! Fap! Fap! Fap! Fap!
—¡Ahhh…! ¡Por Dios… qué buena… Ahhhh… cogida me estás dando… Ahhhh… hijo de putaaahhh…!
Fap! Fap! Fap! Fap! Fap! Fap!
—Me vengo… —Sentí un subidón cálido desde el centro del universo. Iba a cerrar los ojos y en cambio los abrí y giré hacia Toribio—. Me están por hacer acabar, mi amor…
Fap! Fap! Fap! Fap! Fap! Fap!
Y de pronto Remolacha corrió a Rafa y en el mismo movimiento arrastró desde los cabellos de la nuca la cara de mi novio hasta mi concha.
—¡Limpiá, cuerno! —le gritó—. ¡Tragate toda la cogida que para eso sos el novio!
Estaba a punto de acabar, y el contacto de la cara de Toribio contra mi concha y su desesperación por rapiñar algo de sexo, de esa cogida, de ese orgasmo que me venía, gatilló el polvo y lo intensificó hasta el infinito.
—¡¡¡AHHHHHHHHHHHHHHHHH…!!!
—¡Limpiá, cornudo! —Remolacha le hundía la cara a Toribio en mi conchita recién usada—. ¡Estrená el body de tu novia, la puta que te parió!
—Mmmggghhhffffsss…
Pobre cuerno mío, trataba de comerme la conchita pero se le complicaba, con la presión del viejo sobre la nuca, que le aplastaba la cara contra mi concha y mi culo. Se tuvo que agarrar de mis muslos para no caerse.
Yo seguía acabando:
—¡Aaaahhhhhh…! ¡Seguí, cornudo, seguí…!! ¡Ahhhhhh…!
El patético de Toribio se prendía como una garrapata. Pobre, en el fondo sabía lo que estaba por suceder.
Rafa lo sacó de un empujón.
—¡Rajá, cuerno, que le quiero acabar a tu novia!
Toribio fue a dar al piso. Yo ni tiempo tuve de reaccionar, sentí el vergón de Rafa penetrarme otra vez y mandarse completo hasta los huevos, de un solo movimiento. Me sentí tan llena de verga que ese solo hecho encadenó mi segundo orgasmo con el primero, que aún no se había retirado.
—¡¡Ahhhhhh… síííííí, Rafa!! ¡Cogeme fuerte, llename de verga que me vengo de nuevo…!
—¡De leche te voy a llenar, hija de puta! ¡Tomá! ¡Tomá! ¡Tomá!
Y Toribio:
—¡¡Rafa, no!! ¡Acabale afuera, por favor!
—¡Tomá, putón, te echo los pibes!
—¡Sííííí… Sííííí… ¡Toda adentro! ¡La quiero toda adentro! ¡¡Ahhhhhh…!!
—¡Sacala, hijo de puta! Sacala que me la vas a llenar de leche!
—¡Ahhhhhhhh…!! ¡Puta puta puta puta putaaaahhh…!
—¡Llename, Rafa! ¡Hacele un hijo a tu amigo! ¡¡Ahhhhhhhhh…!!
—¡¡Mi amor, no!!
—¡Puta puta puta puta puta puta…! ¡Me estoy vaciandoooohhhhhhhhhhh…!
—¡Ahhhhhhhh…!
Estuvimos así un minuto, hasta que de a poco los dos nos fuimos desinflando. Toribio había quedado arrodillado frente a mis muslos, al costado de la cogida. Rafa lo miró con una sonrisa y se retiró, manoseándome por última vez la cola y liberándola.
—¡A limpiar, cuerno! —ordenó otra vez Remolacha.
—¿Qué? No, yo no voy a…
Toribio miró al viejo con espanto. Acababa de ver cómo me habían acabado adentro y ahora un hilo de leche se me colaba entre las piernas.
—¡A limpiar, carajo! —El viejo lo tomó otra vez de los cabellos y lo zampó contra el enchastre de semen que había hecho Rafa—. ¿Cómo le vas a hacer ese desplante a una mujer como la Noeh?
Toribio gritó del dolor, pero fue solo un segundo. Su boca quedó sepultada contra mi conchita rebalsada de leche.
—¡Mmmmggggfffhhh…!
—¡Tragá, cornudo! ¡Chupá toda la leche del macho y tragala hasta dejar a tu novia cromada!
—Mmmfffggghhh…
Miré hacia atrás y lo único que vi fueron los bracitos y manitos de mi novio agitándose al aire, y el brazo de Remolacha sepultando su cabeza en mi concha recién cogida.
—Así, mi amor, así… —lo alenté—. Qué buen novio sos… Así… Mmmmm…

Fue un día intenso. Rafa me volvió a coger esa misma tarde, ante la pasividad de mi pobre novio que ya no volvió a reclamar nada. Y a la noche, antes de cenar, aprovechando que mi Toribio estaba medio derrotado, lo mandé a lavarme el body a mano mientras en la habitación me monté al viejo gordo y asqueroso, que tenía una manguera de surtidor de nafta por pija.
Como ven, al final Toribio estrenó mi body. Y eso me pone contenta, porque me encanta darle todos los gustos a mi novio.


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4 COMENTAR ACÁ:

Unknown dijo...

Sin la mas minila duda lo que tu escribes no es solo lectura herotica, es arte

Anónimo dijo...

Muy buen relato, se hacen cortos, eso demuestra lo buenos que son, felicitaciones!!!

Vikingo Miron dijo...

Espectacular Rebelde, que envidia me da Toribio...quien pudiera....fantastico el Rol de Remolacha...y la conexion de los personajes, Don Brotola, La Yesi...etc.
Esperando la segunda parte el 20 no?

Ahora a disfrutar con La Isla del Cuerno.

SALUDOS VIKINGO MIRON

Rebelde Buey dijo...

de este relato no hay segunda parte. acaba acá (ups!)
casi con seguridad en una semana publico un anecdotario de una nueva novia un poquitín puta, como las que andan medio en bolas por este blog xD

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