Odio las disyuntivas, y ese
día no sé qué le agarró a Toribio pero el muy egoísta me puso en una posición
espantosa. Le pedí que me regalara una ropita sexy para el fin de semana, ya
saben, para usar con sus amigos; bah, con Rafa solamente, salvo que trajera
algún compañero suyo del trabajo como hace a veces. En fin, no me pareció que
había que aclarar algo tan obvio, la cuestión es que me compró un body gris muy
fino que me marcaba todo el cuerpo, re lindo, y me hacía un culazo de película.
Pero el tonto se creyó que era para usarlo juntos. ¿Desde cuándo uso ropa sexy
para hacer el amor con él?
No hubo forma de que
entrara en razón, decía que porque es mi novio tiene derecho a que use esas
cosas con él y no con Rafa o los otros que me garchan siempre, que al ser su
pareja no debía acostarme con todos los tipos con los que lo hago cornudo. No
sé de dónde sacó esas ideas raras, pero enseguida lo puse en caja. Le expliqué
lo que ya le dije la primera semana que empezamos a salir: que un novio por
definición es un cornudo, que no hay otra manera de ser novio, y que la única
forma de salir del noviazgo era con el matrimonio, que usualmente llega cuando
la novia queda embarazada. Y si es del novio, mejor.
Me discutió como un chico.
Él ya sabía todas estas cosas, pero estaba empacado en que yo estrenara el body
con él, que aparentemente le gustaba mucho y lo pagó carísimo.
No sabía qué hacer, de
pronto la persona que más amaba en este mundo se había puesto terca y egoísta.
Hablé con mis amigas, que se sorprendieron tanto como yo. Jamás les había
pasado algo semejante con sus parejas, así que no supieron cómo aconsejarme.
Solo Valen me dio una pista. Me dijo que tenía una conocida de patinaje, una
chica embarazada de los barrios pobres de Alce Viejo, que se hacía coger por un
viejo delante del esposo y que ese viejo sabía cómo lidiar con este tipo de
caprichitos de los cornudos.
Me dio el número y la
llamé.
—Hola, ¿Yesi?
—¿Quién es?
—Me llamo Noeh, soy amiga
de Valen. La conocés de patinaje… ella me dio tu teléfono.
—¿Valen…? Ah, sí. Es que
ahora estoy… ocupada…
Se la escuchaba
contrariada, agitada tal vez, y de fondo se oían voces de hombres que, me
pareció, estarían discutiendo.
—Es solo un segundo, una
consultita nada más…
—...
—¿Yesi…?
La Yesi se alejó del
micrófono, como quien le habla a una persona que está en otra dirección. Atrás,
por ejemplo.
—Dale, Joselito, no hagas
la de siempre. Abrime las nalgas para que don Brótola me la pueda clavar
entera…
—¿Ye…sí…?
—Disculpame, es que estoy
ocupa… aaaaaaaaahhhhh…!!!
De pronto escuché la voz
angustiada y resignada de un muchachito. Desconté que era el Joselito, el pobre
cuerno de la Yesi.
—Yesi, por el amor de Dios,
dejá de hablar por teléfono mientras te coge don Brótola, se van a pensar que
soy un cornudo…
—Yesi, no pensé que…
—Perdoname, Noeh, es que
don Brótola tiene un pedazo que… oh, ahí viene de nuevooooohhhh ¡¡por Dios,
Joselito, abrime más que me está llenando el culo como un pavo en navidad…!!
Me sentí incómoda, pero
para qué negarlo: también me daba morbo escuchar cómo se cogían a una colega.
—Te… te llamo en un rato…?
La chica era sencilla pero
mandada. Y le gustaba ayudar.
—¿Qué… necesitabas…? —y
ahora otra vez hacia atrás—: Dejá de tocarte, Joselito, no seas pajero, y
abrime bien para que me entre más hondo…
—No quiero que el que te…
coge… se moleste con vos.
—No, está bien, a don
Brótola no le importa… Ahhhhh… Mientras me clave y acabe… Ahhhh… a él no le
importa nada… Ahhhhhh…
—Tengo... Mi cornudo está en una etapa rebelde, no sé…
se puso caprichoso y ahora quiere que la ropa que me regala la estrene con él.
—Ahhhhh… Sí… Mi Joselito
pasó por algo parecido… Ahhhhh… ¡¡Don Brotola, no pare!!
—Me dijo mi amiga que
conocés a un viejo sabio que me pueda orientar.
Hubo un silencio. Por el
teléfono podía escuchar sin problemas el fap fap sobre el culo de la Yesi.
—¿Es tu novio de verdad o
es una relación cualquiera…?
—Le quiero hacer tantos
hijos como pueda para que los críe como suyos.
—Ah, va en serio la cosa.
Está bien, después te mando el contacto al número del que me llamaste.
—¿Es el que te está
cogiendo?
Fap fap fap fap…
Podía notarse que le
estaban rompiendo el culo de manera violenta.
—No… Ahhhh… a don Brótola
le va a importar un carajo tu relación… Ahhhh... Pero tiene un amigo… Ahhhh…
llamado Remolacha… ¡¡¡Aaaaaaahhhhhhhhhhhhh!!!
A los tres días, Toribio y
yo estábamos en mi casa (bueno, de mis padres, pero al estar ellos de viaje por
unos días, era mía) tal cual me había sido indicado: yo en minifalda y camisa,
y con mi cornudo al lado mirando tele y hablando tonterías.
—Mi amor —Toribio me tomaba
de las manos y me sonreía cuando quería darme buenas noticias—, hablé con mi
capataz… creo que lo convencí de que no vuelva a cogerte…
—¿Cuándo hablaste, bichi?
—me sorprendí—. Porque hoy a la mañana me mandó un wasap diciéndome que ya
había encontrado a los dos machos ideales para enfiestarme… Mirá, hasta me
mandó fotos de sus pijones…
—¡No quiero ver eso! No
quie… P-pero… ¡carajo, son enormes!
—Pseee… Más o menos como la
del capataz.
La charla romántica se
cortó con el timbre de la puerta. Fui a abrir, yo ya sabía con lo que me iba a
encontrar. Pero Toribio no. Regresé trayendo dos hombres de la mano: Rafa, uno
de sus mejores amigos, y un viejo gordo vestido con camiseta sin mangas y un
calzoncillo celeste y tan amplio que no
dejaba adivinar si abajo había un equipo estándar o importante. El
viejo, feo y no del todo desagradable, transmitía sin embargo cierta paz y
calidez que me hizo sentir menos ansiosa.
Me paré delante de mi
novio, que estaba sentado. Ahí frente a sus ojos, con mi minifalda breve y las
medias blancas por encima de las rodillas. Estoy segura que tenía el pitulín
parado. Ante su asombro, simplemente dije:
—A Rafa ya lo conocés, me
coge casi desde que empezamos a salir. Y este señor es Remolacha —El viejo
asintió con la cabeza—, que viene a solucionar ese asunto del body gris.
—El body gris lo vas a
estrenar conmigo —se puso firme el cornudo—. Y no pienso negociarlo.
Remolacha me soltó la mano
y se alejó un paso, mirándonos a todos.
—Coincido con el cornudo.
Aunque en el primer segundo
se alegró porque le dieran la razón, mi novio le puso mal gesto.
—¡Tengo nombre, me llamo
Toribio!
—Ah, mil perdones —se
disculpó el viejo con sentida sinceridad—. Coincido con el cornudo de Toribio.
Fue mi turno de rebelarme.
Se suponía que este tal Remolacha me iba a ayudar.
—Pero si hoy estrena un
body… mañana, qué? Va a querer coger en la noche de bodas… ¡o en la luna de
miel! ¿Estamos todos locos? ¿Los machos no tienen derechos, también?
—Ya te dije que no voy a
pedir más privilegios. Pero esta prenda es especial para mí, y un noviazgo no
se trata solamente de vos, también yo cuento.
—A ver… —quiso enterarse
Remolacha—. ¿Por qué es tan especial esta ropa?
—Es muy parecida al
conjuntito que tenía Noeh el día que nos pusimos de novios… el día que me
declaré en el boliche y me dijo sí. Es la misma tela, solo que aquella era una
camiseta y una tanguita —De pronto se dirigió a mí y los ojos se le pusieron
acuosos—. Las llevabas juntas… Eran igual igual a este body, solo que dos
prendas en vez de una.
—¿Pero cómo…? Ese día no
nos acostamos… no pudiste ver mi ropa interior…
—Te espié cuando te
llevaron al costado de la barra… tras los cortinados… para que te fueran
cogiendo de uno en uno los tres barman…
De pronto me vi haciendo
cálculos y caí, emocionada.
—Mi amor, a esa altura de
la noche ya éramos novios.
—Sí.
—Yo pensé que te había
hecho cornudo por primera vez a la semana siguiente.
Me abalancé con una
revolución en el estómago, lo tomé de las mejillas y lo besé en la boca como
pocas veces desde que nos pusiéramos de novios. Un beso largo, enamorado y
excitado.
Para hacerlo debí
inclinarme sobre él, por lo que dejé en punta mi cola y la minifalda se me
subió. Entonces sentí una mano sobre mi nalga. Una mano rugosa, que no se me
hizo desagradable, más bien todo lo contrario. Era firme y decidida. Remolacha.
—Quitate la camisa —me
ordenó el viejo.
El beso se rompió, y
Toribio se dio cuenta que Remolacha me metía mano.
—Oiga, ¿qué está haciendo?
Yo seguí inclinada con mi
rostro cerca del de mi novio. Comencé a desabotonarme la prenda y pronto el
cuerno se olvidó del viejo y abrió los ojos maravillado.
—¡El body! —dijo al
descubrirlo bajo mi camisa.
—Tocalo —invitó cálidamente
Remolacha, que no dejaba de manosearme la cola. Rafa comenzó a imitarlo sobre
la otra nalga, la que le quedaba de su lado.
Toribio, algo emocionado,
llevó su mano hasta mi body y el muy pícaro inició el contacto en mis pechitos.
—Oh, Dios… Cuánto hace…
—rogó, y me dio un poco de pena.
Se llenó la mano derecha
con uno de mis pechos y casi podría decir que estaba a punto de llorar. Lo
apretaba suavemente, lo masajeaba y lo miraba con una devoción tan pajera que
en ese momento tuve ganas de que alguien me hiciera un hijo para casarme con
él.
—Te amo… —le murmuré, y sin
dejar de manosearme los pechos me besó.
Casi como un padre,
Remolacha espoleó a Toribio a dar un paso más.
—También vas a ser el
primero en usarle el body para hacerle el amor.
Mi novio casi se atraganta
con mi lengua. Me dejó sin beso y se asomó hacia atrás, hacia Remolacha y Rafa
que no paraban de amasarme las nalgas.
—¿En serio? —dijo con sus
convicciones sorprendidas, como si nunca hubiera creído en ellas—. Claro, es lo
que corresponde, ¡soy el novio!
Me dejó así doblada contra
el respaldo del sillón y con el culo en punta, para irse atrás.
—Quitale la minifalda
—pidió Remolacha—. Esto es todo tuyo —y señaló mi culazo, que la pollerita no
lograba cubrir.
Toribio desprendió el
broche que sostenía la tela y la prenda cayó a mis tobillos, exhibiendo mi
culazo tragando el body y haciendo explotar mis cachetotes.
—Oh, por Dios… —rezó
Toribio, extasiado.
—Inclinate un poco y
besala.
Toribio obedeció a
Remolacha. Se inclinó, corrió para un costadito la tela que protegía como una
bóveda mi conchita y se llenó la boca con mi sexo hasta tragarlo todo.
—Ahhhhhhhh… —gemí de
placer.
Los hombres en esa casa lo
alentaron:
—¡Muy bien, Toribio! —dijo
Remolacha.
—¡Así se hace, cuerno!
—Rafa.
Mi novio siguió comiéndome,
yo ya lo venía acostumbrando a hacerlo, en general cada vez que otro terminaba
de cogerme de verdad. Se estaba convirtiendo en un experto.
—Ay, mi amor, qué rico lo
hacés…
Giré un poco y entreabrí
los ojos. Toribio estaba arrodillado, mamando concha hacia arriba, como un
pichón recibiendo su comida. El viejo Remolacha lo miraba concentrado. Su
calzón celeste ahora le marcaba una erección descomunal, que no se adivinaba
cuando llegó. Supongo que el manoseo sobre mi cola y un cornudo rindiendo
pleitesía a su novia lo estarían excitando.
—Listo, cuerno —cortó
Remolacha.
Quitó amablemente a mi
novio hacia un lado, pero Toribio se resistió y el viejo terminó imponiéndose
con más fuerza. Del otro lado —del lado que yo no veía— se acercó Rafa. Se puso
detrás mío, con el vergón ya listo y en la mano.
—¡No! —rogó mi novio—.
Tengo que estrenar el body un poco más.
Pero Rafa ya esgrimía la
pija dura hacia adelante, y si Toribio no se corría la verga le iba a dar en la
cara. Toribio se asomó detrás de mi cola y me miró. Le sonreí con cierta
condescendencia. Pero al sentir las manazas de Rafa tomarme de cada nalga, se
me fue la sonrisa.
—Ahí va, putón —le escuché,
y noté el glande apoyarse en mi conchita y hacer presión para acomodarse y
penetrar.
Me entró la cabeza.
—Ay, sí… —gemí.
Sentí entrar cabeza, tronco
y un poco más.
—Qué buena que estás, hija
de puta… nunca me voy a cansar de cogerte…
Como el cornudo me había
estado lubricando, la verga entró hasta la mitad con bastante facilidad.
—¡Mi amor, el body te lo
tengo que estrenar yo!
—Claro, cornudo, vos fuiste
el primero… vos lo estrenaste… —tres cuartos de pija—. ¡¡¡Ahhhhhhhhh…!!!!
Remolacha, más atento que
cualquier otro, ordenó:
—Cuerno, no deje de correr
para un costado la telita del body, para que le cojan a su novia con mayor
facilidad.
Sentí el tironeo de Toribio
abajo, liberando mi conchita, lo que me permitió abrir mis piernas unos
centímetros más. Automáticamente la verga de Rafa ingresó el cuarto que quedaba
y se mandó hasta la base.
—¡¡¡Ahhhhhhhhhhh por
favor…!!!
—¡Muy bien, cuerno! —alentó
el viejo, siempre paternal.
Rafa comenzó a bombear
suave y firme. Podía sentir cada centímetro de pija con que me llenaba. Me
amasaba la cola y mandaba verga para adentro. La sacaba con cierta reluctancia
y otra vez a amasar y clavar.
—Noeh, me dijiste que yo
iba a estrenar el body y el que te coge es Rafael… Yo apenas estuve un minuto.
—Dejate de joder, Torib…
—El cuerno tiene razón
—sorprendió Remolacha—. Correte un cachito, Rafa.
Rafa, obediente aunque sin
entender, sacó la verga y yo sentí como si mi bajo vientre se desinflara.
Inesperadamente Remolacha
tomó la nuca de mi novio y llevó su rostro con algo de violencia hacia mi sexo
expuesto y recién pijeado.
—¡Tragá, cuerno! —le
ordenó, y lo refregó contra mí.
Sentí la nariz y la boca de
mi novio contra mi concha, y luego todo el rostro, como si estuviera pintándome
con su cara. Eso me calentó y comencé a jadear como una puta.
—Mmmfffggghhh… —se quejaba
Toribio, hasta que me enganchó abajo con su boca y comenzó a chuparme.
—Ay, sí, mi amor, limpiame
toda la pija que acaba de meter Rafa…
Me comió unos buenos
segundos hasta que Remolacha lo sacó con la misma violencia y sorpresa con la
que lo puso allí.
—¡Espere, don Remolacha!
—suplicó.
No hubo caso. Rafa ocupó
enseguida su lugar y retomó el bombeo.
¡Fap! ¡Fap! ¡Fap! le hacía
su panza contra mi cola. Me mandaba toda la pija adentro, y la sacaba hasta la
punta del glande. Los movimientos eran rápidos y firmes, y luego de cuatro o
cinco minutos sentí que me venía.
—Sí, sí… No pares… No
pares, Rafa… Llename de pija… Mostrale al cuerno cómo se coge… Ahhhh…
Rafa intensificó el bombeo
y le agregó violencia. El pobre Toribio seguía arrodillado, con la cara junto a
mi culazo, prácticamente sobre la penetración. Remolacha todavía lo tenía
tomado de la nuca, como un perro desobediente.
Fap! Fap! Fap! Fap! Fap!
Fap!
—¡Ahhh…! ¡Por Dios… qué
buena… Ahhhh… cogida me estás dando… Ahhhh… hijo de putaaahhh…!
Fap! Fap! Fap! Fap! Fap!
Fap!
—Me vengo… —Sentí un
subidón cálido desde el centro del universo. Iba a cerrar los ojos y en cambio
los abrí y giré hacia Toribio—. Me están por hacer acabar, mi amor…
Fap! Fap! Fap! Fap! Fap!
Fap!
Y de pronto Remolacha
corrió a Rafa y en el mismo movimiento arrastró desde los cabellos de la nuca
la cara de mi novio hasta mi concha.
—¡Limpiá, cuerno! —le
gritó—. ¡Tragate toda la cogida que para eso sos el novio!
Estaba a punto de acabar, y
el contacto de la cara de Toribio contra mi concha y su desesperación por
rapiñar algo de sexo, de esa cogida, de ese orgasmo que me venía, gatilló el
polvo y lo intensificó hasta el infinito.
—¡¡¡AHHHHHHHHHHHHHHHHH…!!!
—¡Limpiá, cornudo!
—Remolacha le hundía la cara a Toribio en mi conchita recién usada—. ¡Estrená
el body de tu novia, la puta que te parió!
—Mmmggghhhffffsss…
Pobre cuerno mío, trataba
de comerme la conchita pero se le complicaba, con la presión del viejo sobre la
nuca, que le aplastaba la cara contra mi concha y mi culo. Se tuvo que agarrar
de mis muslos para no caerse.
Yo seguía acabando:
—¡Aaaahhhhhh…! ¡Seguí,
cornudo, seguí…!! ¡Ahhhhhh…!
El patético de Toribio se
prendía como una garrapata. Pobre, en el fondo sabía lo que estaba por suceder.
Rafa lo sacó de un empujón.
—¡Rajá, cuerno, que le
quiero acabar a tu novia!
Toribio fue a dar al piso.
Yo ni tiempo tuve de reaccionar, sentí el vergón de Rafa penetrarme otra vez y
mandarse completo hasta los huevos, de un solo movimiento. Me sentí tan llena
de verga que ese solo hecho encadenó mi segundo orgasmo con el primero, que aún
no se había retirado.
—¡¡Ahhhhhh… síííííí, Rafa!!
¡Cogeme fuerte, llename de verga que me vengo de nuevo…!
—¡De leche te voy a llenar,
hija de puta! ¡Tomá! ¡Tomá! ¡Tomá!
Y Toribio:
—¡¡Rafa, no!! ¡Acabale
afuera, por favor!
—¡Tomá, putón, te echo los
pibes!
—¡Sííííí… Sííííí… ¡Toda
adentro! ¡La quiero toda adentro! ¡¡Ahhhhhh…!!
—¡Sacala, hijo de puta!
Sacala que me la vas a llenar de leche!
—¡Ahhhhhhhh…!! ¡Puta puta
puta puta putaaaahhh…!
—¡Llename, Rafa! ¡Hacele un
hijo a tu amigo! ¡¡Ahhhhhhhhh…!!
—¡¡Mi amor, no!!
—¡Puta puta puta puta puta
puta…! ¡Me estoy vaciandoooohhhhhhhhhhh…!
—¡Ahhhhhhhh…!
Estuvimos así un minuto,
hasta que de a poco los dos nos fuimos desinflando. Toribio había quedado
arrodillado frente a mis muslos, al costado de la cogida. Rafa lo miró con una
sonrisa y se retiró, manoseándome por última vez la cola y liberándola.
—¡A limpiar, cuerno!
—ordenó otra vez Remolacha.
—¿Qué? No, yo no voy a…
Toribio miró al viejo con
espanto. Acababa de ver cómo me habían acabado adentro y ahora un hilo de leche
se me colaba entre las piernas.
—¡A limpiar, carajo! —El
viejo lo tomó otra vez de los cabellos y lo zampó contra el enchastre de semen
que había hecho Rafa—. ¿Cómo le vas a hacer ese desplante a una mujer como la
Noeh?
Toribio gritó del dolor,
pero fue solo un segundo. Su boca quedó sepultada contra mi conchita rebalsada
de leche.
—¡Mmmmggggfffhhh…!
—¡Tragá, cornudo! ¡Chupá
toda la leche del macho y tragala hasta dejar a tu novia cromada!
—Mmmfffggghhh…
Miré hacia atrás y lo único
que vi fueron los bracitos y manitos de mi novio agitándose al aire, y el brazo
de Remolacha sepultando su cabeza en mi concha recién cogida.
—Así, mi amor, así… —lo
alenté—. Qué buen novio sos… Así… Mmmmm…
Fue un día intenso. Rafa me
volvió a coger esa misma tarde, ante la pasividad de mi pobre novio que ya no
volvió a reclamar nada. Y a la noche, antes de cenar, aprovechando que mi
Toribio estaba medio derrotado, lo mandé a lavarme el body a mano mientras en
la habitación me monté al viejo gordo y asqueroso, que tenía una manguera de
surtidor de nafta por pija.
Como ven, al final Toribio
estrenó mi body. Y eso me pone contenta, porque me encanta darle todos los
gustos a mi novio.
4 COMENTAR ACÁ:
Sin la mas minila duda lo que tu escribes no es solo lectura herotica, es arte
Muy buen relato, se hacen cortos, eso demuestra lo buenos que son, felicitaciones!!!
Espectacular Rebelde, que envidia me da Toribio...quien pudiera....fantastico el Rol de Remolacha...y la conexion de los personajes, Don Brotola, La Yesi...etc.
Esperando la segunda parte el 20 no?
Ahora a disfrutar con La Isla del Cuerno.
SALUDOS VIKINGO MIRON
de este relato no hay segunda parte. acaba acá (ups!)
casi con seguridad en una semana publico un anecdotario de una nueva novia un poquitín puta, como las que andan medio en bolas por este blog xD
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