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martes, 23 de junio de 2020

Postales de Alce Viejo (00)

Desde mañana y por algunos días comenzaremos a publicar estas Postales de Alce Viejo, que no son otra cosa que pequeñas pastillas acerca de usos y peculiaridades tradicionales del pueblo, como para que tengan una idea más acabada de Alce Viejo. Trataré de publicar una cada dos día (o sea, día por medio), y cada Postal tocará un tópico particular, costumbres y tradiciones que le tengo asignado al pueblo desde hace años y de los que todavía no pude escribir. Es decir que esto será como una "muestra gratis" del universo completo, esperando que algunas de estas tradiciones puedan convertirse en algún momento en series o miniseries.
Serán textos breves y tranquilos, como para amenizar la espera del capítulo final de La Isla del Cuerno. Les dejo la presentación (debajo de la foto), pero en la práctica la cosa arranca mañana.




Me encomendaron escribir unas líneas sobre Alce Viejo, “pintar la aldea para pintar el mundo”, como suele decirse. Me lo encomendaron porque nací en el pueblo y lo conozco de pe a pa. Porque soy un típico ciudadano del pueblo, me dijeron. Pero en eso se equivocan. Yo sé lo que significa eso de típico. Acá en Alce Viejo el típico ciudadano es un cornudo. Y claro, si hay un cuerno también hay un macho. Aunque eso ya no es tan típico, porque dicen que hay menos de estos, muchos menos, en realidad, y que incluso hasta vienen de otros pueblos a sostener las estadísticas y mantener en buen número la cantidad de maridos engañados.
Como sea, yo no soy un típico paisano del pueblo, no, señor. No digo que mi esposa nunca me haya sido infiel. En Alce Viejo no hay mujer que no haya tenido aunque sea un pequeño desliz alguna vez en su vida, algo inocente. Y Marina apenas si me hizo cornudo una o dos veces, como ya les contaré, cuando acá lo típico es que te pongan guampas a diario desde el primer día de noviazgo hasta mucho después del divorcio. Aunque nadie se divorcia, ése es otro número estadístico del pueblo. Y nuestro orgullo.
Porque es así: tenemos el mayor número de cornudos de Latinoamérica, posiblemente del mundo, y el menor número de divorcios, casi nulo, les diría.  ¿No es un milagro digno del Tata Dios? Y todo gracias a nuestras mujeres. Las dos estadísticas.
Pero bueno, aunque yo no sea el típico ciudadano de Alce Viejo, tampoco voy a ser descortés y de todos modos les contaré algunas curiosidades y pequeños secretos del pueblo, como para advertirle a cualquiera que tenga cuidado al venir o —mejor aún— que ni loco pise por acá, porque aunque cruce con el auto sin parar siquiera a cargar nafta, de alguna manera su mujer va a terminar cogida antes de salir del pueblo. ¿Creen que exagero?


El Pueblo.
Alce Viejo se compone de varios caseríos, barrios y comarcas. Está el pueblo propiamente dicho, pongámosle en el centro de todo, como para que se hagan una idea. Por esas cosas de la vida y de la economía, con el tiempo se le han pegado Ensanche al sudeste (un caserío que vive de un astillero), Lobos al sudoeste (una zona de quintas con un laguito), y una playa casi de mar al noreste, cuando el río se hace ancho como el océano. Un poco hacia el sur pero al medio, casi saliendo del pueblo pero sin salir, está Esquina del Cuerno, que es a donde van a parar las parejitas que salen los jueves del bailongo. Y ya que estamos, el boliche para bailar queda en la ruta, justo a la entrada. Más abajo, por la misma ruta están la estación de servicio y luego la parrillita del Antonio, que se llena de camioneros. Y para arriba, si le pega derecho va a encontrar enseguida la playa, o “la costa”, como le decimos acá. Y si sigue por la ruta dos horas más, llega al otro pueblo, Tronco Grueso, con el que hay pica, como hay siempre entre pueblos vecinos. En nuestro caso, porque en ese pueblo son casi todos machos y andan escasos de mujeraje, entonces vienen a deslecharse a Alce Viejo, donde todas las mujeres son fáciles. Bueno, no todas, mi novia y algunas otras se mantienen decentes, pero son las excepciones.
La población de Alce Viejo es de 2.700 habitantes, divididos —según el último Censo Nacional— de la siguiente manera:
1.000 mujeres, 1.000 cornudos, 300 machos y 400 niños y niñas.
De lo que no hay cifras es de cuántos de esos mil cornudos son conscientes o no. Los viejos del pueblo coinciden en que es mitad y mitad.


Mañana les contaré sobre "El Día de la Bruma", una costumbre anual de más de cien años, que ningún cambio climático pudo erradicar.

3 COMENTAR ACÁ:

Vikingo Miron dijo...

Tronco Grueso jaja Rebelde que grande eres y lo del senso increible, como me gustan estas cosas simples, aportes que dan al morbo total!!
A festejar la idea!

SALUDOS VIKINGO MIRON

Anónimo dijo...

Luks: No estoy todavia familiarizado con el universo de alce Viejo pero el censo jajajaja uno asi deberia de haber en la vida real XD

GinHindew110 dijo...

El Universo Cinematico Cornudo finalmente toma forma

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