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miércoles, 14 de agosto de 2019

Me Tragué el Orgullo [Micro Relato]


Para que después no digas que no te escucho, mi amor, lo pensé bien y tenés razón, no podemos darnos el lujo de que me echen por un capricho mío. Así que al final hice lo que me dijiste, regresé a la fábrica y hablé con mi supervisor. Estaba re caliente conmigo —caliente de enojado, obvio— y yo aproveché eso.
Lo descoloqué de entrada. Me arrodillé delante de él como para pedir perdón e hice lo que vos me dijiste: me tragué el orgullo. Pero mi supervisor es malo, por eso tengo problemas con él, quería que me lo trague más.
Más no puedo, le dije. “Te lo vas a tragar todo igual”, me ordenó. Pero me costaba un montón. Porque ya me conocés, yo soy muy orgullosa. Hasta arcadas me empezó a dar (de la impotencia). Por suerte en un momento a mi supervisor se le terminó la paciencia, me tomó de los cabellos y presionó hacia abajo y poco a poco me fui tragando todo el orgullo. Hasta la base.


Moqueaba, me salían lágrimas; me sentía atragantada de angustia.
Al final en un momento él decidió acabar. Acabar con la reunión, porque estaba en medio del turno de trabajo y si venía su jefe y nos veía así, lo iban a echar a él también.
Entonces me levantó la cabeza y me dijo:
—¡Te la echo toda!
Yo pensé que era un tonto, si ya me había echado. Y lo que yo quería era recuperar mi trabajo. ¿Ves con qué brutos tengo que lidiar todos los días, mi amor?
Así que llevando tu consejo más allá, pensé: si hasta ahora me fue bien tragándome el orgullo, debería tragármela todavía más. Pero el supervisor me sorprendió. Empezó a agitarse, supongo que estaría enojado conmigo, y ahí me anunció:
—Te la echo en la cara.
—Sííííí… —le grité desesperada, porque pienso que si la idea es recomenzar con un vínculo laboral de cero, lo mejor es echarse los reproches en la cara, nada de andar por atrás.
—¡Te la echo toda, puta!
En la fábrica le dicen puta a todas las chicas, es un ambiente muy machista que a vos te incomodaría.
Me quité el orgullo para dejar de tragármelo por un momento y así de rodillas como estaba le ofrecí el rostro pleno para que me la eche toda. Empezó a agitarse como un toro en celo y en unos segundos echó sobre mi cara todo lo que venía acumulado.


Unos minutos después, con mi supervisor desahogado y conciliador, me dijo:
—Te voy a reincorporar. Pero a tu trabajo habitual le vamos a sumar una charla de capacitación diaria como la de recién. Cuando termine la jornada y se vayan todos, te venís a mi oficina y le damos una hora completa donde te vas a tragar el orgullo las veces que se me antoje y por donde te diga. Así que andá avisándole al cuerno que vas a llegar todos los días una hora más tarde.
Acá le dicen cuerno a los novios de algunas chicas que trabajamos en la fábrica; debe ser una cosa del sindicato, no sé. Así que ponete contento, mi amor, que desde mañana me reincorporan en la fábrica, como vos querías. Y con un bono mensual del capataz, como yo quería.
¿No hacemos un gran equipo juntitos?

FIN - ver 1.1

2 COMENTAR ACÁ:

Anónimo dijo...

¡Genial! Me gustó mucho.

Carlos, de Colombia.

Vikingo Miron dijo...

Corto, morboso y como me gustan las relacion Hotwifes/Jefes..ya sea el de el o el de ella.

Gracias Rebelde
SALUDOS VIKINGO MIRON

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