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lunes, 22 de julio de 2019

Jordy 01 [Ayudá a decidir a Prudencio]

No quiero sonar a pretencioso ni desagradecido. Por favor, no. Si me conocieran, sabrían que no soy ni una cosa ni la otra. Es más, cuando Emmanuel, el hijo del patrón, me comentó que con sus amigos estaban pensando en presentarme una gurisa, al principio el pecho casi me explota de la alegría. Porque yo soy un poco corto, y un poco menso, y pa que mentirles, con ninguna experiencia con las mujeres. Sí, a mis 40. Claro que ninguna ninguna, no. Pero con putas no vale, creo yo. Y menos las tres veces que pagué en toda mi vida. Así que de mujeres, cero.
Se imaginarán cómo estaba cuando el hijo del patrón me comentó lo que tenían en mente. No pude dormir esa noche ni la siguiente. Más con la fama del hijo del patrón. Él sí conoce de mujeres. Él y sus amigos, otros hijos de otros patrones de la zona. A veces (los lunes, más que nada) se juntan al mediodía y se comentan sus andanzas del fin de semana. Yo he estado en muchas de esos almuerzos improvisados, porque son generosos e invitan. Que fulana, que mengana… Siempre son las novias de alguno o la esposa de otro. “Porque esas no quieren compromiso”, dicen. Ellos saben, de esa manera cogen seguido y ninguna mujer los anda persiguiendo para ponerse serios. Ah, que esto quede entre nosotros: se cogen a muchas de las mujeres de mis compañeros jornaleros. ¿Pueden creerlo?
Todos los lunes era una nueva. Una nueva para uno, no para el resto; porque seguro la china que se había estado cogiendo todo el fin de semana uno, era la que se había cogido la semana anterior algún otro. Se las pasaban. Como si fuera ropa. Las probaban y se pasaban la prenda al amigo. Que fulana hace esto, que mengana te hace lo otro… Eran charlas divertidas, aunque me daba un poco de envidia, no lo voy a negar. Porque yo nunca iba a estar ni cerca de una de esas mujeres. A veces agrandaban el convite hacia mí, como si yo fuera igual a ellos. No lo hacían desde la burla, sino desde la condescendencia. Como fuere, yo hacía como que estaba a su nivel.
—A cuántas putitas a punto de casarse te habrás garchado, ¿eh, Prudencio?
—Y… no tantas como creen, pero a unas cuantas… —mentía con culpa.
Y mientras pinchábamos un cacho ‘e carne, o empinábamos un vasito ‘e vino, cada lunes era “que fulana esto, que mengana lo otro…”. Pero la fulana más mencionada, la que con cada nueva anécdota generaba más expectativa en todos, era una llamada Jordan, a la que acortaban cariñosamente en Jordy.
Jordy era una de las más putas, decían. No puta de pago, sino de las que les gusta la pija. Tenía verdadera vocación de hembra complaciente con los hombres de verdad. La habían conocido hacía unos años, y en todo este tiempo había estado saliendo con uno u otro papanatas, pero ellos nunca habían dejado de cogérsela. Jordy era la que mejor la chupaba. La que más rápido se regalaba. La que se derretía ante los morbos más extremos (el término doble penetración anal lo conocí con una de sus anécdotas).
Así que tres días después estaban el Emmanuel y un par de sus amigos, no un lunes sino un jueves, apartándome de los sangüesos para hablar en privado. Con un celular en la mano y murmurando pa’ que nadie más escuche.
—La cosa es así, Prudencio —arrancó el Emmanuel—. Tenemos una chica para vos. Es hermosa, es divertida, le encanta el sexo pero ahora quiere enseriarse con alguien. Tiene un culazo para estacionar una bici, unas tetas que se te va a parar nada más de  verlas, y es rápida para los mandados, no sé si m’entendés. Pero ahora quiere formar una familia, quiere un hombre serio que la cuide y la respete, y que tenga un trabajo digno. Y pensamos en vos, Prudencio.
Como les dije, mi pecho explotaba de gozo. Sin embargo también me di cuenta que esto era real. Una cosa era que el Emmanuel dijera que lo iba a hacer y otra que me diga que ya estaba cocinado.
—¿Pero va a querer salir con un jornalero? —me atacó de pronto el pánico.
—Le pasamos tu foto y está ansiosa por conocerte.
No me engañaba: sin dudas alguno de ellos se la habría cogido, y sin dudas no le satisfizo o no quiso hacer tal o cual cosa. Ésas duraban nada: se las cogía el primero, quien le comentaba al resto que no valía la pena, y quedaba “descartada” para todos. No me importó, era un costo que podía aceptar. Que se la hubiera cogido uno de ellos no era la gran cosa, todos venimos con alguna historia. Bueno, yo no, pero ustedes entienden. Por otro lado, si alguno de ellos le había echado el ojo (y llevado a la cama) era garantía de que la chica era hermosa de verdad, o al menos estaba buenísima. Estos changos andaban con mujeres de nueve puntos para arriba, nunca menos.
—E-está bien —dije sin saber cómo seguía la cosa—. Pero no sé ni qué hacer en una cita. Dónde llevarla… qué ropa ponerme… Ni plata para una cena, tengo.
—Tranquilo, Prudencio. A Jordy no le interesa el lujo ni una salida fastuosa. Lo único que quiere es un hombre simple y responsable que la ame y que quiera formar rápido una familia. Bien rápido.
Carajo, ¿la Jordy? ¿La misma que estaba tan buena y que se la habían garchado todos un montón de veces? Me subió calor y me quedé casi sin aire. “No sé…” alcancé a balbucear en voz muy baja. Como me vieron abrumado, Emmanuel sacó el celular y pinchó en una foto. Y me la mostró.


—Esta es Jordy. Y justo está necesitando un tipo como vos. Responsable, con trabajo, y con ganas de tener una familia rápido.
Yo no tenía ganas de tener rápido nada, menos un hijo. Pero miren lo que es esta mujer. Jamás en mil vidas podría estar siquiera cerca de hablarle a una chica así. Jamás. Y si sólo quería que le hiciera un hijo rápido, pues…
La única contra era eso de que se la habían cogido todos. ¡Todos! Y se la habían cogido extraordinariamente bien y durante un par de años. No iba a ser fácil aceptar eso. Aunque pensado fríamente, lo pasado pisado. Y mis amigos de verdad, mis compinches jornaleros, jamás sabrían que el hijo del patrón y sus amigos se la habían garchado a mansalva.
—Te paso la foto y su número a tu teléfono, Prudencio. Quiere una cita con vos para el sábado, así que ya sabés lo que tenés que hacer.
Se fueron y me dejaron solo. Sólo con esta foto y la posibilidad más emocionante de toda mi vida. ¿Qué iba a hacer? ¿Podría de verdad ganarme a una mujer como esa? Por lo que dijo el Emmanuel, sí, ya estaba hecho. Pero yo tenía cero experiencia, y esa mujer era una máquina sexual. Podía pasar la primera cita, pero en cuanto fuéramos a la cama me escupiría como un carozo de aceituna.
Iba a invitarla, de eso no tenía dudas, o el día de mañana me querría matar ante la incertidumbre de “que hubiera pasado si…”. Iba a invitarla y seguramente a ser rechazado en cuanto me conociera dos minutos, así que había que achicar esa posibilidad al mínimo. Jordy andaba buscando enseriarse, así que nada de invitarla a bailar. Tampoco un bolichito de luces bajas para apretarla rápido. No iba a sorprenderla yo con ningún arte de seducción, hasta un chico de veinte años era más despierto que yo en esos temas. Debía invitarla a cenar. Simple. O más simple aún: a caminar y hablar (y de paso, más barato).
Así que tomé el teléfono y marqué todos los números. ¿Qué debía proponerle?

[OPCIÓN A] ¿Una cena en un ambiente lindo, cálido, algo romántico, donde poder charlar tranquilos, quizá tomando algo de vino para soltarnos un poco y conocerla más, ver si se anima a contar algo de su pasado y poder medirla mejor? Una cena a la que seguramente iría vestida apenas sexy, no provocativa, lo que me daría algo de seguridad para hablarle y hacerle preguntas. ¿Cómo sería? Llevarla, comer algo, divertirnos y regresarla a su casa, como hacen en las películas. Sí. De noche. Con la luna. Sin sorpresas ni problemas.
[OPCIÓN B] ¿O mejor llevarla a dar un paseo a la tarde? Una caminata de día, sin el estrés de una cita formal, deteniéndonos quizá a tomar un helado y nada más, con el sol todavía arriba, con gente alrededor que nos quite presión y no me obligue a abrazarla o besarla, porque no sabría en qué momento hacerlo. ¿Qué ropa elegiría ella para una cita de día? Si camináramos por el pueblo habría mayor exposición, supongo, pero no estaríamos pendientes de cómo van los cubiertos o si tenemos una verdurita en los dientes. El paseo tenía de bueno ser menos romántico. Y justamente eso también tenía de malo.

Elegí la mejor opción y apreté SEND en mi celular.

 —FIN—

¿Qué debe hacer Prudencio? Ayudalo a tomar la mejor decisión votando una de las dos opciones.
Sólo debés escribir en los comentarios OPCIÓN A  u OPCIÓN B, con tu nombre o seudónimo abajo, como si lo firmaras. Si estás logueado, tu voto vale más.


Voten solamente una vez. El viernes a las 24 hrs se cierra la votación, y el lunes (si el tiempo me lo permite) se publica la continuación de la historia, de acuerdo a lo que votó la mayoría.



8 COMENTAR ACÁ:

Anónimo dijo...

Como todos sus relatos muy bueno.
Leo casi todos los relatos de este tema que encuentro, hay muchas webs.
Las hay que tienen algunos buenos y bastantes mediocres, pero la mayoria son tirando a malos.
Su blog, es el unico en el que todos tiene un nivel altisimo.
Gracias por ello

Cat dijo...

Opcion B
Cat

John Smith dijo...

Genial este relato. Ya tengo ansias de saber cómo va a continuar.
OPCIÓN B.

Daz dijo...

Opcion A... y ya que coja con otro en el baño

Vikingo Miron dijo...

Muy interesante Rebelde hermosisima Jordy..un puton de ley, y me parece que Prudencio puede ser un gran personaje para sacarle el jugo...al estilo Poroto o Benigno jaja!!
Por mi OPCION A

Arriba Rebelde...el mejor!
SALUDOS
VIKINGO MIRON

Mikel dijo...

lo pones dificil jajaja

opcion A tambien...

Anónimo dijo...

Opcion A!

pui dijo...

Hola Rebelde!!!
Opcion B!!!

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