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sábado, 4 de diciembre de 2021

Naomi (01) | Anecdotario

NOTA: Los Anecdotarios son brevísimas historias, pequeñas anécdotas sobre personajes conocidos o nuevos. Estas historias en ocasiones servirán como semilla de relatos más completos y detallados. 
Por ahora los presentaré con el formato que ven: varias anécdotas de una sola infiel, publicados en conjunto.


NAOMI (01) | Anecdotario(VERSIÓN 1.0)
Por Rebelde Buey


Qué lindo cuando tu novio compra una casa para que los dos vayan a vivir juntos. Y miren qué habitación. ¡Y qué cama! Súper cómoda. Todavía no la pudimos estrenar… ya saben a qué me refiero. La primera noche, la noche del estreno, vino el Tucu, uno de mis “amigos”, el principal. Y bueno, tiene prioridad, obviamente. Quería ser él quien estrenara la cama, como buen macho que se precie, así que mi pobre Gaspar debió dormir en la habitación de servicio. A la noche siguiente cayeron los amigos de mi novio. Para conocer el departamento, claro. Y bueno, ya saben cómo son los amigos de un cornudo… Me fueron cogiendo uno a uno toda la noche mientras Gaspar otra vez en la piecita de servicio. El miércoles fue el turno de un compañero de trabajo de él, el jueves mi jefe, el viernes otra vez el Tucu… En fin, ya hace casi un mes que nos mudamos y el pobrecito de mi novio todavía no durmió conmigo. Bueno, una noche, sí. Él quería algo más, pero me habían estado cogiendo toda la tarde y estaba muerta, así que justo esa noche que a él le tocó compartir cama conmigo no quedó otra que solamente dormir. Igual él no se queja. Tiene esperanzas de que muy pronto pueda por fin hacerme el amor por primera vez.





Si se preguntan quién me enseñó a domar así a mi novio, que se aguanta los cuernos que le pongo sin chistar y solito se va para la habitación de servicio, aquí la tienen: mi prima Juana. Así como la ven, gordita y retacona, se casó con un banquero al que ya le hizo tres hijos, todos de sus machos, que el cornudo cría como si fueran suyos, a pesar de que son mestizos casi negros. Porque Juana además de coger con muchos, coge solo con machazos negros. 
¿El marido? Domado por completo: atiende la casa, le deja la comida lista para cuando viene de coger, lleva a los chicos al colegio y la tiene como una reina. Solo le pidió a ella que no lo abandone y que le permita hacerle el amor mínimo una vez al año.
Y conociendo a mi prima, eso es mínimo y máximo.





También me preguntan cuándo fue que mi novio y yo nos blanqueamos que él iba a ser mi cornudo. Fue un jueves de otoño, en la casa de su mejor amigo.
Ya antes él me había enganchado en situaciones raras y sospechosas. En cumpleaños de amigos, por ejemplo (la típica de perderse en la habitación). Otra vez llegó a casa de su primo e inexplicablemente yo estaba ahí, apenas vestida a las apuradas y sin zapatos. Y otra vez directamente me enganchó cogiendo con mi profesor de gimnasia. Siempre me perdonó. Y como me perdonó, seguí tomándome libertades que sabía a él no le gustaban. Y me volvió a enganchar  —clavada hasta la garganta—, esta vez por el bajista de una banda pedorra de acá de Alce Viejo. Y me perdonó otra vez. Hasta que empezó a entrar a casa haciendo mucho ruido con las llaves, o dejó de preguntarme a dónde iba o de dónde venía a esa hora, vestida así… Se hacen una idea, ¿no? 
Entonces un día me dije: Naomi, esto no puede seguir así, tu novio no se merece que le faltes el respeto de esta manera. Así que esa tarde, un minuto antes de que su mejor amigo me garchara en el piso de su nueva casa, le mandé esta foto y le avisé que estaba así casi sin ropas para que su amigo me cogiera a sus anchas. Pero que si no quería, si eso lo ponía mal, que me avise y yo no lo hacía. Por supuesto que mandé el mensaje y apagué el celular, para asegurarme de no recibir ninguna respuesta antes de la cogida, y tener la excusa para haberlo hecho de todos modos.
El amigo me estuvo garchando por horas, me hizo acabar un montón de veces y él se vació adentro mío en tres oportunidades.
Cuando salí de la casa me temblaban las piernas. Prendí el celular y al llegar a la vereda vi el auto de mi novio. Lo reconocí enseguida porque unos cuernos salían por la ventanilla, jajaja. Fui con él, entré, me saludó sin decirme nada. Parecía algo nervioso. 
Hasta que al final no aguantó más y me preguntó:
—¿Fuiste a conocer la casa nueva del Tucu?
Lo miré, yo estaba tratando de descifrarlo.
—Sí —le dije—. La tiene enorme —me mofé. Total, ya estaba jugada.
—¿Te gustó?
—Me encantó.
Puso una cara que al día de hoy no sé si fue de fastidio o resignación, encendió el motor y nos fuimos para nuestro barrio.
—Te aviso que voy a conocer la casa de todos tus amigos —anuncié, envalentonada por su falta de reacción—. De todos, ¿sí? Espero no te moleste.
—Siempre que me mandes una foto antes, como hiciste hoy, va a estar bien.
—Pero de todos, ¿eh?
—Ya lo sé.
Llegamos a casa y estacionó en la calle. 
—Hasta de tus compañeros de trabajo y de facultad…
Me miró los muslos desnudos, cortados al filo de la tanga por el pulóver, como una minifalda de los años 60.
—Ya lo sé…





Cuando salgo de la casa de alguno de mis machos siempre me fijo que no me chorree leche por los tobillos o que me haya quedado guasca en los zapatos. No por mí, sino por mi amorcito. En ese sentido Gaspar es muy estricto: nada de leche de machos a la vista de la gente. 
Sí, ya sé, es bastante tirano; pero bueno, yo lo amo.





Le dije a Gaspar que me besara re romántico para poner una foto de nuestro amor en el Instagram. Lo que no sabe es que además tengo otra cuenta pirata, la que uso para levantar y citarme con machos y hacerlo quedar al pobre como un pobre pelotudo. Pero no es de mala, es como un juego, y nadie ve las fotos excepto los que me cogen o me van a coger.
Sin blanquearle que era para el Instagram pirata, le dije a mi novio que se hiciera el heavy metal, haciendo cuernos con sus manitos. “Poderrrr”, decía el cornudo. Así que esa segunda foto la mandé a la cuenta de los que me cogen y lo dejé expuesto para que hagan comentarios de lo gorriado que es.
Puse la foto y el siguiente texto, a ver qué piensan ustedes: “Ayudemos a mi novio a que los cuernos de la mano se le suban a la frente”.
Funcionó muy bien atrayendo tipos morbosos.






La lencería y el reloj me los pagó el cornudo...
El tatuaje... “regalo” del tatuador ^.^





Cuando me voy sin el cuerno de vacaciones, o en algún fin de semana largo, siempre hacemos el mismo juego con los machos que me acompañan. Me hago sacar una foto de esas que sé que a Gaspar lo ponen calentito y se la hago mandar por el celular de alguno de los nuevos, para que no reconozca el número.
Se vuelve loco de curiosidad. Se la pasa llamándome y dejándome mensajes preguntándome dónde estoy, con quiénes estoy. Y lo mejor: con cuántos estoy.
A veces saca cuentas en base a las sombras que se ven en las imágenes, o amplía las fotos para ver en los reflejos de los lentes oscuros. Yo nunca le digo nada, aunque siempre le dejo claro que me están ensanchando y que no me va a sentir cuando llegue  a casa. ¡Como si en casa me cogiera!
Lo más divertido es a la noche, porque sabe que ahí me cogen en manada. Tener a dos o tres amigos suyos, más dos o tres amigos de esos amigos en la misma habitación y dándome duro o esperando su turno, mientras en mi celular van cayendo los mensajes del cuerno. Pobre… 
A veces escribe tanto y tan seguido que cada sonidito de mensaje calza con cada pijazo que me están clavando. Es re romántico.
Nunca le respondo. Cuando me terminan de coger todos, miro los mensajes y le clavo el visto. Recién al otro día le escribo algo, como que me quedé dormida y esas cosas. Pero sabe que es mentira porque sus amigos les mandan los videos de ellos tomándome de las nalgas o la cintura y cogiéndome desde atrás. Eso no es tan romántico.






¡Miren la cara de felicidad de Gaspar en las primeras dos fotos! Por una vez yo estaba vestida bien puta para él. Hasta se atrevió a tocarme la cola en la calle, como hacen sus compañeros de trabajo cuando él no se encuentra cerca. Estaba tan feliz y excitado que luego me confesó que sin querer se fue un poquito en seco mientras me manoseaba a lo pajero. 
Pooobre, qué desilusión se habrá llevado cuando cayeron mis amigas.
—Es noche de chicas —le dije, como una sentencia.
Y así, vestida bien putita como cuando salgo sola o a lo de algún macho, me fui con mis amigas al boliche de Alce Viejo. Ya se sabe. Gaspar lo sabe. 
Los jueves, al boliche, van solo chicas solas de Alce Viejo y tipos solos de Tronco Grueso, el pueblo vecino y rival, que está lleno de machos. La onda de los jueves es que las chicas comprometidas (novias o esposas) van a bailar, y de allí salen con algún macho del otro pueblo, en auto, para hacerse coger en Esquina del Cuerno, un parador solitario donde van todos a garchar dentro de los autos. Lo sabe el pueblo entero. Incluso los novios y maridos. Y por supuesto Gaspar.
Pero no crean que soy una hija de puta desalmada. De vuelta en la madrugada, cuando el macho de Tronco Grueso me dejó en casa, mi amorcito tuvo su recompensa: sexo oral a la mami para dejarla limpita.
Y creo que hasta se hizo la paja volviéndome a tocar la cola, pero no estoy segura porque yo ya dormía.





Las fotos que te toman en medio de una reacción espontánea son las mejores. Acá, Gaspar se quejaba que hacía mucho que no cogíamos y cuando dijo que ya cumplíamos un año y medio sin tener sexo… me saltó la risa de manera automática, sin poder evitarlo, y justo se disparó la foto. 
Perdón, mi amor, no fue de mala, pero ya sabés que estos últimos tiempos tus amigos me tienen muy solicitada. 
Pero seguro el año que viene te toca.





Lo bueno de vivir en Alce Viejo es que cuando vas al río sola o con amigas, siempre —pero siempre siempre, ¿eh?— encontrás hombres generosos y desinteresados que te ayudan a acrecentarle la cornamenta a tu novio.





Qué noche triste la de la foto. Había ido de vacaciones a la playa con la familia del cuerno, y esa tarde nos habíamos peleado porque el libertino de Gaspar miró a una chica en bikini y le hice un escándalo. 
Así que a la nochecita me fui sola a mirar el mar, para pensar en el accionar de mi novio y reconciliarme con él desde mi corazón porque, bueno, yo también alguna vez miré con interés a algún chico. 
La foto la tomó mi suegro, que vino a ver qué me pasaba. Se sentó a mi lado y me tomó de la cintura, como tantas veces, pero yo estaba triste y le dije que me perdone pero que así como estaba de ánimo, no. Que solo se la iba a mamar. Le tomé por el tronco el vergón rechoncho que él ya había sacado de su bragueta, y deglutí primero la cabeza y luego seguí bajando.
—Uy, síííí, putita, síííí…
Comencé a cabecear sobre su pija. Tres, cuatro, cinco mamadas y me la saqué de la boca para explicar:
—¿A usted le parece lo que hizo su hijo, andar mirándole el culo a la chica esa?
Mi suegro llevó su mano a mi nuca y me bajó la cabeza para que siguiera mamando. Abrí la boca grande, bastante grande porque el papá de Gaspar la tiene de burro, y retomé la mamada.
—Es un desconsiderado… Uhhhh… Con lo buena que sos y lo mucho que… Ahhhh… y lo mucho que lo respetás… Ohhhh…
 Antes de llegar a la base, que sé que a mi suegrito lo calienta mucho y me empuja la cabeza hacia abajo descontrolado, tuve que descargar mi angustia. Largué el vergón por un segundo y lo miré a los ojos.
—Perdóneme, pero cuanto mucho hoy se la puedo chupar. Estoy peleada con su hijo y no quiero que se piense que me quiero vengar.
—Por supuesto, mi amor… Pero te vas a tragar toda la lechita, ¿no?
—Sí, suegrito, como siempre.
Abrí la boca para recomenzar la mamada y el papá de mi novio tomó mi nuca otra vez y comenzó a empujar hacia abajo con ritmo, haciéndome llegar rápido a la base, ahogándome y obligándome a hacer gárgaras de verga, como me hace hacer siempre.
—Uhhhh… Así… Así… Qué buena esposa vas a ser cuando te cases con el cornudo de mi hijo… Ahhhh…





En cambio al otro día, cuando ya me había arreglado con mi novio —que me terminó suplicando perdón por mirar una tanga que no fuera la mía—, mi suegrito ya pudo cogerme como otras veces. Mi novio no sabe que su padre me coge. Es uno de los pocos que él ignora que también me da. Es que no creo que lo vaya a tomar bien. 
Si se fijan con cuidado, allá abajo hay una pileta. Y en la pileta, el cuerno. 
Mi suegro me cogió por cuarenta minutos en el balcón, mientras el cuerno chapoteaba tratando de no ahogarse en la parte honda. Y bueno, sí, el papá de Gaspar me corrió la tanguita negra para un costado, metió verga sin pedir permiso y me empezó a sacudir desde atrás… como tantas veces. Aunque se me sacudía la cabeza de los vergazos, podía ver desde el balcón cómo una vieja gorda lo agarraba a Gaspar para sacarlo, y mi suegro atrás dale que dale, dándome bomba hasta los huevos. 
Fue una tarde llena de magia: mi novio tratando de no ahogarse en agua y su padre tratando de ahogarme en leche.





—Finalmente, como tip para otras chicas: ¿Cuál fue la pista para saber que tu novio podía ser un buen cornudo?
—Lo supe la vez que me vio salir sola, así vestida como en la foto. Me preguntó a dónde iba y se me escapó sin querer “a lo de mi ex”. Yo me ruboricé en el acto. Él se quedó sin reacción. “Estás muy linda…”, me dijo. 
Y una hora después me cayó la ficha: mientras yo cabalgaba sobre el pijón de mi ex, como una puta, me di cuenta que me había conseguido el mejor novio del mundo.


♠  —  Fin  —  ♠



Naomi (01) | Anecdotario — VERSIÓN 1.0 (04/12/21)
Por Rebelde Buey

3 COMENTAR ACÁ:

Vikingo Miron dijo...

Increíble Rebelde como las fotos van inspirando el relato y los momentos vividos por esta pareja ejemplo, hermosas fotos naturales para insiprar el morbo a Full!!
Me encantan los relatos de Suegros Corneadores, me encanto el final!!
Gracias Rebelde, el puto amo, no te pierdas.

PD:Que ganas de ser Gaspar.

SALUDOS VIKINGO MIRON

Vikingo Miron dijo...

Que no se pierda Naomi, hermoso y morboso personaje.

SALUDOS VIKINGO MIRON

Rebelde Buey dijo...

en teoría es sólo esta entrega. a lo sumo una más, pues tengo más fotos, pero no tantas ni me han inspirado tanto (al menos hasta el momento).
me alegro que te haya gustado esta serie de "pastillas" =D

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