Chau, Jordy. Que te garúe
finito. Que te sigan cogiendo el Emmanuel y los otros zánganos, y los
doscientos mil machos que debés tener adentro del ropero esperando que yo me
vaya. Si tanto te importa el tamaño de la pija, comprate un burro.
Fui puteando mi suerte
calle abajo, en medio del frío de la noche que me sacaba vaporcito por la
nariz. Por la boca no, porque mis insultos eran para adentro. No iba a decirle
eso a Jordy. A ninguna mujer, bah. Me terminé de atar los cordones en la otra
cuadra, porque me iba poniendo los zapatos de a tramos. De a tramos de calle y
también de humillación y bronca. ¿Qué tenía de malo, yo? ¿Por qué pesaba esa
maldición sobre mí? No por lo del tamaño. Desde ya lo preferiría más grande,
pero no sería el único pito chico del mundo, y los demás se juntaban con
mujeres, se las garchaban, se ponían de novios, se casaban y tenían familia.
Yo, en cambio, no podía ni acercarme a una chica linda que ya no sabía qué
decir y mucho menos cómo actuar. Si esa noche había avanzado algo con Jordy, si
mi desempeño había sido medianamente positivo, no fue debido a mi destreza en
la oratoria o la seducción sino a un completo malentendido en el que ella iba
asumiendo mis yerros y omisiones como manejos estratégicos de un tipo experimentado.
Pateé una lata. La pateé
con tanta fuerza que pasó por arriba de una cerca y entró al patio de una casa,
haciendo un poco de barullo que se agigantó por el silencio nocturno. Un perro
ladró dos veces, con un desánimo parecido al mío.
Regresé las treinta cuadras
juntando hombros por el frío, y no sé si fue esa desolación o qué pero algunas
cuadras las hice llorando. De tristeza, no; de impotencia. Por mi mala suerte,
por el pito chico, por las mentiras piadosas y por las mil otras veces que la
arruiné al encarar alguna chinita del pueblo.
Ah, y por la Jordy.
¡Que se vaya a la mierda la
Jordy! ¡Y que ni se le ocurra llamar, porque Magoya la va a atender! Yo no le
iba a levantar el teléfono nunca pero nunca más, ¡que también tengo mi orgullo,
qué tanto!
Me llamó al otro día. No el
domingo, sino el lunes. Y sí, la atendí. Pero no de desesperado, sino porque
soy un caballero.
Ya al mediodía me amansó el
Emmanuel, en el almuerzo de los lunes. Por suerte no estaban los otros, porque
la humillación hubiera sido intolerable. El Emmanuel sabía. Era obvio, aunque
me decía que no. Le conté muy por arriba la noche, revelando lo que no hacía
falta revelar —que la noche resultó un desastre— y omitiendo los detalles
bochornosos.
“No nos tendrías que haber
dicho que la tenías enorme, Prudencio. Yo quise ayudar y le dije que la tenías
como un caballo, qué iba a saber que te estabas mandando la parte…”
No fue un reproche, más
bien un consejo que por un momento hasta me pareció paternal, a pesar de que él
era doce años más joven.
Ahora, al teléfono, Jordy
habló sin rodeos, como siempre:
—Prudencio, tenemos que
hablar.
Aunque fue un poco seca,
escuchar su voz me provocó un respingo en la pija. Esa voz estaba grabada a
fuego en mi cerebro, y ligada a su cuerpo y su piel; y su cuerpo y su piel
estaban ligados a la cama y esos cinco minutos de mierda que a pesar de ser
eso, de mierda, habían sido para mí los cinco minutos más impactantes de mi
vida.
—Sí, decime… —dudé.
—¿”Sí, decime”? Qué frío
sos, Prudencio, no parecés mi novio.
Silencio. De mi parte, por
el desconcierto. De parte de ella, supongo que evaluativo. ¿Mi novio?
—Es que por la manera en
que me despediste no pensé que…
—Ya te dije que algunas
citas son así. Escuchame, tenemos que hablar.
—Hablemos.
—Personalmente.
Dudé. ¿Qué necesitaría
hablar que no hubiera ya hablado? ¿Querría “acabar” lo iniciado el sábado?
—Puedo mejorar lo del otro
día, Jordy —dije de repente con todas mis defensas caídas—. Solo necesito que
nos conozcamos un poco más, que tengamos más confian...
—Olvidate, Prudencio, con
lo que tenés nunca voy a pasarla mejor que el sábado. Ay, soy una bruta —recapacitó—.
Pero es cierto, y nosotros dijimos que siempre íbamos a manejarnos con honestidad.
—No recordaba haber quedado en nada sobre ese tema. Sobre ningún tema, en
realidad—. Yo no quiero una relación seria por el sexo. Todo es sexo ahora,
como si no existiera otra cosa.
Así que quería hablar de la
relación. Si se podía llamar así. Estaba tan desesperada por conseguir un tipo
serio, como yo por conseguir una mujer que sea mía. Aunque cada vez que
hiciéramos el amor tendría que soportar aquella displicencia… Me pregunté si
ese era un costo que estaría dispuesto a pagar.
—¿Dónde nos vemos?
A la media hora estábamos
encontrándonos en Cacho’s [En Argentina, Cacho
es un apócope de Ricardo], un pub en la misma cuadra del restaurante del
sábado. Fue verla y que se me acelerara el corazón. Estaba de blanco, toda de
blanco, con un traje que para ella sería casi de misa, y cubierta de pies a
cabeza. Llevaba el saco cerrado con un botón, y debajo nada. Na-da. La chaqueta
se abría en la pechera, naturalmente, haciéndose ancho de solapa en solapa, y provocaba
como sin querer un escote generoso, grosero. No hay manera de que esos pechos
pasen desapercibidos, pero con un arreglo de vestuario así, directamente es
imposible.
Me sonrió con la misma
calidez con la que me saludó la primera vez que nos vimos, y me dio un piquito
cariñoso. Parecía otra mujer respecto a la de la otra noche, cuando me tuvo
desnudo y comprobó que la tenía como la de un nene. No parecía ni tenía
información de que fuera bipolar, de modo que ese cambio de ánimo y trato
debían obedecer a mi propio cambio: con ropa en un ámbito social, o desnudo en
una cama. Me estremecí pensando en posibles consecuencias.
Nos sentamos en una mesa un
poco apartada del resto, aunque no había mucha gente. Me dijo que estaba lindo
y que no sé qué de mi camisa. Fue como retroceder en el tiempo hasta antes de
haber cogido. Yo estaba un poco cortado. Quería interactuar más, quería ser el
mismo del sábado en la cena, pero la humillación de su destrato en la cama y la
frialdad posterior me tenían desconcertado.
Cuando la chica que atendía
dejó los dos tragos y se fue, me miró a los ojos, me sonrió nerviosa, se puso
seria, carraspeó, mojó sus labios con la bebida, se abrió un poco el saco por
el calor repentino y suspiró con una ansiedad que no le conocía. Todo junto.
—Estoy embarazada.
—Que estoy embarazada.
No sé cuánto pasó desde que
lo dijo por primera vez hasta ésta. Creo que recién estaba oscureciendo.
—¿Cómo embarazada?
—Embarazada, bobo. Tengo un
atraso.
—¿Un…?
Carajo. Esto cambiaba todo.
Ella estaba buscando formar una familia rápido, y alguien se la había dado. Entonces
entendí: me había querido ver para decirme que lo nuestro se terminó.
—Está bien, yo… Me alegro…
¿Y quién es el afortunado, si se puede saber…?
—¿¡Cómo quién es el afortunado!?
—Sí, quién es el padre, digo.
—¡Vos, abombado!
Casi me atraganto con lo
que estaba bebiendo y comencé a convulsionar en un corto ataque de tos.
—¿Yo? Pero… no puede ser,
si lo hicimos una sola vez y…
—¿Me estás tomando el pelo,
Prudencio? ¿Cuántas veces te pensás que se necesita?
—Me refiero a que casi ni
te la pude meter, apenas si te arrimé la cabecita adentro, y ni estoy seguro si
te emboqué un chorrito. Además, lo hicimos el sábado.
—Prudencio, ¿estás
diciéndome que soy una puta que ni sabe de quién se embarazó?
Podría haberlo dicho,
prácticamente ella misma me había insinuado algo parecido 48 horas antes.
—No, Jordy, ¿cómo voy a
decir eso? Digo que tenés muchas ganas de formar una familia y por un atraso
quizá te estés entusiasmando más de la cuenta… No creo que en dos días se pueda
saber…
Jordy abrió la cartera y
retornó la sonrisa que había abandonado con mi reacción. Sacó un palito de
plástico con un lector digital.
—El EvaTest tiene el signo
positivo. Me lo hice hace hora y media.
¡Carajo!
—Pero… pero no puede ser
mío…
—Mi amor, me acabaste
adentro, sí puede ser tuyo. Ahora podemos tener esa familia, y bien rápido,
como también querías vos.
—Es que es no creo que den
los tiempos…
—¿Qué, sos ginecólogo
también, además de jornalero?
Ni ginecólogo ni médico ni
otra cosa que un simple peón para la cosecha y siembra de frambuesas. Tampoco
sabía nada de cómo era todo eso de la concepción. Ni lo de los óvulos, ni mucho
menos de los tiempos de cada proceso femenino interno. Mi sentido común me
decía que si estaba embarazada, seguramente sería de antes del sábado y el
bombo se lo había llenado algún otro hijo de puta. Pero por otro lado era
consciente de que yo no sabía realmente nada, a excepción de que la cosa duraba
nueve meses. Y Jordy parecía muy segura. Y muy sexy con ese saco blanco, casi
en tetas. Y estaba ahí, hermosa y haciéndome parar la pija solo con su
presencia, su perfume y su mirada sobre mis ojos… Y pensé que tal vez tenía
razón, después de todo ella sabía mucho más que yo, ¿no?; y si era de otro, ¿pa
qué me querría a mí, con mi pijita Kinder?
—Tenemos mucho trabajo por
delante —me dijo, resuelta—. Hay que planificar todo lo del bebé, el
casamiento, la vivienda, el trabajo…
—¡Pará, pará, pará! ¿Casamiento?
—Vamos a tener un hijo, no
pretenderás que nazca de padres solteros. Soy muy católica, Prudencio. Pensé
que vos también.
—Sí, también, pero no puedo
afrontar una fiesta de casamiento. Ni siquiera sé si lo que gano va a alcanzar
para mantenerte a vos y al crío.
—No le digas crío, ¡es
horrible!
—Bueno, no sé. Es que estoy
muy sorprendido, perdoname.
—Sería lindo ponerle
Emmanuel.
—¿¡¡Emmanuel!!?
—Sí, por Emmanuel, que es
quien nos presentó. Si no fuera por Emmanuel, te aseguro que no habría hijo.
Era cierto.
—Bueno, sí, Emmanuel me gusta…
no sé, esto es una locura.
—No vas a borrarte ahora, ¿no?
¡No serás esa clase de hombre!
—No, no, ya te dije que
estaba dispuesto a formar una familia…
—Porque después de mentir
con tu cosita…
—Que sea Emmanuel, no
importa… Escuchame, lo del casamiento…
—No hace falta una fiesta.
Solo quiero un tipo responsable y con trabajo que se haga cargo de mi hijo.
—Está bien.
—Y vamos a vivir en mi
casa. Está más cerca de todo, y tiene tres cuartos.
¿Tres cuartos? No dije
nada, era evidente que Jordy quería tener más de un bebé.
Si era así, al menos no iba
a pagar alquiler. De pronto mi sueldo se había duplicado, quizá era cierto eso
de que los bebés vienen con un pan bajo el brazo.
—No sé cuánto cuesta tener
un bebé. Y menos, lo que cuesta después de nacer.
Jordy me sonrió como una
enamorada, por vez primera. Me tomó de una mano y mi cuerpo tembló brevemente.
—Mi amor, me encanta que lo
estés tomando tan bien. Por la plata no te preocupes, yo tengo un buen trabajo,
gano relativamente bien. Después que nazca Emma Jr. no sé cómo te las vas a
arreglar, porque yo voy a quedarme en casa criando a nuestro niño.
—Los jornaleros no ganamos
mucho, Jordy.
—No te hagas problema, yo
te lo soluciono con don Perno.
—¿El…papá del Emmanuel?
—Es el dueño del campo,
¿no? Es el que paga.
—S-sí, claro…
—Por eso, no te preocupes.
El viejo tiene debilidad por las mujeres de los jornaleros, y en cuanto se
entere que nos casamos y que voy a tener un hijo, le voy a poder sacar lo que
quiera para vos.
—No pensarás… quiero decir, no vas a… O sea,
Jordy, sé que tenés un pasado, pero si vamos a…
—No seas tonto, Prudencio.
¿Qué clase de mujer te pensás que soy? Desde el momento en que nos casemos,
este cuerpito va a ser solo tuyo…
La sola frase mencionada
por ella, la sola posibilidad de ser el único con acceso a semejante cuerpazo,
casi me hace deslechar.
Sin embargo, debía ser frío
al decidir qué hacer. Sin dudas quería pasar el resto de mi vida junto a esa
mujer. ¿Pero era por ella? ¿O por su cuerpo? No estaba enamorado, pa qué
mentirles, pero conociéndome, podría enamorarme así de fácil, y el solo hecho
de observarla tomar un sorbo de su trago me la ponía dura. La había visto
desnuda, la había poseído, sabía que era lo mejor que me iba a pasar en la
vida. Pero todo eso también venía con el destrato y la frialdad que iba a ser
moneda diaria si nos casábamos. ¿Estaba dispuesto a tolerar semejante
humillación todos los días? ¿Quería volver a sentir la misma mierda que sentí
cuando pegué la vuelta a casa, el sábado a la noche? ¿O el matrimonio y la
maternidad la cambiarían?
Como yo lo veía, tenía dos
opciones:
OPCIÓN
A: Le decía que no aceptaba. Que su manera de tratarme había sido
humillante y que no toleraría ese destrato a diario. Que era muy rápido para
amarla, lo mismo ella a mí. Si el chico era mío, me iba a hacer cargo; con
seguridad un estudio de ADN lo revelaría. El costo era que pasaría a ser un
indigente con trabajo, porque a mis gastos de alquiler y comida debía agregarle
la manutención. Y decirle lo del ADN simplemente iba a lograr que nunca más en
la puta vida me la podría volver a coger. Ni sexo de reconciliación, ni una de
esas noches en que nos pasáramos el bebé y ella hubiera tenido una mala cita,
ni nada. Mandarle a hacer un ADN era clausurar para siempre esa posibilidad… Quizá
lo del ADN era demasiado.
Claro que como
contrapartida no tendría que soportar su destrato post cama ni los llantos de
un bebé a medianoche. Gozaría de mi libertad de macho, como el Emmanuel y los
otros, y quedaría con ellos como un par, siendo el único que rechazó a la Jordy
con su propuesta de matrimonio y sexo para siempre.
Por otro lado, y más interesante, quizá
negándome la Jordy cambiara su mirada sobre mí y pasara a desearme y respetarme
más. Aunque no sé: ya me había visto desnudo y conocía mi desempeño en la cama…
OPCIÓN
B: Le decía que sí.
¿Qué debe hacer Prudencio?
Ayudalo a tomar la mejor decisión votando una de las dos opciones.
Sólo debés escribir en los
comentarios OPCIÓN A u OPCIÓN B, con tu nombre o seudónimo abajo, como si lo
firmaras. Si estás logueado, tu voto vale más.
SE VOTA DURANTE TODA LA SEMANA HASTA EL DOMINGO 25.
El capítulo 5 se publica el LUNES 2 de Septiembre, de acuerdo a los resultados.
__________________________________________________
►Próximo relato (Anecdotario o Foto Relato) el LUNES 26.
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Opción A
Opción B.
Quiero más humillaciones y menos quejas cuanto antes
Opción B
Este relato promete y la puta elegida está tremenda
y eso que estoy dejando las mejores fotos (las mejores por leeejos) para cuando empiece a putanear xD
Opción B
Felicidades, está muy bueno y ya se vislumbra las humillaciones.
Muchas gracias, llevo acompañando el blog desde hace años, creo que en el PC viejo tengo la novela y leche de engorde. Una cosa que echo de menos es justamente las limpiezas de coño.
Opcion B
Creo que estamos ante lo mejor...embarazo, casamiento, jornalero y el patron en la casa de la Jordy...soñado! Tremenda la segunda foto!!
Sin duda opcion B...CREO QUE ES LA PUERTA AL PARAISO esa opcion.
PD:Cambiando de tema quede maravillado con los relatos Semana Negra, Un poco de ayuda y La Profecia...que todos merecen una segunda parte.
Arriba Rebelde eres el puto amo.
SALUDOS VIKINGO MIRON
En su día tu blog también era fantástico
Opción B
Es la q permite avansar mas rapido las hunillaciones
"Libertad de macho..."??? Jajaja!!! OPCION B por supuesto!!!
Cat
Opcion A... solo para complicartela y ver como le das la vuelta de tuerca para que lo sigan corneando.
Hola REbelde
Es un relato magnifico y la idea es genial. Ya se veia venir lo del embarazo..jaja
Yo opino opcion A....porque todos los caminos llevan a Roma...jaja
Opción B
Las humillaciones cuanto antes mejor, aunque estoy seguro que Jordyn podría engañar y humillar al poble para que crea que es hijo suyo
hola, vikingo. Semana Negra y Un Poco de Ayuda son unitarios, nunca fueron pensados para continuarse, si bien yo soy de la idea que casi cualquier cosa puede continuarse con un poco de ingenio. De todos modos, no está en los planes tocar nada de esos relatos.
En cambio LA PROFECÍA sí fue planeada para continuarse, y de hecho escribí unas veinte páginas de la segunda parte. Pero abandoné y supongo nunca la publicaré porque iba por la página 20 y ni había arrancado con lo sexual, de modo que iba a quedar un relato larguísimo sin seo. Me iban a matar, los lectores, jajaj.
No es el único relato que abandoné por la página 20 por falta de sexo. incluido un primer episodio de una miniserie de presente post-apocalíptico con unas parejas sobreviviendo en un edificio rodeados de cientos y cientos de negros atontados que en vez de querer cerebros, quieren deslecharse.
En serio jajaja
jajaja maldito! xD
así es. en ambos casos se llega a lo mismo, pero distinto. y por muy distintos caminos.
Opción B.
Esta historia cada vez pinta mejor, Rebelde.
Carlos, de Colombia.
Opcion B, Rebelde!!!
As veces los relatos sin sexo son ahun mas morbosos. Lo que importa son los detalles...por favor publica-los!
Podría crear un apartado con el título RELATOS SIN SEXO, o Relatos Incompletos, de modo que el lector que se meta no salga defraudado. Lo voy a pensar.
yo tambien lei esa novela es genial y seria bueno darle continuidad
opcion B
esta muy bueno el relato tengo un problema quiero abrir el relato de semana negra y no puedo la verdad no se que pasa si me puedes ayudar
me pasa lo mismo con los relatos viejos. es algo con los cookies o el caché. fijate que en la columna de la derecha, arriba, hay un link a un tutorial para borrarlos. Eso lo soluciona (al menos temporalmente).
Pero si te da fiaca, no te preocupes, tengo pensado resubir la semana que viene todos los relatos viejos, y creo que de esa manera se va a solucionar.
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