No quiero sonar a
pretencioso ni desagradecido. Por favor, no. Si me conocieran, sabrían que no
soy ni una cosa ni la otra. Es más, cuando Emmanuel, el hijo del patrón, me comentó
que con sus amigos estaban pensando en presentarme una gurisa, al principio el
pecho casi me explota de la alegría. Porque yo soy un poco corto, y un poco menso,
y pa que mentirles, con ninguna experiencia con las mujeres. Sí, a mis 40. Claro
que ninguna ninguna, no. Pero con putas no vale, creo yo. Y menos las tres
veces que pagué en toda mi vida. Así que de mujeres, cero.
Se imaginarán cómo estaba
cuando el hijo del patrón me comentó lo que tenían en mente. No pude dormir esa
noche ni la siguiente. Más con la fama del hijo del patrón. Él sí conoce de
mujeres. Él y sus amigos, otros hijos de otros patrones de la zona. A veces (los
lunes, más que nada) se juntan al mediodía y se comentan sus andanzas del fin
de semana. Yo he estado en muchas de esos almuerzos improvisados, porque son
generosos e invitan. Que fulana, que mengana… Siempre son las novias de alguno
o la esposa de otro. “Porque esas no quieren compromiso”, dicen. Ellos saben,
de esa manera cogen seguido y ninguna mujer los anda persiguiendo para ponerse
serios. Ah, que esto quede entre nosotros: se cogen a muchas de las mujeres de
mis compañeros jornaleros. ¿Pueden creerlo?
Todos los lunes era una
nueva. Una nueva para uno, no para el resto; porque seguro la china que se
había estado cogiendo todo el fin de semana uno, era la que se había cogido la
semana anterior algún otro. Se las pasaban. Como si fuera ropa. Las probaban y
se pasaban la prenda al amigo. Que fulana hace esto, que mengana te hace lo
otro… Eran charlas divertidas, aunque me daba un poco de envidia, no lo voy a
negar. Porque yo nunca iba a estar ni cerca de una de esas mujeres. A veces
agrandaban el convite hacia mí, como si yo fuera igual a ellos. No lo hacían
desde la burla, sino desde la condescendencia. Como fuere, yo hacía como que
estaba a su nivel.
—A cuántas putitas a punto
de casarse te habrás garchado, ¿eh, Prudencio?
—Y… no tantas como creen,
pero a unas cuantas… —mentía con culpa.
Y mientras pinchábamos un
cacho ‘e carne, o empinábamos un vasito ‘e vino, cada lunes era “que fulana
esto, que mengana lo otro…”. Pero la fulana más mencionada, la que con cada
nueva anécdota generaba más expectativa en todos, era una llamada Jordan, a la
que acortaban cariñosamente en Jordy.
Jordy era una de las más
putas, decían. No puta de pago, sino de las que les gusta la pija. Tenía
verdadera vocación de hembra complaciente con los hombres de verdad. La habían
conocido hacía unos años, y en todo este tiempo había estado saliendo con uno u
otro papanatas, pero ellos nunca habían dejado de cogérsela. Jordy era la que
mejor la chupaba. La que más rápido se regalaba. La que se derretía ante los
morbos más extremos (el término doble penetración anal lo conocí con una de sus
anécdotas).
Así que tres días después
estaban el Emmanuel y un par de sus amigos, no un lunes sino un jueves, apartándome
de los sangüesos para hablar en privado. Con un celular en la mano y murmurando
pa’ que nadie más escuche.
—La cosa es así, Prudencio —arrancó
el Emmanuel—. Tenemos una chica para vos. Es hermosa, es divertida, le encanta
el sexo pero ahora quiere enseriarse con alguien. Tiene un culazo para
estacionar una bici, unas tetas que se te va a parar nada más de verlas, y es rápida para los mandados, no sé
si m’entendés. Pero ahora quiere formar una familia, quiere un hombre serio que
la cuide y la respete, y que tenga un trabajo digno. Y pensamos en vos,
Prudencio.
Como les dije, mi pecho
explotaba de gozo. Sin embargo también me di cuenta que esto era real. Una cosa
era que el Emmanuel dijera que lo iba a hacer y otra que me diga que ya estaba
cocinado.
—¿Pero va a querer salir
con un jornalero? —me atacó de pronto el pánico.
—Le pasamos tu foto y está
ansiosa por conocerte.
No me engañaba: sin dudas
alguno de ellos se la habría cogido, y sin dudas no le satisfizo o no quiso
hacer tal o cual cosa. Ésas duraban nada: se las cogía el primero, quien le
comentaba al resto que no valía la pena, y quedaba “descartada” para todos. No
me importó, era un costo que podía aceptar. Que se la hubiera cogido uno de
ellos no era la gran cosa, todos venimos con alguna historia. Bueno, yo no,
pero ustedes entienden. Por otro lado, si alguno de ellos le había echado el
ojo (y llevado a la cama) era garantía de que la chica era hermosa de verdad, o
al menos estaba buenísima. Estos changos andaban con mujeres de nueve puntos
para arriba, nunca menos.
—E-está bien —dije sin
saber cómo seguía la cosa—. Pero no sé ni qué hacer en una cita. Dónde
llevarla… qué ropa ponerme… Ni plata para una cena, tengo.
—Tranquilo, Prudencio. A
Jordy no le interesa el lujo ni una salida fastuosa. Lo único que quiere es un
hombre simple y responsable que la ame y que quiera formar rápido una familia.
Bien rápido.
Carajo, ¿la Jordy? ¿La
misma que estaba tan buena y que se la habían garchado todos un montón de veces?
Me subió calor y me quedé casi sin aire. “No sé…” alcancé a balbucear en voz
muy baja. Como me vieron abrumado, Emmanuel sacó el celular y pinchó en una
foto. Y me la mostró.
—Esta es Jordy. Y justo está
necesitando un tipo como vos. Responsable, con trabajo, y con ganas de tener
una familia rápido.
Yo no tenía ganas de tener rápido
nada, menos un hijo. Pero miren lo que es esta mujer. Jamás en mil vidas podría
estar siquiera cerca de hablarle a una chica así. Jamás. Y si sólo quería que
le hiciera un hijo rápido, pues…
La única contra era eso de que
se la habían cogido todos. ¡Todos! Y se la habían cogido extraordinariamente
bien y durante un par de años. No iba a ser fácil aceptar eso. Aunque pensado
fríamente, lo pasado pisado. Y mis amigos de verdad, mis compinches jornaleros,
jamás sabrían que el hijo del patrón y sus amigos se la habían garchado a
mansalva.
—Te paso la foto y su número
a tu teléfono, Prudencio. Quiere una cita con vos para el sábado, así que ya sabés
lo que tenés que hacer.
Se fueron y me dejaron
solo. Sólo con esta foto y la posibilidad más emocionante de toda mi vida. ¿Qué
iba a hacer? ¿Podría de verdad ganarme a una mujer como esa? Por lo que dijo el
Emmanuel, sí, ya estaba hecho. Pero yo tenía cero experiencia, y esa mujer era
una máquina sexual. Podía pasar la primera cita, pero en cuanto fuéramos a la
cama me escupiría como un carozo de aceituna.
Iba a invitarla, de eso no
tenía dudas, o el día de mañana me querría matar ante la incertidumbre de “que
hubiera pasado si…”. Iba a invitarla y seguramente a ser rechazado en cuanto me
conociera dos minutos, así que había que achicar esa posibilidad al mínimo.
Jordy andaba buscando enseriarse, así que nada de invitarla a bailar. Tampoco
un bolichito de luces bajas para apretarla rápido. No iba a sorprenderla yo con
ningún arte de seducción, hasta un chico de veinte años era más despierto que
yo en esos temas. Debía invitarla a cenar. Simple. O más simple aún: a caminar
y hablar (y de paso, más barato).
Así que tomé el teléfono y
marqué todos los números. ¿Qué debía proponerle?
[OPCIÓN A] ¿Una cena en un
ambiente lindo, cálido, algo romántico, donde poder charlar tranquilos, quizá
tomando algo de vino para soltarnos un poco y conocerla más, ver si se anima a
contar algo de su pasado y poder medirla mejor? Una cena a la que seguramente
iría vestida apenas sexy, no provocativa, lo que me daría algo de seguridad para
hablarle y hacerle preguntas. ¿Cómo sería? Llevarla, comer algo, divertirnos y
regresarla a su casa, como hacen en las películas. Sí. De noche. Con la luna. Sin
sorpresas ni problemas.
[OPCIÓN B] ¿O mejor
llevarla a dar un paseo a la tarde? Una caminata de día, sin el estrés de una
cita formal, deteniéndonos quizá a tomar un helado y nada más, con el sol
todavía arriba, con gente alrededor que nos quite presión y no me obligue a
abrazarla o besarla, porque no sabría en qué momento hacerlo. ¿Qué ropa
elegiría ella para una cita de día? Si camináramos por el pueblo habría mayor
exposición, supongo, pero no estaríamos pendientes de cómo van los cubiertos o
si tenemos una verdurita en los dientes. El paseo tenía de bueno ser menos
romántico. Y justamente eso también tenía de malo.
Elegí la mejor opción y
apreté SEND en mi celular.
—FIN—
¿Qué debe hacer Prudencio?
Ayudalo a tomar la mejor decisión votando una de las dos opciones.
Sólo debés escribir en los
comentarios OPCIÓN A u OPCIÓN B, con tu
nombre o seudónimo abajo, como si lo firmaras. Si estás logueado, tu voto vale
más.
Voten solamente una vez. El viernes a las 24 hrs se cierra la votación, y el lunes (si el tiempo me lo
permite) se publica la continuación de la historia, de acuerdo a lo que votó la
mayoría.
8 COMENTAR ACÁ:
Como todos sus relatos muy bueno.
Leo casi todos los relatos de este tema que encuentro, hay muchas webs.
Las hay que tienen algunos buenos y bastantes mediocres, pero la mayoria son tirando a malos.
Su blog, es el unico en el que todos tiene un nivel altisimo.
Gracias por ello
Opcion B
Cat
Genial este relato. Ya tengo ansias de saber cómo va a continuar.
OPCIÓN B.
Opcion A... y ya que coja con otro en el baño
Muy interesante Rebelde hermosisima Jordy..un puton de ley, y me parece que Prudencio puede ser un gran personaje para sacarle el jugo...al estilo Poroto o Benigno jaja!!
Por mi OPCION A
Arriba Rebelde...el mejor!
SALUDOS
VIKINGO MIRON
lo pones dificil jajaja
opcion A tambien...
Opcion A!
Hola Rebelde!!!
Opcion B!!!
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