EL
PUEBLO MÍNIMO:
LA
TURCA: Anexo 01: El Tune
(VERSIÓN 1.0.1)
Por
Rebelde Buey
Esto que se relata sucedió luego de la segunda noche
de la Turca en las Cuadrillas —en la que los compañeros de trabajo del Poroto
abusaron masivamente de su mujer mientras éste dormía— y antes de la tercera y
última noche de la pareja en Las Cuadrillas —donde una veintena de hombres le
cogieron la boca a la mujer mientras él la abrazaba dormido por detrás.
Durante la mañana y la tarde el Poroto prácticamente
no vio a la Turca, estuvo trabajando en el astillero y gestionando permisos
para conseguir un lugar donde dormir con su mujer.
Para ella, en cambio, fue un día de revelaciones. Reconoció
Ensanche por segunda vez con ojos nuevos. No porque el pueblo ameritara otra
lectura, sino porque ella era una nueva mujer. No podía negar que lo había convertido
en cornudo a su marido, se sentía más o menos justificada la primera noche
cuando lo hizo con el Morcilla, pero dejarse coger luego por quince tipos no
tenía perdón. Ni lógica: ella no era así. Lo bueno era que Poroto solo la
descubrió con el Morcilla y la perdonó, no tenía ni idea de la segunda noche,
así que “técnicamente” solo le había sido infiel una vez. ¿Pero qué pasaría si
los compañeros de su marido se le insinuaban otra vez? Ella no estaba segura de
poder negarse. Lo lamentó por su Porotito, la verdad es que no se merecía ser
un cornudo, no era un cretino como la mayoría de los hombres. Y sin embargo…
En ese juego pasaba algo inexplicable que le hacía
subir la adrenalina, que la envalentonaba y le daba miedo a la vez ¿Qué era? Un
año viviendo sola en otro pueblo, con su marido apareciendo una semana cada
seis meses, y nunca le había sido infiel al Poroto. De hecho, nunca desde que
se casaron. Y no le faltaron oportunidades: el dueño de la casa que alquilaba
le proponía pagar con una revolcada prácticamente todos los meses, y el
almacenero, el chico de la verdulería, el del cyber, los vecinos… En ese año,
de una manera u otra, la mayoría de los hombres de los alrededores de donde
vivía se la quiso coger. ¿En Ensanche sería distinto?
Se encontró preguntándose no tanto eso —se sabía dueña
de un cuerpo voluptuoso, caliente, así que descontaba que sería igual— sino más
bien qué haría ella cuando las propuestas se repitieran. No podía engañarse,
las cosas habían cambiado. El Poroto ahora era un cornudo y ella no pensaba
deshacerlo.
Fue a recorrer Ensanche y ahora lo encontró más
familiar, iluminado por el sol que se colaba entre nubarrones, con las casas
raleadas entre manzana y manzana que esta vez no le parecieron solitarias sino
discretas. Se preguntó en cuántas habría mujeres como ella, casadas y apenas
satisfechas. Entró al almacén a curiosear —era el único lugar donde se podía entrar
a ver algo y donde había una persona— y de pronto se encontró allí observando y
evaluando al negro que atendía. Y por Dios, ¡era algo viejo pero estaba bueno!
Hizo como que miraba unas baterías cerca de él, para verlo de cuerpo entero
detrás de la caja. Era un negro alto y fibroso, rápido de mirada, con el rosto
curtido que no llegaba a ser rústico. La Turca se dio cuenta que ese negro era
un macho típico, como alguno de sus amantes que había tenido antes de casarse.
Se lo podría coger sin ningún problema (se había dejado la noche anterior por
quince tipos más feos). Se lo quería coger. “Ay, Porotito, mi amor… —pensó—. Me
lo voy a coger”.
Le acercó un blíster con dos Duracell y le sonrió al
negro.
—¿Sos nueva en Ensanche o estás de visita?
—Ni estoy de visita ni soy nada nueva…
Rieron. El negro la miró a los ojos y luego le miró sin
el menor disimulo los pechos grandes bajo el pullover y las ancas generosas. La
Turca se mojó ante tanta decisión.
—¿Trabajás en el astillero? ¿Ya te mudaste?
—Mi marido trabaja en el astillero, todo el día… —No
podía estar haciendo eso, no podía regalarse tan fácil—. Voy a estar re
aburrida todo el tiempo. ¿Qué hace la gente en Ensanche para no aburrirse…?
—Se acuestan a la hora de la siesta…
—¿Y no les aburre eso?
—Los que se aburren son los que no se acuestan —guiñó
un ojo el negro.
La Turca le festejó la picardía con una sonrisa bien de
puta entregada. Miró alrededor, el almacén se parecía a los supermercaditos
chinos de las ciudades, pero más empobrecido: era una caja rectangular con una
sola hilera de góndolas hasta el fondo, e iluminada por la frialdad del neón.
—Me
dijeron en Las Cuadrillas que el mes que viene vas a poner un cine.
El negro Tune echó una risita en el único gesto de humildad
hasta el momento.
—No, no. Voy a acondicionar un cuartito que tengo al
fondo. Le robo un poco de espacio al almacén y pongo una tele gigante HD para
pasar películas una vez por semana.
—¡Qué bueno!
—Es que se supone que en septiembre viene a instalarse
toda una oficina de Buenos Aires al astillero… un gerente y muchos empleados, y
como cada vez hay más gente en Ensanche… ¿Querés ver?
La invitación fue intencionada. No había nadie y era
un hecho que el Porotito más tarde o más temprano iba a ser cornudo también del
negro.
—Mostrame —dijo ella, y el negro se salió de la caja
para guiarla hacia el fondo del almacén.
La llevó de la cintura como para que la acompañe. La
Turca estaba con un jean ajustadísimo, uno que le hacía explotar el culazo que
le había dado la naturaleza y que se le metía en el orto con calzador.
Descontaba que el Tune se lo había estado mirando cuando ella buscaba las baterías,
ahora la tocaba para ver si estaba firme.
Llegaron al cuartito, un rectángulo oscuro y mugriento
lleno de trastos, que observaron desde la puerta.
“Allá va esto, allá va aquello”, decía el negro. La
Turca ni lo escuchaba, solo pensaba en lo que le abultaba al Tune en el
pantalón de gimnasia.
“Dios —pensó—, ¿qué me está pasando? El Porotito no se
merece que esté pensando estas cosas…”. E inmediatamente entró sola, sin que nadie
le dijera de pasar al cuartito. Vio la colchoneta tirada en el piso y sonrió.
“Negro hijo de puta, acá te debés coger a todas las putitas casadas del
pueblo…”.
El Tune había dejado de explicar. Parecía
desconcertado por la iniciativa de la mujer. La Turca se le acercó. Respiraba
como jadeando. De pronto lo arrinconó contra una pared.
—No sé qué me pasa —le susurró ella, tan pegado a él
que el negro le sintió el aliento—. Anoche lo hice cornudo a mi marido con
quince tipos… ¿Podés creerlo…?
El Tune abrió los ojos.
—¿Entonces es cierto?
Carajo ¿Ya se sabía en el pueblo? Que en el transcurso
de una mañana se supiera en Ensanche que su marido era un cornudo asustó y
excitó a la Turca de una manera que nunca imaginó.
—Es cierto… —le confesó, y bajó una mano y rozó el
bulto del negro como si fuera casual. El dorso y canto de su mano tocó la verga
enorme y más dura que la piedra—. Pero el Poroto no se lo merece… ¿entendés…?
—No creo que el cuerno se entere de nada… Acá en
Ensanche ningún corundo se entera de nada… —murmuró el negro como si estuviera
en misa. Quedaron pegados uno con el otro.
El canto había girado y ya la mano tomaba plena y sin
eufemismos el tronco de la verga, por sobre el pantalón.
—Dios, tendría que haber venido a vivir acá con mi
marido mucho antes…
La Turca tomó la verga ahora con las dos manos,
siempre por sobre la delgada tela, y se agachó en la semi penumbra hasta
ponerse de rodillas.
Entonces sonó el celular.
—¡Carajo, el cornudo! —se sobresaltó, y amagó
incorporarse, pero el Tune, más tranquilo, le apoyo una manaza sobre la cabeza
y la mantuvo de rodillas antes sus piernas abiertas.
—Hola, mi amor —saludó la Turca, y con su mano libre
amasó la verga por sobre pantalón.
—Hola, Turquita. Hablé con mi jefe.
—¡Uy, qué bueno... ! —se le escapó a ella cuando la
verga del Tune se asomó por arriba del elástico, mostrando una cabezota gorda y
enorme, oscura y enrojecida en los bordes del glande.
—Sí, pero no tanto. No hay en Ensanche un puto lugar
hasta dentro de un mes, que parece que viene un montón de gente…
—Síííííí… —dijo la Turca, que bajó el pantalón hasta
medio muslo y vio a pleno el vergón que se prometía. La Turca había visto —y
disfrutado— pijas de todos los tamaños. Esta era de las más grandes. Y venosas.
La tomó con la mano libre y la sintió caliente y palpitante—. Ay, Dios…
—Bueno, tampoco es para tanto… —respondió Poroto—. Igual
tengo una buena noticia… —la Turca apretó la verga por el tronco, cerca de la
cabeza, y de la punta salió una gota de líquido preseminal—. ¿Querés que te la
dé?
Así de rodillas como estaba, con el celular en la
oreja, la mujer alzó la vista y miró a los ojos al negro que todavía la
sostenía del techo de la cabeza.
—Sí, quiero que me la des —le sonrió al Tune.
La verga, durísima y para arriba, fue tomada por una
mano y guiada hacia el rostro de la Turca.
—Nos dejan construir un cuartito dentro de Las
Cuadrillas para nosotros, hasta que podamos alquilar una casita.
—Ay, Dios… —murmuró la Turca llevándose la verga a la
boca—. ¡Qué pedazo de pija…! —y la engulló de un bocado.
Como la voz había ido bajando por la emoción, Poroto
no terminó de escucharla.
—¿Qué? ¿Qué, mi amor? ¿”Ay, Dios” qué?
La Turca tragó glande y un poco más, y agitó suave la
mano sobre el tronco, arriba y abajo. Soltó la boca de la pija con un sonido
acuoso y chispeante.
—Que cómo dentro de Las Cuadrillas —La Turca suspiró y
volvió a abrir la boca. El Tune le acercó la cabeza con su mano y ella volvió a
tragar pija.
—Claro, para evitar que vos duermas con todos los
hombres y no pase… bueno, vos sabés… Nos van a construir un cuarto para
nosotros. Va ser como una casita de madera adentro de Las Cuadrillas,
¿entendés? Es solo un cuarto, para darnos intimidad… Mi amor… Mi amor... ¿Me
estás escuchando?
La Turca escuchaba, aunque no podía soltar el vergón
rugoso del negro. Desde que se casara con el Porotito que no mamaba una pija
como esa. Tal vez la del Morcilla, pero los otros quince solo se la habían
cogido, y por otro lado chuparle la pija a su marido era como chupar un dedo.
Soltó la verga y respondió apurada.
—¡Sí! ¡Sí! —y volvió a mamar.
—¿Sí, qué? Mi amor, ¿me escuchás?
Ahora el Tune la estaba aplicando presión sobre su
nuca, para obligarla a tragársela toda. Era imposible, tenía la mitad adentro,
con la garganta forzada, y ya comenzaba a carraspear y babear como un camello.
Se la quitó, tosiendo, casi en una arcada. Solo poco más de la mitad.
—Ahhhggg… ¡cof! ¡cof!
—Mi amor, ¿me escuchaste?
—Sí, cuerno. Vamos a vivir en un cuartito dentro de
Las Cuadrillas para que tus compañeros no puedan cogerme.
Al otro lado de la línea Poroto calló. La Turca
aprovechó para seguir mamando.
—Bueno, te acepto que lo del Morcilla me tiene un poco… paranoico…
La Turca seguía sobre la pija, la mano bajaba y subía
recorriendo el tronco en una paja infernal. El Tune cerró los ojos y echó la
cabeza hacia arriba. La Turca se quitó la verga de la boca y lo buscó con la
mirada.
—¡Cuando quieras, hijo de puta…!
Al otro lado, Poroto no terminó de entender.
—¿Cuando quiera…? La arman mañana… la hacen en un día…
El Tune tomó a la Turca de los cabellos y acompasó la
mamada y la paja con su propia pelvis. Comenzó a cogerle la boca y zarandearle
la cabeza como a una maraca. Los cabellos se le sacudían.
—Me viene, putón… Seguí que me viene.
Y la mamada se aceleró. Furiosa.
—¿Hola? ¿Me pareció escuchar a un tipo, amor? ¿Estás
con alguien?
—Oh, por Dios, que bien que la chupás…
—Hola, hola…
—Te la suelto, puta, ahí te va… ahí te… va…
Ahhhhhhhhhhhhhhh
—Hola, hola, mi amor ¿Qué fue eso? ¿Se ligó?
—¡¡¡Ahhhhhhhhhhhhhhhhh…!!!
—¿Hola…?
El gemido del Tune no se calmaba, la Turca seguía
pajeando y tragando la leche que no parecía acabar nunca. Tragó el primer y el
segundo chorro, que fueron fuertes, y luego el tercero, el cuarto y el quinto,
apenas menos copiosos. La Turca tragó, tragó y tragó. Hacía muchos tiempo no
recordaba un ordeñe tan productivo. Sin saber por qué, escuchar a su marido
desesperado al otro lado del teléfono mientras ese negrazo la acababa en la
boca le regaló una especia de orgasmo leve, una cosa rara que nunca le había
pasado antes.
—Mi amor, ¿estás ahí? ¿Por qué no contestás?
La Turca tragó lo último de la leche y se quitó el
vergón de la boca, que ahora comenzaba a perder rigidez. Un hilo grueso y
blanco le partió los labios y se corrió por su mejilla. Con la lengua se limpió
lo que pudo.
—Acá estoy, cornudito —dijo con espontánea felicidad.
—¿Por qué me decís cornudito? ¿Por qué no me
contestabas?
—Por lo del Morcilla, ¿por qué va a ser?
—No me gusta que me digas cornudito.
—Bueno, es cariñoso…
—¿Por qué no me contestabas?
—Estaba tomando la leche…
—¿Al mediodía?
—¿Conocés algún restaurante en Ensanche?
Poroto calló. De pronto estaba contrariado.
—Bueno, te llamé para darte la noticia, pensé que te
iba a alegrar… Lo bueno es que ésta va a ser la última noche en que vamos a
dormir en medio de todos mis compañeros… La última, ¿entendés? Después vamos a
tener nuestro espacio privado.
Había algo extraño en el tono de Poroto. Como si lo
dijera con cierta nostalgia, como si le avisara a ella que esa noche ofrecía
una última oportunidad.
—Mi amor… —dijo la Turca, que seguía de rodillas,
masajeando la pija del negro sobre su rostro. Cada tanto estrangulaba el troco
y lo escurría hasta sacar un gotón de la punta que, sumisa, engullía—. Acabo de
tragarme todo esto y es mucho.
—¿De qué hablás, Turca?
—Dejame digerirlo.
—¿Qué tenés que digerir? Es la única opción que
tenemos y es muy buena.
—Sí, sí… Es muy buena… La mejor de los últimos
tiempos, junto con la de Morcilla.
—Ya te dije que con el Morcilla nunca más. Eso NO
pasó.
—No, mi amor, no pasó…
La Turca terminó de masajear la pija y, mirando al
Tune a los ojos, colgó la llamada.
—Dejame ir a cerrar el almacén —pidió el Tune—. Ya es
la hora de la siesta. Te voy a enseñar cómo se divierten las mujeres por las
tardes mientras los maridos se rompen los cuernos en el astillero.
La Turca vio al negro salir del cuartito para cerrar
el negocio, apagó su celular y se quitó el jean y la polera, y quedó en
bombacha y corpiño sobre la colchonetita. Estaba a punto
de convertirse en otra típica esposa de Ensanche. Otra más de las putitas
cogidas por el Tune. O por cualquiera.
Fin del Capítulo
MUCHAS GRACIAS MIGUEL POR EL TIPEO!! =D
MUCHAS GRACIAS MIGUEL POR EL TIPEO!! =D
16 COMENTAR ACÁ:
Extraordinario. Como casi todos tus relatos.
Enhorabuena. Eres genial en este tipo de relatos
Que tremendo puton que es la turca, Rebelde!!! Y q hijo de puta el Tune!! QUE PLACER LLENARLE LA BOQUITA DE LECHE A UNA MUJER MIENTRAS EL MARIDO ESCUCHA POR TELEFONO!!! Tremendo anexo, Rebelde!!! Gracias!!!!
Me gustó mucho, nada extenso pero muy intenso y con mucho morbo como siempre jajajaja
Victor
Que personajes!! La turca, el tune y poroto, definen bien la clasica relacion hotwife, corneador y cornudo, me encanto simple concreto y muy morboso, me imagino lo que va a ser ese cuarto en el astillero jajaja gozada la turca, grande rebelde!!!
Saludos
Vikingo Miron
Vos te das cuenta que estas GENERANDO ADICTOS, Rebe???
Y gente que anda por ahi con SINDROME DE ABSTINENCIA de tus textos??
Cuanto van a tardar tus relatos en estar dentro de una lista de SUBSTACIAS ILEGALES???Cuando se aviven del EXCESO DE PLACER que provocan...
Mi Rendida Admiración. Sos siempre igual a vos mismo, fiel a tu esencia(como AC/DC) y eso es lo bueno!!!
carlosnava57@hotmail.com
el cuartito ese va a ser algo... impensado, creo yo jajaja
últimamente estoy escribiendo más breve.
ayer justamente iba a comenzar a tipear una historia nueva (un unitario unido a EL PUEBLO MÍNIMO) y me di cuenta qu parecía una versión "resumida" de una mini serie. así que tendré que re escribirla o desarrollar mejor cada elemento. la cagada es que serían 20 páginas tiradas a la basura. ='(
muchas gracias pedro!! =D
la del teléfono es un clásico. lo he hecho en la vida real en los dos roles, como cornudo y como corneador, jajaja
la verdad, escribo como me sale. no podría escribir escenas -o lo que sea- que no me suene coherente con la historia o los personajes (más que nada por el verosímil). supongo que a la larga eso da una fidelidad a uno mismo, pero yo qué sé... jajajaj
Carlos tiene TODA la Razón.
a mi me paso, tus relatos son "!ADICTIVOS!"
Nosotros ya no entendemos los fines de semana, sin ellos.
Llámenme anticuado.
Pero a mí, me gustan “Las TRADICIONES”
Y si en el Ensanche, es costumbre cogerse a las mujeres hermosas entre todos!
Y hacer cornudos a los esposos, pues…?
Que ¡Vivan las Tradiciones!
Muy buena historia. Aunque dice fin, parece un "continuará"...
sí, es el FIN de esta historia, pero hay más historias de estos personajes.
se lo voy a sacar para evitar confusiones.
Tal cual, Rebelde! En unos de mis primeros trabajos, cuando era pendejo, en una empresa grande, tenia un jefe q era un hijo de puta, nos maltrataba a todos! Y nos usaba para sus asuntos particulares, eso era lo q mas me rompia las pelotas! Hasta q un dia me mando a su casa a media mañana, a buscar algo q se habia olvidado, y me atendio la mujer... mamma mia, que pedazo de hembra y de puta!!!! Me pego una cepillada como no me habian pegado en mi corta vida: chupada maestra, cuevita en todas las posiciones, rompida de culo, y acabada en el orto con puteadas al cornudo... yo estaba en la gloria! Y cuando me estaba por ir, me pide q espere y lo llama al marido a la oficina, y le dice q no ee sentia bien y que me habia pedido si le podia hacer unas compras, y q yo habia salido a comprar, y me guiña un ojo, tapa el auricular y me dice bajito: "pará no te vayas que quiero que me des la lechita en la boca mientras habl8 con el pelotudo"... mamita, Rebelde, que placer indescriptible! Cuando hablaba él, ella chupaba. Cuando respondia ella, me pajeaba. Siempre sonriendo y mirandome a los ojos con una cara de "puton cosmico", como decis vos!!! Y cuando vio q me venia la leche de nuevo la hija de puta le dice: "espera q ahi llega de vuelta el pendejo, le voy a abrir"... y tal cual: abrio la boca y le volqué toda la lechita adentro, con el cornudo escuchando del otro lado del teléfono!... me hice adicto, Rebelde! Pensa que en esos años no era tan facil porque no existia el celular!
“Ay, Porotito, mi amor… —pensó—. Me lo voy a coger”.
"...amagó incorporarse, pero el Tune, más tranquilo, le apoyo una manaza sobre la cabeza y la mantuvo de rodillas antes sus piernas abiertas."
Este tipo de frases y situaciones son las que hacen de las historias de Rebelde Buey, piezas únicas de morbo cornudo.
¡Felicitaciones sinceras!
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