HELINA Y SU BENJAMIN — I
(Miniserie de tres partes)
Por Rebelde Buey
No sé qué extraño embrujo ejerce mi tío Ricardo sobre mí. No más es verlo y
empequeñecerme, sentirme torpe, idiota, falto de ideas, incluso falto de habla.
Es verlo y sentirme como un niño pequeño ante un brabucón varios años más
grande, o ante un adulto con autoridad indiscutible, de esos que te gritaban
“basta” y vos te quedabas calladito, con la cabeza gacha en un rincón.
Quizá no sea ningún embrujo. Quizá sean otras cosas que no quiero recordar.
Lo que sí es definitivamente un embrujo es el que ejerce sobre mi novia Helina.
No tengo idea de cómo, ni quiero saber por qué, pero cuando ella está con él,
se mimetiza con mi pequeñez… o quizá me vea tan doblegado ante mi tío que a
ella le sale como otra mujer.
Aunque tal vez, quién sabe, tal vez, la que sale a la luz, cuando está él
es la mujer verdadera, y la que convive conmigo a diario es la Helina de
mentira.
1.
Una noche cualquiera, cualquier noche —porque cuando yo le hacía el amor,
todas las noches eran lo mismo— la miraba a Helina en la cama, subyugado por su
belleza. Ella se hacía la que no se me mostraba, pero llevaba puesta la mejor y
más sexy de las lencerías. Era un exceso, mi novia tiene tantas curvas que
hasta un poncho le quedaría sexy.
Aquella noche —cualquier noche— yo me acercaba despacio, sin quitarle la
vista. Ella dejaba el libro, me miraba con esa expresión tan felina que hacía
que mi pija se me pusiera a pleno. Ella no se daba cuenta, solo me miraba a los
ojos.
Yo le quitaba la sábana guardiana, le desenganchaba el bretel del corpiño y
uno o los dos pechos, esos pechos enormes, duros, jóvenes, caían desnudos y con
gracia solo para mí. Me trepaba hacia ella, entre sus piernas, me quitaba mi
calzoncillo, y ella su tanguita sexy. Yo avanzaba un paso, me acomodaba; ella
sonreía deseosa y me rodeaba del cuello con sus brazos perfectos.
Y así, duro como nadie, la puerteaba primero, y empujaba. Y la clavaba, y
ella “Ahhh…”, una vez.
Aquella noche —cualquier noche— yo la clavaba con alma y vida una, dos,
tres veces.
Tres.
Y me era imposible contener mi goce.
—¡Ahhhhhhhhhhh…!
Helina siempre se sorprendía. Siempre.
Hasta que un día dejó de sorprenderse.
Y comenzó a saberlo de antemano. A esperarlo.
—Mi amor... ¿otra vez…?
—Perdoname, Heli... No sé... No sé qué me pasa...
Antes Heli me dejaba dentro suyo hasta que mi vergüenza pasara. Luego
comenzó a quitarme de encima de inmediato.
—Pasa lo que pasa siempre, mi amor... —dijo sin reproche pero sacándome de
adentro suyo.
—No digas eso... No me hagas sentir peor...
—Perdoname, Benja, pero ya son dos años... y el tratamiento no te hizo
nada...
Cada vez que la oía hablar así me invadía un terror demencial, el terror de
que se fuera a garchar con cualquiera y me abandonara.
2.
El embrujo en Helina, ese que les conté, no es lo único que sobre mi novia
ejerce mi tío. Habitualmente ejerce presión en sus ancas, con sus manazas, y
pelvis, con todo el peso de su cuerpo grueso, cada vez que la penetra.
La clava con estocadas profundísimas, con su maldita verga larga y gorda
que yo detesto. Y la clava tantas veces que en ocasiones yo amanezco en el
cuartito de los chicos y los sigo escuchando gemir y acabar como animales
salvajes. ¿Cuánto tiempo puede un hombre estar cogiendo? Sé que mis
estadísticas no cuentan, un promedio de dos o tres penetraciones me dan menos
de cinco segundos. Sé que los 40 o 60 minutos de los vídeos porno son falsos,
llenos de edición digital (¡estoy seguro, nadie puede aguantar tanto!). Mi tío se
coge a mi novia por horas, y los dos acaban varias veces.
Embrujo o no, ella disfruta como la colegiala de una película italiana de
los años 70. Y yo no digo nada. ¿Qué puedo decir? ¿Que goce más con mis tres
pijazos miserables?
Pero no estoy siendo franco con ustedes. No es que no tenga nada para
decir, es que la sola presencia de mi tío no me permite soltar palabra.
Ahora mismo la tiene en nuestro cuarto, como cada vez que viene. Escucho
los jadeos de ella, los gemidos disfrutando de esa pija. Escucho las puteadas,
los “más, más...”, los “así, así...”, y no puedo evitar acariciar con dolor la
puerta que me separa de ellos.
—Mi amor —me dijo Helina una hora antes, apenas llegó su macho—, tu tío
Ricardo y yo vamos a ir al cuarto, ¿sí, mi amor? —Odiaba que me hablara como a
un niño, pero me era imposible rebelarme—. Vos portate bien y andá a mirar los
dibujitos.
Siempre me mandaban a mirar los dibujitos. Me pedían que pusiera el volumen
bien alto, pero yo lo bajaba en cuanto comenzaban los gemidos y escuchaba toda
la cogida. Cuando me daba cuenta que acababan y estaban por salir de la
habitación, volvía al living y a subir el volumen de la tele.
—¡No quiero! —me encapriché— ¡No quiero ver dibujitos!
Mi tío sacó de entre su diario una revista con tapa de colores y unos
animales humanizados.
—Tomá, cuerno —me dijo, no muy amable, y me arrojó la revista por la cara—.
Con esto te vas a entretener.
La revista cayó al suelo y yo fui a recogerla. Me tomé la cara,
restregándome el golpe, cuando mi novia se agachó junto a mí y me dijo con
mucha dulzura y, tal vez, sobreactuado entusiasmo.
—¡Mirá lo que te trajo el tío Ricardo, mi amor! —Y me dio la revista—. ¡Un
librito para colorear!
Lo tomé a regañadientes. Mi novia estaba más sexy que nunca, con una
blusita liviana de escote generosísimo, los pechotes enormes mostrándose hasta
el borde de los pezones. Al agacharse, la faldita breve que cortaba los muslos
le reveló la tanguita negra —que le había visto ponerse y que la hacía re puta—,
devorada entre las nalgas con hambre.
—Mirá —me convencía—. Tiene animalitos... Una jirafa, un león... —De pie
junto a nosotros, mi tío ya se sobaba a la garcha y se aflojaba el cinturón—. Andá
a buscar los crayones, mi vida, y ponte a pintar que tu tío y yo vamos a la
habitación a hacer cosas de grandes...
Y ya no me hablaron más. Ni siquiera me alcanzaron los crayones. Heli tomó
a mi tío de la verga, pues ya la tenía afuera, y se lo llevó a nuestra pieza
delante de mis narices. Ver la mano de mi novia tomar esa garcha, ver sus uñas
pintadas rodear la piel rugosa y fea del vergón ancho de mi tío, tirar de él y
ver cómo la piel se corría y mi novia igual lo asía más fuerte, me provocó una
erección inexplicable.
3.
En el pasillo que daba a la habitación, la misma habitación de la que venían
los gemidos, insultos y orgasmos, yo me encontraba tirado a lo largo, pintando con
furia cada hoja del librito, gastando hasta el último crayón grasoso.
Y escuchando gemir a mi novia.
—Así... Así... Oh, Dios, sí…
El ruido de la cogida —el flap-flap de mi tío contra el culazo sometido—
era fortísimo y atravesaba la puerta como si ésta no estuviera.
—¡Qué buena hembra que sos, pendeja!
Porque mi novia tenía 24. Yo seguía con mis crayones, pero de pronto caí
que a Heli la conocí en sus 21, y que mi tío en un solo año ya se la había cogido
más que yo en todo el noviazgo.
—Seguí, Ricardo, seguí... —la oía rogar—. ¡No pares!
¡Hijo de puta! ¡Muchísimo más que yo! Porque este año mi tío le había dado
pija tres o cuatro veces por semana, y hasta cinco. Y yo solo una o dos, cuando
lo hacíamos (y si efectivamente eso que yo hacía era “hacerlo”). Saqué cuentas
rápidas partiendo el crayón rojo en pedazos. Si me la había cogido en cuatro oportunidades
cada semana, y un año tiene cincuenta y dos semanas… mi tío se había cogido a
mi novia más de doscientas veces. Y si en cada ocasión que se la cogía me la
llenaba con no menos de dos lechazos…
Aproveché que hubo un segundo de silencio en la habitación e ingresé como
una tromba.
—¡Terminé, terminé! —dije esgrimiendo el librito.
Casi se me detiene el corazón al ver a mi curvosa y abundante Helina
montándose sobre el vergón de Ricardo. Mi tío estaba boca arriba, a lo largo de
la cama, y mi novia sobre él, con las piernas recogidas, sentada y enganchada
sobre la verga.
—¡Cornudo, ¿qué carajo hacés acá?! —Mi tío nunca era amable conmigo.
—Mi amor, ya sabés que no tenés que entrar en la habitación cuando Ricardo
y yo estamos hablando.
Mi novia comenzó a bajar lentamente sobre la pija de mi tío, sin dejar de
mirarme a los ojos. Yo tragué saliva cuando ella hizo tope y comenzó a elevarse,
igual de lento que cuando bajó.
—Es que... terminé —apenas pude balbucir con el cuadernillo colgando de mis
dedos y sin dejar de observar la cintura y la cola en bajada y en subida... en
bajada y en subida…
—¿A ver, mi amor…? —me dijo Helina, y bajó nuevamente todo su cuerpo sobre
la verga, siempre ensartada. Estiró una mano y apretó sus labios.
Le alcancé el librito para colorear, y quedé a su lado. Tío Ricardo, desde
abajo, me miraba burlón y elevaba su pelvis cada vez que ella bajaba, como para
mandársela hasta la garganta.
—¡Muy bien, Benjamín! —me festejó mi novia, hojeando mis progresos.
Entonces mi tío clavó más fuerte y Heli entrecerró los ojos—. Éste te quedó muy
lindo, mi am... ¡Ahhhhhhhh! —Sostenía el librito abierto con una mano, que me
mostraba a mí, a la vez que bajaba y subía sobre el vergón—. Sos un… artista…
mi amor… ¡Uhhhhhh...! Estoy muy… uhhhh… muy orgullosa de v... ¡¡¡AHHH por Diossssss
cómo se siente esta pijaaahhh!!!
Helina soltó el cuadernillo, cerró los ojos, apretó los labios y bajó sus
manos hasta apoyarse en el abdomen de mi tío, y enseguida acariciarle los
huevos, por detrás de ella. Empezó a acelerar las subidas y las bajadas.
—Ya terminé —repetí— ¿Qué hago ahora?
Mi novia seguía sube y baja y mi tío llevó sus manos arriba y se las llenó
con esos pechos formidables, acelerando sus clavadas hacia el cielo.
—No sé... Ahhhh... No sé, Benjamín... Ahhhhh… pero ya sabés que… ¡Ahhhh…!
Que no tenés que… Uhhhhh… estar en el
cuarto cuando Uhhh… sí… sí… tu tío viene a visitarte... Ohhh... por Diosss...
—Pero yo quiero...
—¡Salí del cuarto, Benjamín! Ahhhh… Ahhhh... Salí del cuarto y cerrá la
puerta… No quiero que veas lo que me va a hacer el tío acá en la cama... Ahhhh…
Ahhhh... Ahhhhhhhh…
Llenarla de leche. Provocarle orgasmo tras orgasmo. Usarla como un juguete
sexual. Eso es lo que mi tío siempre le hacía. Me fui con mi cuadernito hacia
la puerta escuchando a la cama gemir, y a mi tío y mi novia bufar y llegar al
clímax.
—Así... Así… Ahhhhhhh… ¡No pares, no pares...! Síííííí...
—¡Tomá, puta! ¡Tomá pija, hija de puta!
—Sí, sí... Síííííí... ¡¡Ahhhhhhhh…!! ¡No pares, por Dios, seguí...! ¡¡Aaahhhhhhhhh…!!
Cerré la puerta y me puse los dibujitos animados bien fuerte.
4.
Acabarle como un primerizo a la tercera penetración no era el único
problema. El otro problema, igual de grave, se presentó primero. Unos pocos
minutos antes, incluso. Y resultó bochornoso.
Fue, además, la primera vez que mi novia se refirió a mí como a un niño,
aunque un poco en broma y otro poco por la sorpresa.
Hacía algo más de un mes que salíamos y yo venía evitando ir a la cama. Nos
divertíamos mucho, nos besábamos, nos hacíamos reír y nos estábamos enamorando.
Pero yo no iba más allá de unos manoseos bobos, evitando que ella me tocase a
mí, y rehuía sistemáticamente toda charla sobre sexo y en especial los momentos
que podrían derivar en eso.
Así que hablábamos mucho. Yo ya me había asegurado que fuera una chica
dentro de todo tradicional, que le importara la familia, no tanto el sexo, y
que fuera comprensiva. Tampoco ignoraba yo mi problema, no era la primera mujer
con la que salía. Resultó que Helina era una gran persona, seria, compañera y, a
pesar de la ropa —que siempre lucía un poquito de más sus curvas voluptuosas—,
muy leal.
Pero para la sexta semana, con ella en una minifalda muy corta y una remera
ajustada que le hacía explotar los pechos, de pie en la puerta de su casa,
invitándome a entrar para aprovechar que sus padres habían salido de fin de
semana, no tuve más escapatoria.
Iba a ser nuestro momento.
Si observarla toda la noche con ese mini y esa remera me había provocado la
mayor erección de mi vida, verla trepar a la cama con la lencería más sexy que jamás
había visto me la puso como de piedra. Gateó hacía mí con gesto sensual y me
preguntó.
—¡Qué hacés todavía con los pantalones puestos, mi amor?
Comencé a sacármelos con mucha lentitud, estirando cada momento. Y no por
seducción.
—Heli... hay algo que tenés que saber... —Mi novia me sonreía y me
desabotonaba la camisa—. Algo que es mejor que te diga antes de...
—Mmmmm… —ronroneó ella—. Un hombre misterioso... el sueño de toda mujer.
—Heli, no, ¿qué misterio…! —Me desabroché cinturón y cierre, y la
impaciencia de mi novia tironeó hasta dejarme en calzoncillos. Puse de
inmediato mis dos manos adelante—. Escuchame, mi amor, no quiero que te lleves una
sorpresa...
—Uh... de seguro la tenés como un burro... —Y comenzó a bajarme el bóxer,
aunque yo me resistía— Con lo que me gustan las pijas bien grandes y bien
duras.
Helina me quitó todo y quedé desnudo por completo.
—¡Ah, bueno! —dijo al verme, seriamente sorprendida—. ¿Es en serio, eso? ¡Es
como la de un nene!
Y medio que casi se le escapa una risita, pero enseguida vio mi
mortificación y se reprimió.
—¡Heli, no seas hija de puta!
Mi novia se acercó más, me abrazó como si yo viviera una desgracia y me dio
un beso breve en la cabeza.
—Benji, no importa que la tengas tan chiquita —la tocó con un dedo, como
si fuera un insecto inofensivo—. ¡Lo que importa es que la sepas usar!
Estaba perdido.
Esa mujer increíble de la que me estaba enamorando me abandonaría luego de
la tercera clavada.
5.
Primer encuentro:
Fue la noche en que me dijo que mi pija era como la de un nene. Me metí
entre sus piernas y la penetré.
Una.
Dos veces. Me solté.
—¡Ahhhhhhhhhh...!
—Mi amor... —El estupor de Helina fue total— ¿Qué fue eso…? ¿Qué, ya
acabaste…?
—Es que hacía mucho tiempo que no cogía, es por eso —mentí.
Segundo encuentro:
Fue a los dos días. Ella con una lencería más sexy que la de la primera
noche.
Una vez.
Dos veces.
—¡¡Ahhhhhhhhhh…!!
—Mi amor... ¿Otra vez?
Tercer encuentro:
Fue en un hotel. Sus padres ya habían vuelto y no teníamos la casa libre.
La puse boca abajo, sus tetas y su carita me calentaban demasiado, así que no
las quería ver. Pero clavarla amasando su culazo fue peor.
La penetré una vez.
—¡Ahhhhhhhhhhh...!
Y Helina en esta oportunidad no dijo nada.
Cuarto encuentro:
Una vez.
Dos veces.
—¡Ahhhhhhh…!
—Mi amor, no puede ser que estés tan caliente que acabes a la segunda
serruchadita... ¡Hacete una paja antes!
—Me la hago, bebé —dije abochornado—. Perdoname.
—Hacete dos pajas entonces. O tres. Pero no me dejes así.
Quinto encuentro:
Esa tarde me había hecho tres pajas. La clavé a mi amorcito como un
enajenado. Una vez. Dos veces. ¡Tres veces!
—¡Ahhhhhhhhh…!
—Benja, aunque sea tocame. Estoy como antes de empezar.
—Pero mi amor, ¿no viste? Mejoré un montón.
Pasamos a coger poco y nada. Una vez por semana, primero. Pero enseguida
una vez cada quince días, y a veces ni eso. Helina se satisfacía con sus dedos,
y para eso yo no le hacía falta. Viví todo un año, literalmente todos los días,
esperando que mi novia me dejara.
Pero se ve que me amaba tanto como yo a ella.
Hasta que un día que volví a acabarle en la primera penetración me dijo:
—Amor, tenemos que hablar.
6.
Para cuando mi novia y mi tío se conocieron, Helina ya estaba más zafada.
Seguro por la falta de orgasmos, o por una sexualidad casi anulada o al menos
frustrada por completo, mi novia, que siempre se vestía linda, al borde de lo
sexy, comenzó a vestirse sexy, al borde de lo puta. Acortó sus faldas, ajustó
sus remeras aún más, comenzó a escotarse, y mucho. A veces prescindía del
corpiño, aunque solo cuando la tela que la cubría era tan delgada que le
marcaba los pezones. Siempre había usado botas, pero ahora las botas eran mucho
más altas.
En un momento esbocé una leve queja, especialmente porque usaba su
vestuario sin discriminar si iba conmigo o sola, pero la culpa de no darle una
vida sexual ni siquiera mínima hizo que yo cediera ante ese cambio.
Sé que ella no hacía nada con otros hombres, se mantenía fiel, pero su aspecto
emputecido comenzó a darle una fama de chica fácil, y yo, aunque todavía no lo
fuera, comencé a ser sospechado de cornudo. Con los vecinos, con los
comerciantes del barrio, con sus compañeros de trabajo y finalmente con nuestros
amigos y familiares.
De a poco todos los hombres se fueron animando a decirle cosas e insinuarle
propuestas, al cabo, lo que ella inconscientemente buscaba. Supongo no se
sentiría deseada —yo no la hacía sentirse mujer— y andar como una puta
levantando admiración y propuestas de cama le cubriría esa falta, aunque sea
engañosamente.
El día que conoció a mi tío venía de más de un año de no coger de verdad, y
de varios meses de recibir halagos, seducción y propuestas de todo tipo de
hombres. Estaba, como se dice vulgarmente, a punto de caramelo.
Fue en un almuerzo familiar, en el que se festejaban los ochenta años de mi
abuela. Le había pedido a Helina que no se fuera tan provocativa, que iba a
estar toda mi familia. Tenía una mini blanca de las más cortitas y un top de
hilo color fucsia, con pancita al aire y arriba un escote de escándalo, anudado, que le dejaba
ver no solo buena parte de los pechos sino el borde del corpiño, lo que la
hacía aún más puta. Yo le insistí, sabía que de seguro estaba mi tío, aunque no
le dije nada. Ella hizo lo que hacía siempre cuando yo le rogaba que se
adecentara: me ignoró por completo.
—¡Pero qué mujer más imponente! —vociferó mi tío al verla por primera vez.
La tomó de una mano y casi que la hizo posar para él. Helina sonrió, y en ese tiempo
que la conocía, debo decir que nunca la vi tan entregada.
A mi tío, en cambio, lo vi como siempre: bruto, prepotente, desubicado. Y
grandote. Me conoció siendo yo niño, de venir a casa cuando papá no estaba, y
así como a un niño me siguió tratando, al pasar los años. Siempre. Incluso
cuando yo ya me había hecho adulto. Por eso no me extrañó al escucharle:
—Ésta es mucha mujer para vos, Benjamín. No te va a dar el cuero para
tenerla contenta.
El guiño de ojo puso claro que se trataba de satisfacerla, y todos mis
parientes se rieron a mi costa. No me importó, ya estaba acostumbrado a eso,
pero lo que sí me angustió, lo que realmente me dolió y alarmó fue ver a mi
Helina reír también, juntar sus brazos para hinchar sus pechos y levantar un
piecito. Vi a mi novia cruzar una mirada de total empatía con mi tío —el hijo
de mil putas de mi tío— y dejarse llevar por él, de la cintura, para
presentarla a todos mis parientes.
Para la tarde, mi tío ya había manoseado a mi novia todo lo socialmente
aceptable que se pudiera. Se habían cruzado celulares delante mío, y hasta me
había forzado a mí, en medio de un chiste, a confesarle a mi novia que él venía
calzado como un burro.
Fue patético en la tarde —fui patético—, mientras los más viejos dormían la
siesta y los chicos jugaban entre los árboles, el trato que tío Ricardo me dio delante
de mi novia, y mi reacción.
Los encontré en el living, solos, él enseñándole un método de relajación
que, aseguraba, le aumentaba la sensibilidad “para todo”. Era un verso, porque
mi tío de métodos de relajación no entiende nada, pero mi novia hizo como que
le creía, en una complicidad silenciosa. Heli se estiraba en un sillón, a lo
largo, boca abajo, y llevaba una pierna hacia arriba. Como la minifalda era tan
corta, era imposible que al levantar la pierna ella no supiera que le estaba mostrando
a mi tío toda la bombacha. Mi tío la sostenía desde el muslo y la ayudaba,
acariciándola y metiendo como sin querer, y a veces, la mano cerca de la
entrepierna. Cada vez que mi novia le hablaba, levantaba el torso, y los pechos
—aprisionados contra el sillón— le explotaban y mostraban hasta el borde de las
aureolas de los pezones, apenas cubiertos por el corpiño.
Todos conocían a mi tío, incluso yo, y todos sabían que era capaz de esto y
mucho más. Pero era mi deber ponerle freno.
—Tío, ¿qué estás haciendo...? Helina es mi novia… —casi le rogué.
Mi tío Ricardo me tomó del hombro, sin dejar de sobarle los muslos a Heli
con su otra mano.
—Ay, Benjamín, siempre el mismo chico vos… Ya te dije un montón de veces
que cuando estoy con una mujer, con una mujer de verdad, no con una nena, no es
de buena educación que te metas a interrumpir.
—Pero tío, ella es mi...
—Benjamín —me interrumpió con una condescendencia tal que parecía que
estaba hablando a un tarado mental. Busqué a mi Heli con los ojos, procurando ayuda.
Ella estaba absorta, pero más expectante que absorta—, ¿qué decimos siempre, Benjamín?
Los grandes con los grandes y los nenes con... —y me invitó a terminar la
frase— ...los nenes… —completamos a dúo.
Helina me miraba con los ojos salidos, nunca me había visto tan
empequeñecido, ni siquiera cuando le hacía el amor y ponía en evidencia lo poco
hombre que resultaba. ¿O lo poco hombre que era?
—Pero tío... —rasgué mi último intento.
—Dale, Benja... Andá con los otros chicos a jugar a los árboles… Andá que
nosotros tenemos que hacer cosas de grandes.
Y me fui, patético. Y mi novia no
podía creer mi reacción ante ese hombre y esa situación. Y al irme crucé mi
mirada con ella y vi su asombro, su sorpresa, su incomprensión. Pero a mi pesar,
también vi un morbo incipiente en el brillo de sus ojos. Morbo y una pizca de
maldad que me dejó preocupado.
7.
—¡Ahhhhh...! —gimió en un grito mi novia, por enésima vez. Cada vez que mi
tío se la mandaba hasta los huevos con fuerza, ella gritaba como para despertar
a los vecinos.
Era la décima, la quinceava o la vez mil que el otro hijo de puta venía a
satisfacerse y satisfacer a mi novia. Ya me habían puesto los dibujitos, ya
había jugado con un robot-dinosaurio que me había comprado Heli, a sabiendas
que esa noche recibiría pija de macho en nuestra cama matrimonial. Ya había
hecho todo lo que se esperaba de mí, pero esos dos no terminaban nunca de
coger.
Fui a la habitación con un peluche en la mano para preguntar si faltaba
mucho, con la excusa de que era tarde y que había que dormir. Pero al llegar a
la puerta los gritos desencajados de mi novia me inhibieron.
—Ahhhhh... Ahhhhh... Ahhhhh... Síííí... Sííííí… ¡¡Haceme mierda, hijo de
puta!!!
Se oía también el choque rítmico de los cuerpos. Mi tío la estaba bombeando
con furia.
—¡Tomá, putita!, ¡Te voy partir en dos, hija de mil putas!
No me animé a golpear, mucho menor a entrar.
—¡Qué bien me cogés, turro…! ¡No pares! ¡Por favor, no pares que empiezo a
acabar otra vez!
A pesar de que odiaba a mi tío, a pesar de que era él el que hacía gozar a
mi novia, el que la hacía sentir mujer, escuchar a Helina generando esa
sonoridad erótica me despertaba emociones contradictorias.
—Venite, putita... Venite que te suelto la leche...
—Ahhhhhh… Síííííííííí… ¡Sí, por favor, sí! ¡Llename de leche, Ricardo! ¡Haceme
tu puta!
—¡Te lleno, bebé! ¡Gritá bien fuerte, putita, que se entere todo el
edificio que por fin hay un hombre en esta casa!
Y Heli comenzó a acelerarse y mintió de forma tan ridícula que en la misma
mentira comenzó a acabar.
—No seas malo, Ricardo, que Benjamín es todo un hombre... ¡¡¡Aaahhhhhhhhh…!!!
Y mi tío, que se venía aguantando, se soltó y empezó a llenármela de leche.
Por tercera vez en esa noche interminable.
—¡¡¡Ahhhhhhhhhhhhh putaaaaaaahhhh…!!!
A los cinco minutos, cuando los insultos y jadeos fueron desapareciendo, me
acomodé la pijita dura y doblada que tenía dentro del pantalón, y entré.
Como siempre, la presencia y la mirada de mi tío me empequeñeció. Me acerqué
a la cama que compartían como si fueran matrimonio, uno de cada lado,
respaldados en sus almohadones. Al entrar, mi novia se cubrió instintivamente
con la sábana, y mi tío puso cara y tono de fastidio.
—¿Y ahora qué querés?
Me acerqué con las manos atrás y la cabeza un poco gacha.
—Tengo sueño —dije mordiéndome los labios. Mi tío bufó molesto. Mi novia se
incorporó un poco, siempre cubierta con la sábana, y me defendió.
—Benjamín tiene razón, mañana tiene que levantarse temprano.
—No hace otra cosa que interrumpir. ¡No sé a quién salió tan hinchapelotas!
Mi novia le acarició el pecho a mi tío y lo besó brevemente en los labios.
Sonrió, buscando contemporizar.
—No seas así... si siempre se porta bien —y me sonrió. Llevó su mano del
pecho hacia abajo, por debajo de las sábanas de tío, y me habló como si yo tuviera
cuatro años—. ¿No es cierto que Benjamín se porta bien?
Me refregué los ojos con la mano que tenía el peluche para que me creyeran
que tenía sueño.
Y dio resultado. Mi tío se levantó, casi sobre mí. Había acabado un rato
antes y sin embargo su verga seguía gorda e imponente como siempre. La flameó
delante de mi rostro, cuando fue a buscar su ropa, y me fue inevitable oler las
tres cogidas que le había echado adentro a la que era mi mujer. Helina siguió
el vaivén de esa pija con ojos hipnotizados.
—Tenemos que encontrar una solución —dijo mi tío poniéndose los pantalones—.
No puede ser que no podamos dormir juntos por culpa de un mocoso malcriado y
maricón.
Mi novia se puso el corpiño y la bombacha bajo las sábanas, para guardar su
intimidad ante mí. Salió tras mi tío y fue con él hasta la puerta. Me pregunté por
qué lo seguiría, si ella ya le había dado las llaves del departamento después
del segundo encuentro. Fui a ver y los encontré cuchicheando. Me acerqué para
ver de qué hablaban, siempre con mi peluche a cuestas. Él estaba del lado de
afuera, en el pasillo, y ella de éste lado, cubierta a medias con la puerta.
Cuando me vieron, mi novia giró hacia mí y me dijo:
—Benjamín, ¿qué hacés acá? Andá para la cama y ponete a dormir que ya es
tarde.
—Quiero que vengas.
—Ahora voy, andá. Ya te dije que no tenés que escuchar las conversaciones
de los grandes.
—Pero quiero que vengas —insistí refregándome los ojos otra vez.
Helina suspiró vencida y se dirigió a mi tío.
—Mañana lo hablamos bien —le dijo—. Pero sí, seguro va a ser la mejor
opción… Sobre todo para él, pobrecito...
Temblé cuando se cerró la puerta y fui con mi novia a la cama. En silencio.
8.
Al otro día llegué del trabajo, y Helina y mi casa estaban revolucionadas.
Había tres peones adentro, dos correntinos y un paraguayo, cajas de muebles pre
armados, de luces, y unas latas de cola y retazos de empapelado. No estaba el
tío Ricardo, solo los tres morochos que habían estado trabajando. Y sin embargo,
mi novia volvió a hablarme como si yo fuese un nene. Hija de puta, ¿también se
había acostado con esos tres tipos?
Andaba con un top súper suelto y sin corpiño, por lo que se le escapaban
las tetas, y abajo nada, en una bombachita que se le clavaba entre los nalgones
y la hacían más puta que nunca. ¿Qué clase de mujer viste así delante de tres peones
de la construcción?
—¡Mi amor, mirá la sorpresa que te tengo preparada!
Me cubrió los ojos y me hizo avanzar a ciegas por la casa, guiándome. Me
llevó hasta la segunda habitación, la pequeña, y me quitó la mano de los ojos.
—¡Cha-cháaachan! —celebró musicalmente—. ¿Te gusta?
Habían convertido la pieza de servicio en una habitación de niños. Hermosa,
pero de niños. Había una cama con barrales, una lámpara de Superman, juguetes
por todos los lados y un empapelado blanco y azul con autitos de carrera y una
guarda a cuadros negros y blancos.
—¿Vamos a tener un bebé? —dije espantado. Hacía mucho que no me permitían
hacerle el amor y no quería tener un hijo de tío Ricardo.
—¡Es tu nueva habitación, tonto!
Me quedé helado.
—¿Qué? ¿Cómo...?
—Cada vez que venga tu tío a visitarnos y se quede a dormir en casa... ésta
va a ser tu habitación —Los miró a los morochos, que sonrieron y me miraron
como si yo fuese un deficiente mental—. Así no te molestamos con nuestros
gritos y quejidos cuando nos quedamos charlando cosas de grandes.
La miré, la vi casi en bolas, los miré a los otros tres tipos que de seguro
se la habían estado garchando toda la tarde, y me encendí de rojo de tanta
humillación.
—¿Voy... voy a dormir siempre acá…?
—Nooo, solo cuando vengan a pasar la noche el tío Ricardo... o alguno de
sus amigos…
Me aguanté el llanto. ¿“O alguno de sus amigos”?. Iba a terminar en esa
piecita infantil casi todas las noches.
—¿Te gusta, mi amor? Si no te gusta la lámpara de Superman la cambiamos por
una de los Vengadores…
Volví a mirarla. A ella y a los morochos. Uno de ellos se estaba sobando la
pija con descaro, otro le apoyaba una mano en una de las ancas.
—No... —resolví—. La de Superman está bien…
9.
Mi tío no era mi tío. No de sangre, me refiero. Era de esos amigos muy
cercanos a la familia que uno termina llamando tío. ¿Y la verdad? Ni siquiera
era tan cercano.
Al tío Ricardo lo conocimos un verano en el que había poca plata y
pasábamos algunos días en el predio del sindicato de papá. Ya saben: parrillas,
pileta, canchas de fútbol y tenis, campo arbolado... Ricardo era uno de tantos
muchachos que trabajaban en el lugar, limpiando los quinchos, asistiendo en lo
que pudiera.
No sé bien qué pasó ese verano, yo era todavía chico, pero al tercer o
cuarto día papá encontró a mamá en el baño de hombres, y a Ricardo con ella. Estaba
perdida hacía una hora y apareció de pronto allí. Hubo un gran escándalo,
gritos, insultos, de todo. A la vuelta, en el auto, papá y mamá no se hablaban,
aunque me explicaron que mamá se había confundido de baño y Ricardo —el bueno
de Ricardo, aclaró mamá— la había encontrado justo antes que papá.
—¡Qué groso! —dije, con inocencia, refiriéndome al hecho.
—Ay, sí... —suspiró mamá.
Esa semana no volvimos al predio. En casa, el clima se cortaba con
cuchillo. Pero el calor ahogaba y mamá le prometió no sé qué cosa a papá, en la
noche, cuando estaban solos (como si yo no los escuchara, je!), y entonces papá
cedió y retomamos los viajes diarios al sindicato.
Recuerdo que lo que me sorprendió, aun siendo chico, fue que terminamos en
el mismo sector de antes. El personal del sindicato se distribuía por sectores,
de modo que el mismo tipo atendía al mismo quincho. Hubo tensión, y mucha,
cuando Ricardo fue a limpiar nuestra parrilla, y cuando pasaba a cada rato
trayendo algo o preguntando qué necesitábamos. Mamá tenía buen cuerpo, del tipo
voluptuoso, y andaba, como todas las mujeres allí: en bikini. Ese día papá la
obligó a ponerse algo, un pareo que la cubriera, pero al ir a la pileta se sacó
todo, como si se rebelara, y se metió adrede la maya bien en el culo. Yo me di
cuenta de esto pero papá no. Fuimos a la pileta y papá no pasó la revisión médica
(“debo tener hongos en los cuernos”, dijo en una broma amarga que en aquel
momento no entendí). La cuestión es que esa tarde la pasé con papá en el predio,
y mamá sola en el agua, con su bikini clavada entre las nalgas. ¿Ricardo? En la
pileta, como imaginaron.
Y esta es la parte en la que digo que no entiendo qué sucedió. Desde ese
día mamá pasó a usar sus mayas cada vez más metidas en el culo, y papá no decía
nada. El tal Ricardo pasaba cada vez más tiempo con nosotros, y papá no decía
nada. Cierto es que mamá no volvió a confundirse de baño, pero papá parecía
demasiado comprensivo. O resignado, quién sabe.
Ricardo terminó volviendo varias veces con nosotros, cuando nuestro regreso
coincidía con la finalización de su jornal, que era casi siempre. Y luego de
las vacaciones comenzó a venir a casa, de visita, muy seguido. Y fue para
mejor. Porque en todo ese año que Ricardo, ya entonces tío Ricardo, vino a
casa, yo pasé más tiempo a solas con papá. Veíamos alguna película en el
living, mientras mamá le enseñaba a tío Ricardo su ropa nueva, que por supuesto
guardaba en la habitación. A partir del segundo o tercer día que vino tío
Ricardo, y como los ruidos raros que venían de la pieza eran cada vez más
fuertes, papá optó por llevarme a la plaza a jugar a la pelota. Regresábamos
siempre a las dos o tres horas y encontrábamos a mamá y a tío Ricardo en la cocina,
tomando mate o café con leche. Mamá saludaba con un gran beso a papá, de esos
besos grandilocuentes que solo se veían en las películas. Un beso de enamorada.
Luego, a partir del segundo año, tío Ricardo pasó casi todas las noches en
casa. Se quedaba a cenar siempre, excepto los fines de semana, y mamá le hacía
la comida que le gustaba a él. De a poco tío Ricardo comenzó a gravitar más en
las decisiones y ya mamá le consultaba siempre para saber qué cocinar y en qué
horario. También era él quien decidía a qué hora me tenía que ir a dormir yo.
Al levantarme a la mañana siguiente, papá ya se había ido al trabajo y tío
Ricardo seguía en casa, en camiseta y calzoncillos, delante de mamá.
Desayunábamos los tres, él se ponía toquetón con mamá, ahí delante mío, y ella,
en vez de reprenderlo, apenas lo amonestaba un poco, más en broma que otra cosa,
y luego iba y se agachaba buscando algo en el horno para pararle el culazo a él
casi en la cara. Tío Ricardo la manoseaba de nuevo o le decía algo donde la
dejaba ver como a una puta, y los dos reían (y yo también, pero sin saber por
qué).
Igual, algo me daba cuenta. Desde que el tío se quedaba a dormir, mamá
amanecía más suelta de ropa, con camisolines muy breves, transparentes, en los
que se le veía de todo, las tetotas sin corpiño y el culazo que se desbordaba
de la bombachita enterrada. Sabía, porque no era tonto, que cuando mamá
regresaba de llevarme al colegio, tío Ricardo todavía estaba en casa.
Fue promediando ese segundo año —en el que el tío Ricardo se apoderó de
nuestro hogar— que el trato suyo para conmigo comenzó a ser muy diferente.
FIN DE LA PRIMERA PARTE (DE TRES)
Agradezco especialmente a Mikel que me hizo el aguante con el tipeo.
Gracias!! =D
58 COMENTAR ACÁ:
Porfi...NO ME NIEGUES ESE PLACER...hace que la novia obligue a vestirse al cuerno de bebito y que lo humille asi ante testigos.....
carlosnava57@hotmail.com
Ya está escrita, Carlos. Y no está eso =(
es más "realista" esta historia, o mejor dicho: menos caricaturesca.
Hermoso relato tal cual se esperaba , el infantilismo del cornudo es un condimento nuevo que le agrega morbo a la habitual humillacion , Ale
Yo fui unos de los que puso que para los relatos era indistinto las fotos, pero tengo mis dudas... La foto de Helina, es como me la hubiese imaginado en el relato. Luego, con el correr del mismo, me imaginé a Benjamín con el osito, y me hice el bocho... Terrible, que continúe pronto. Sds
Gracias Rebelde
Los puntos que mas me gustan del relato son:
- Esos intentos del cornudo para penetrar jeje
- La aparicion del tio en la comida familiar
- Esa historia que queda abierta de la madre
- Y como no....esa habitación de superman..jajaja
Eres un crack
Grande Rebelde!!!
Me gusto todo! Pero algunas cosas son increibles:
- como se van perfeccionando generacionalmente los cornudos, el padre se va asumiendo de a poco, el hijo ya sabe de entrada que lo va a ser...
- cuando Helina le dice q el tamaño no importa mientras sepa usarla y él se da cuenta de q está perdido
- que la referencia a la condicion de "macho" de Benjamin les haga explotar el polvo
- y la foto de esa recontraputa! Confieso q al verla ANTES de leer el cuento no me atrajo mucho, pero al mirarla AHORA q ya lo leí se me para la pija!!!
Gracias Rebelde como siempre!!!
Una pregunta: se aceptan aportes para CUERNIX? En caso afirmativo: sí o sí con foto? O vos le buscas la foto adecuada?
Aun NO lo leo,
Pero la publicidad previa de esta serie, me parece tan buena que sufriré hasta el domingo que la leeré.
Creo que deberías realizar mas de ese tipo de anuncios (fotos con frases) previos como para ir calentando el ambiente.
NO lo se? pero a mi si me hiso esperarla "!Con ansia!".
gracias PUI, me alegra que te haya gustado tanto.
nunca hice el texto y busqué la foto en CuerniX. sino al revés: es la foto la que me inspira la historia que ustedes leen.
EL blog está abierto a la participación de los lectores, de modo que si querés, podés mandarme el texto y trato de buscarle una foto que a mí me parezca coherente. puedo publicarlo en RELATO DE LECTORES, o reescribirlo y ponerlo en CuerniX.
Eso como vos quieras.
Espectacular. Palabra por palabra un compendio de los mejor es relatos del Rebelde. Esperemos el proximo.
voy a hacerlo. a mí también me gusta hacer los teasers, como para crear cierta expectativa. mi único "miedo" es que el teaser despierte más de lo que luego ofrezca el relato =/
pero igual lo voy a hacer.
https://www.facebook.com/photo.php?fbid=433473110163348&set=oa.814947978594511&type=1&theater
PORFIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII
carlosnava57@hotmail.com
jajaja!! pero no es eso. Benjamín no está disfrazado, y mucho menos de mujer!!
=O
muy bueno! como siempre, la imagen de los crayones es epica!!
en.ma01
No temas por generar expectativa, Rebelde. Tus relatos superan siempre lo que nos imaginamos con los teasers. La historia es genial, y el flashback sobre los padres es como tirarle nafta a una fogata. Lo que es imperdonable es que Benjamin haya dejado pasar la oportunidad de tener una lámpara de los Vengadores ;-)
No me gusto, le trae una revista y no los crayones? Superman? Los vengadores están de moda. Jaja enserio fantástico. Saludos manugares
por fin tuve tiempo de escribir, puf!!
excelente relato rebelde buey me encanto, sobre todo lo de tratarlo directamente como niño. se que en muchos de tus relatos se aprovechan de la inocencia "dilcornuto" (como con joselito o pablito) pero de hay a darle crayones o ponerlo a ver caricaturas se me hizo una idea brillante, solo me gustaria saber, porque creo que no lo mencionas, que edad tiene benja, me gustaria saberlo para que tuviera mas morbo, je.
tambien te agradezco que hayan vuelto los relatos largos, porque aunque los cuernix o minirelatos son buenos a mi en lo personal me dejan con la sensacion de que se podrian alargar mas (me dejan con las ganas pues).
y tambien me sorprendio y gusto que regresaran los minipack o anexos de regalo porque le dan un morbo adicional como los de "eramos tan pobres" o "leche de engorde", yo usualmente no tengo tiempo de comentar pero si he seguido los relatos cada vez que puedo y cada vez son mejores.
y por ultimo una sugerencia o idea (aunque se que ya lo escribiste completo) seria posible que de pronto a benjamin le prohibieran tocarse o pajearse justificandole que solo lo pueden hacer los grandes? me da mas morbo cuando el cuerno es el unico que no puede disfrutar de nada
Excelso e inmejorable relato rebelde buey
armand_blackorochi@hotmail.com
Muy alegre de que hayas retomado este tipo de relato, los echaba en falta...
Me gusto muchísimo el relato y la foto de verdad que es perfecta, como dicen por ahí, después de leer el relato la foto con la un morbo especial. Lo único que no me gusto mucho, y es a nivel técnico, es el manejo de la linea de tiempo, creo que puede resultar algo confuso. Pero no le quita brillo a la obra. Agradecido...
Hielo Negro
Hola maestro Rebelde
Como siempre es un placer leer tus relatos te soy sincere estuve imaginándome durante varios días como sería la trama de la historia me mantuviste al filo de la butaca esperando y como es costumbre superaste mis expectativas.
Sé que se necesita tiempo para escribir como tú lo haces y como comentan varios esperábamos unos de estos relatos ya que si hacía falta en tu blog.
Sin duda todo el relato es exquisito pero concuerdo con uno de los que postearon arriba el hecho de los crayones se me hizo algo caricaturesco a mi opinión una revista para hombres hubiera estado mejor para que se haga sus pajas el pobre benjamín.
Las partes sublimes en donde pones lo de la madre y como desde la infancia fue aceptando su papel de cornudo o como cuando entra y están los trabajadores remodelando su futuro cuarto para cuando vengan los amigos del tío Ricardo
Te agradezco rebelde por estos relatos memorables, uno más para mi colección personal.
atte: THE SIR
ALE:
Hacía rato que quería escribir sobre un cornudo infantilizado. originalmente era otra historia, con un negro, en un ambiente más glamoroso. pero salió así.
LUIS FERNANDO / HIELO NEGRO:
Las fotos de esa modelo (que se llama Helina en la vida real) me inspiraron, o me dieron impulso para escribir la historia más o menos por los carriles en que la leyeron. No es casual, es una historia "hecha a medida" de esa mujer tan exhuberante. =P
MIKEL:
Puse los intentos del cornudo de esa manera tan gráfica para que se entienda la frustraciónd ela pobre Helina, al cabo la causa por la que se alía al tío Ricardo para cornear a su amorcito.
Y lo de la madre... algo más habrá, pero esta es la historia de Benjamín, más que nada.
NORBERTO / EN.MA01:
muchas gracias, amigos!!
DIEGOTE:
gracias, diego! los flashbacks me gustan, le dan dinámica al texto y comienza a explicar por qué Benjamín se deja humillar de esa manera tan particular
MANUGARES / DIEGOTE:
jajaja!! Súperman -súper hombre- porque Benjamín es lo contrario, un sub hombre =D
LUIS RAMIREZ:
el más inocente de los cornudos es CORNELIO, de Andrea y Cornelio. Pablito también es inocente, especialmente al principio. Joselito ya no tanto, sabe que se están aprovechando de él, pasa que no puede contrarrestarlo (y en elf ondo algo le gusta, jejeje).
Respecto de las edades de Benjamín, tantod e adulto como de chico, no las puse para que cada uno se imagine la que más le guste.
Los relatos breves de CuerniX sin dudas se podrían agrandar. de hecho, para mí son como condensaciones de relatos más largos. Quizá algún día tome algunos textos de CuerniX y los convierta en historias más largas, como las de este blog, pues en general dan para mucho más.
el problema es el tiempo.
Finalmente, respecto de tu pedido, la serie ya está escrita y cerrada, pero estoy escribiendo un segundo Anexo, donde le voy a sumar tu idea (y otra de otro lector) y lo voy a incluir en el pack.
Me gusta cuando los lectores participan, porque a veces salen ideas para mejorar las series, como este caso.
HIELO NEGRO:
Al hacer las distintas correcciones vi que el rompimiento podía confundir, pero también vi (bah, creo) que en cada salto la mente se te acomoda ya en el segundo renglón. preferí dejarlo así y no anteponer un texto aclaratorio con cada salto. queda más moderno, jajaja =P
THE SIR:
gracias, amigo, por los elogios!! =D
el problema de que a Benjamín le dieran una revista Playboy es que el relato se me va de eje. Explico: el macho y la mujer han "aniñado" al cornudo, de modo que si le dan una playboy rompen con esa dinámica. hubiese quedado extraño -de hecho, contradictorio- que le hablen como a un nenito y le regalen algo para mayores de 18.
Fijate que recién cuando el macho se va, Helina vuelve a tratarlo como adulto. por eso tampoco lovas a ver tomando alcohol (le darán jugo o una chocolatada), etc.
Y respecto de las partes que más te gustaron, estás de suerte: en el Anexo 02, que estoy escribiendo, pues... voy a relatar justamente qué pasó inmediatamente después de los tres obreros manoseando a Helina en las narices de cornudo, al final del capitulito 8. ;-)
Me gusta mucho esta serie, el morbo entre el tio y Helina es fenomenal. Esa actitud tan abiertamente infiel con un familiar del cornudo es muy morboso. Hiciste un buen trabajo con las imágenes. Escogiste la modelo ideal.
ramirezdiaz1984@gmail.com
por dios... mataria por tener a un cornudo tan pelotudo.... es el cuerno perfecto, pito chico, eyaculador precoz, pelotudo importante.... pasaria todo el dia entregando mi cola y conchita a cualquier macho y le echaria toda la culpa al cornudo....
Rebelde: vale la espera de cada cuento, cada serie
el desarrollo de la actualidad y la historia del cuerno que replica la del viejo
lo de la pieza increible. Y se que no es central pero me quede con ganas de como los obreros le daban a Helina.
Y aparte me mata ver como calentas a las minas en los comentarios como nanyinfiel
este sitio es de 10
cad6969@hotmail.com
espero el anexo!! ja
solo fantasia? o busqueda de realidad?
Interesante relato del tío que no es el tío, que le cogía a la madre de chico y a la novia de grande al corneta. Me hubiese gustado la descripción de la cogida que los tres obreros le pegan a la atorrantita de la vieja, aunque muy bueno el detalle de la decoración de la habitación en esa misma secuencia.
Saludos rebeldes.
Ya lo dije anteriormente y no me creyeron pero…?
Rebelde Buey, es cultura.
Porque dicha Afirmación…?
Por qué yo me confieso ignorante.
Pero cada vez qué leo sus relatos aprendo cosas nuevas.
Ya sé que NO es la intención, pero sucede.
En este caso NO conocía este fetiche, (infantilizado)
Jeje, pero me resulta muy original.
Un atrevimiento (opinión) ya que invitas.
Sin jamás pretender interrumpir a las musas del genio.
Pero ¡nunca! Olvidare una escena, donde cornudos platican entre sí, con respeto como guardando las formas (Leche de Engorda) entre la Oreja y Pablito. (La recuerdo con una erección)
Me gustaría una plática así entre estos 2 cornudos (padre e hijo) justificando la presencia del Tío Ricardo.
Discúlpame decir tanto, pero después de leerte…?
NO puedo para de hablar, o de escribir, es lo mismo.
Estas cosas me agradan bastante,
¡Que le haga publicidad:
Se habían cruzado celulares delante de mí y hasta me había forzado a confesarle a mi novia que él venía calzado como un burro. —fui patético
Jaja una genialidad.
Creo que NO eres parejo (justó)
Ya que el titulo dice Helina y su Benjamín, pero NO narras el punto de vista de ella.
Esto te lo dijo, ya que yo leo tus relatos con mi esposa, y pues ella pide más impresiones de ella y “su SEDUCCIÓN.”
Nos imaginamos la Psique y admiración de Helina, al ver el avasallamiento del tío, sobre su novio, eso a muchas mujeres les excita.
Y las “Acciones”, que ella como buena mujer provocar para ver dichas acciones de avasallamiento.
Ya que ella es una mujer doblemente enamorada,
Prueba de esto al leerte, decir ella:
- ¡que se entere todo el edificio que por fin hay un hombre en esta casa!
¡Más queremos las la voz de la mujer!
Jeje, bueno su admiración.
¡Viva Helina!
Grande rebelde buey!
Me ha encantado el relato. Me gusta leer como son tan putas y se dejan usar por un macho con una buena verga. Me quedé con ganas de leer como le abrían la cola.
Un saludo y esperando la continuación.
la verdad es que los títulos son un padecimiento para mí. casi nunca encuentro buenos títulos, no sé por qué. este aso es uno típico: Helina y su Benjamín, el título no me gusta, es feo, pero no se me ocurría otro. lo bueno es que benjamín es "el niño más pequeño", pero es un acierto en el nombre del personaje, no en el título.
a qué voy con todo esto? a que esta mini serie está por completo enfocada en el cornudo, más precisamente en sus reacciones ante el trato infantil. es decir que el texto va a ponerse muy poco en la piel de la mujer, a diferencia de, por ejemplo, LECHE DE ENGORDE, donde si bien el cornudo tiene también protagonismo, el relato se apoya muchísimo en Paloma y en cómo manipula, siente, desea, etc.
mmmm... temo que quien dice esa frase es el tío. y por el contrario, ella al corregirlo se ríe y el morbo de mentir sobre la supuesta hombría de su cornudo, le acelera el orgasmo
no sé si existe este trato infantil hacia el cornudo como un fetiche. yo lo escribí porque la idea me morboseó mucho, jajaja
(sé que hay un fetiche con disfrazar a adultos como bebés, pero eso es otra cosa).
Respecto de esa escena que mencionás entre el oreja y Pablito, me encanta que la destaques, para mí es una de las mejores escenas de todo el blog. es un diálogo muy natural, a pesar de lo irreal de la situación, y me parece que están bien expresados los sentimientos y emociones de Pablito Desgraciadamente no hay un diálogo con el padre. en lo que resta de la miniserie, el padre casi ni aparece, la historia va con el cornudo y algunos personajes que aparecerán en los otros dos capítulos que faltan. veré si puedo agregar algo en las correcciones finales.
Fuerte Rebelde, aniñar al cornudo lleva al morbo aun nivel mas alto.
Y creo que por ahi pasa el goce de Helina
Muy bueno!
Saludos y quedo pendiente de la segunda parte!
sinchino@hotmail.com
Sensacional relato.
Me encanta la sumisión de pobre Benjamín sumada al descaro del par de amantes. La parte donde ella revisa el librito mientras se hunde la verga del tío es rotundamente excitante y morbosa.
Gran historia!
calosgouzy@hotmail.com
Me ha parecido un gran relato que nos devuelve a los orígenes de "Leche de Engorde".
Me encanta que "el tío Ricardo" tenga ya ese pasado con la madre del protagonista, aunque para serte sincero pensaba que la edad del tío Ricardo sería menor que la del protagonista, creando todavía más la humillación por parte de Benjamín.
Adelante con ello Rebelde!.
Realmente por ser la primera parte muy bueno, no me quiero imaginar como serán las otras dos. Tiene todos los condimentos para mostrar comno Benjamin se convierte en un tremendo cornudo. Ah Rebelde sé que hay un tiempo para todo, pero no te olvides de la continuación de Junior
Hola Rebelde, un beso desde Bogota Colombia
Me identifico totalmente con Helina y tengo mi Benjamín (esposo cornudo) jijijiji aunque lo que mas me gustaria es llevar a la pantalla grande una de tus historias como guion y que tu fueras el director, seria una bomba y estoy interesadisima en la continuacion de esta historia
Tu ardiente seguidora Lili
La calidad de siempre con el agregado dei nfantilismo , finisima humillacion que no dudo crecera en los proximos capitulos , Ale
Hola, excelente relato y me agradecido que vuelvan los relatos largos.
Me encanto que el tio, el cual toda la familia sabe que es el macho de la madre de benjamín, la presente a la familia. Con lo cual toda la familia ya sabe que benjamín también es un cornudo como su padre. Podrias seguir algo mas por aca? que otros familiares también lo corneen? no se el abuelo o los primos.
Me imagino el cumpleaños de benjamín con todos los amigos llevando a sus hijos para que jueguen con el y ellos dándole a Helina ahí mismo en la fiestita.
Son algunas ideas que me surguen del relato, quizás te sumen.
Gracias
David tatuado
Sin duda este relato, a sido todo un éxito en los comentarios.
o al menos ¿eso creo yo?
es la primera vez que sigo un relato tuyo en tiempo real, NO se si sea así en todos (recuerda que yo tengo poco como tu lector)
Pero de antemano quería agradecer tu tiempo y recordarte:
!Que tienes prohibido Morirte!.
Bueno solo hasta que escribas cien mil relatos mas.
Muy bueno, que real me suena eso de repetir la historia de vida, la tipica frace "hijo de tigre" aplicada a todos los comportamientos. Los detalles del relato son definitivamente tu fuerte, comentarios como, "cuando entro Benja se cubrio con las sabanas" o como se queda fuera en la revisión médica el cuerno.
Sigo considerando que lo tuyo es sublime. Un gran abrazo.
Epaviejo
Otro morboso relato. Y la verdad este tipo de cornudo infantilizado me despierta mucho morbo.
La parte 9 del relato es una verdadera joyita. Que el cuerno venga siendo desde chico educado indirectamente para serlo es fenomenal.
Siempre quedo sorprendido por tu creatividad.
Espero con impaciencia la continuación.
Me encantan siempres tus relatos, este es un buen ejemplo de tu literatura, tiene muchos toques tipicos tuyos.
El infatilismo del tio es genial, jajajaja.
y por supuesto el emputecimiento de madre e hija.... sublime. muchas gracias.
cacafuti85@gmail.com
RAMIREZ DÍAZ:
no elegí a la modelo. la modelo eligió el relato ;-) pues al ver su imagen se me ocurrió la historia (si bien hace varios años estoy con ganas de escribir sobre un cornudo aniñado)
CAD 6969 / LICURGO:
la idea es hacer un segundo Anexo con lo que pasó con los obreros luego de presentarle la piecita al cornudo.
LUIS MIGUEL HIERRO:
me parece que más adelante se va a relatar cómo le abren la cola, jajaja
CALOSGOUZY:
esa parte también es de mis favoritas, jejeje...
ALTAIR:
traté de no mencionar mucho el tema de las edades para que cada uno le ponga la edad que más le guste =)
LILIANA:
sería genial, lástima que todos los lectores viven en distintos países, jajaj
DAVID TATUADO:
esa idea del cumpleaños es genial!!!!
la voy a usar.
por otro lado, en la miniserie ningún otro integrante de la familia le da verga a la novia del cornudo.
EPAVIEJO:
el detalle de la novia cubriendo su desnudez ante el cornudo es lo que más me gustó de todo el relato. es sutil pero está bastante cargado de significados.
EROS:
el Anexo será dedicado por completo a lo del aprendizaje de chico. aunque no a todo el mundo le va a gustar.
CACATUFI 85:
jaja la verdad es que no me doy cuenta de cuáles son "mis toques típicos". ¡¡cuáles son?? imagino que tengo un estilo pero no me doy cuenta demasiado
exacto. por ahí pasa (además de por el tremendo pedazo de verga del tío, jajaja)
muchas gracias, señorita... =)
Quizás ya sea antiguó y NO me había fijado, pero...
Que elegante se ve el fondo de la pantalla con los cuernos de venado
Muy buena esta serie.
Promete mucho. Me veo fiesta entre la madre, la novia y el tío.
Y el en pañales con chupete jajaj
Es dificil de explicar, pero sueles ponser una serie de ingredientes muy morbosos. Como el cornudo que no la ve, pero la oye...el tio de descripciones, como se emputece con su macho, la humillacion del corundo,,,, son muchas cosas
El relato es excelente ojal se pueda hacer una adenda de la conversacion de los padres de Benjamin cuando es descubierta la madre y que converso con el esposo para que la deje seguir con su amante
No, no es antiguo. lo cambié hace muy poco. Cada tanto le hago cambios en el diseño al blog, como para mantenerlo "fresco".
La verdad es que ya quiero hacerle un cambio completo de diseño (como cuando pasé del "look Twitter" a este blanco y minimalista), pero no encuentro una apariencia que me satisfaga.
solapa 27:
muy buena rebelde...la verdad yo también acabo de aprender con tu relato, un nuevo estilo; "cornudo infantil"...es completamente morboso...la escena que entra benjamín al cuarto y Helina comenzó a bajar lentamente sobre la pija del tío, sin dejar de mirarle a benjamín a los ojos.... es fenomenal...
solapa 27:
muy bueno rebelde...la verdad acabo de aprender un nuevo estilo: "cornudo infatil"....es muy morboso...la escena donde helina comenzó a bajar lentamente sobre la pija del tío, sin dejar de mirarle a los ojos a benjamín.....es grandioso...muy buena....como siempre no dejas con la sensación de querer mas la continuación.....
rebeldee :DDD este es el relatoooo que mas me a gustadoooo de la serieee con su emputicimiento ufff el comienzo de ser cornudo *.* si puedes mandame el anexo a aqui :) un besazooo y sigue asi
acsagerrer93@hotmail.com
Gran relato rebelde, como todos los que escribes, nunca pensé en este tipo de cuernos a llegar a tal humillación que lo trate como un nene, saludos
Como me pone de loca la dominacion que ejerce el más macho sobre el cornudo. Es asombroso.la imagen al principio del relato se vuelve el punto de partida para poder imaginarse el resto.descubrí que son mucho más eróticos cuando se leen despacio y recreando cada escenario en mi mente.a la noche leo los otros dos, ansiosa! Un saludo
Hola rebelde, ha pasado mucho tiempo desde que comentaba tus relatos en el foro, pero he vuelto. Estuve dando un vistazo a los nuevos relatos que has publicado ( y a los antiguos tambien, por ellos volvi jaja) y me ha llamado la atención varios relatos y como desde que publicaste el relato de navidad de la serie de dia de entrenamiento se han convertido en mas morbosos desde el punto de vista de degradar a su mínima expresión al cornudo convirtiendolo en una putita masculina ( el llanto inalcanzable fue epico).
En medio de esos relatos me encontre con una nueva tematica, los relatos de helena y su benjamin, que me parecieron que tratabas de hacer una comedia, como siempre, el morbo de los relatos de cornudos salieron a flor.
¿Que me gusto de tu serie helena y su benjamin?
Primero el personaje de Helena, una puta que seguramente primero estuvo con el cornudo por interes, y estuvo a punto de dejarlo debido a su problemita, pero que luego conoce a tio ricardo, pasa lo que pasa.
El tio ricardo ( tiene un perfil parecido a brotola el de tu otra serie ) como irrumpio en la familia y segun dejas entrever, sometia a los cornudos y estaba con todas las mujeres de la familia.
Pero lo que mas me gusto fue ese nuevo tipo de estado en el que presentaste al cornudo, como un niño, o un pibe como dicen ustedes en la Argentina, ¿Hasta donde lo vas a llevar ? o mejor aun ¿De donde viene ese comportamiento, es infundado en el pasado? me gustaria que compartieras esa historia conmigo.
Por eso te pido que compartas conmigo los dos anexos de esta fantastica historia, de verdad tengo muchas ganas de leerlos y de comentarte que me parecieron.
Un abrazo rebelde, Carlos.
Paisa4_89@hotmail.com
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