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lunes, 1 de abril de 2013

Paternidad Asimétrica

(HISTORIA AUTOCONCLUSIVA)

Por Rebelde Buey



Estaban solos, más allá de la recepcionista y el ruido del aire acondicionado. De pronto el consultorio del doctor les parecía más frio que nunca, y los afiches de reproducción asistida, por más que mostraban rostros felices y árboles y sol y toda una positividad obscena —explícita—, los deprimía. ¿A quién se le ocurriría poner esos afiches en el consultorio de un especialista en problemas de fertilidad?
Martina y Rodolfo se tomaron de la mano.
—No tenés nada, ¿entendés? Vas a ver que el doctor te dice que podés quedar…
—Sí, sí…
—Además, yo estoy acá.
Aunque sonrió para él, a Martina se le notaba la tensión en los labios apretados.
—Mi amor… —le dijo, y lo acarició en la mejilla—. Perdoname. Mirá por lo que te hago pasar…
—¿Qué decís, estás loca? No me hacés pasar por nada, este es un problema de los dos.
—Ya sé, tonto, pero es que… Vos no sos el del problema… vos ya tenés hijos y…
—Martina, calmate, ya lo hablamos. De una forma u otra vamos a tener nuestro bebé. Por ahí habrá que hacer un tratamiento, ya veremos…
Martina volvió a sonreír y suspiró. Amaba a ese hombre que siempre estaba a su lado y la calmaba como si fuera una chiquilla.
—Sos un sol, Rodolfo… Te amo…
El beso tierno en los labios los confió el uno con el otro, y no hubo pareja más unida en el mundo, en ese momento.
—Ya los pueden atender —anunció la recepcionista.


—Buenas noticias —El doctor chequeaba unas hojas con números indescifrables—. Buenas y extrañas noticias…
—Doctor, ¿hay un problema o no? —Rodolfo no estaba para el suspenso, con su mujer al borde de un ataque de histeria.
—Sí, disculpe. Están perfectos. Ambos están en perfectas condiciones para tener familia. La biopsia endometrial dio bien, la fluoroscopía lo mismo… espermatograma, laparoscopía, en fin…
—¿Y por qué dijo extraño? —se asustó Martina—. ¿Qué hay de malo?
—Nada, nada, señora… Tranquilícese. Es que según lo que me han dicho ustedes mismos en las consultas anteriores, ya deberían haber quedado. En fin, ¿siguen haciéndolo regularmente?
Martina y Rodolfo cruzaron miradas. Seguían con las manos entrelazadas.
—Ahora un poco menos… —dijo él.
—Día por medio —agregó ella.
El doctor lo festejó con una cierta picardía:
—Es un buen promedio.
—Antes lo hacíamos todos los días.
—Sí, y a veces dos o tres veces por día, más que nada los fines de semana. No es que me estoy ufanando, doctor, es que…
—No, no, no, no, está bien. Con una mujer tan bella como su esposa, lo entiendo.
El doctor observó a Martina. Había cruzado sus piernas doradas de verano y la falda del vestidito se había hecho más corta que nunca. En cuanto se moviera apenas un poco le vería sin lugar a dudas el color de la tanguita, como sucedía siempre.
—¿Puede que hacerlo tan seguido sea contraproducente? Podríamos hacerlo solamente en los días que estoy ovulando.
—No, no es necesario eso, no. ¿Cuánto hace que no se cuidan?
—Dejé de tomar pastillas hace poco más de un año.
—Lo más probable es que sea solo estrés. ¿Usted está bajo mucho estrés, Rodolfo?
Martina y Rodolfo volvieron a mirarse.
—No —dijo él.
—Sí —dijo simultáneamente ella.
El doctor se sorprendió. Pero se rindió enseguida. Todo en esta pareja era dispar. Ella, de 29, hermosa, rubia, educada, con vestiditos livianos muy cortos y escotes lo suficientemente decentes para mostrar solo la rayita de inicio de los pechos, que no eran pequeños. Él, de 50, vestido casi invariablemente como un viejo, más abrigado de lo que dictaba el día, siempre amoroso y atento, educado como ella, aunque no de familia. Se le notaba la cuna de clase media-baja digna y orgullosa, seguramente de padres que le pagaron una universidad con el esfuerzo de toda una vida.
—Pues acá no hay más nada que hacer. Tómense unas vacaciones para relajarse y sigan buscando, que es la parte más divertida.


Caminaban por una avenida ancha y arbolada, bajo las sombras. Era enero y casi no había tráfico. La brisa le levantaba a Martina el vestidito ya de por sí corto, y los pocos conductores y algunos transeúntes la miraban y re miraban aun después de cruzarla, buscando el pequeño milagro de que el viento les revele un poco más.
—¿Y ahora…?
—¡Qué lío, eh? —quiso bromear él. Pero la melancolía le abortó la pregunta y la broma quedó desairada.
—No deja de ser una mala noticia.
—No digas zonceras. ¿Cómo va a ser una mala noticia que puedas tener un bebé?
—Es que… no vamos a poder.
—Sí, claro que vamos a poder.
—Mi amor, hace un año que no me cuido, ya tendría que haber quedado. Es obvio que si yo no tengo nada, el del problema es Daniel.
Por fin la brisa le levantó el ruedo a Martina. La calle entera vio su cola, su tanguita enterrada, y su desdén para domarla.
—Eso no quiere decir que no podamos… Tenés otros amigos.
—Quiero un bebé de Daniel. Es mi macho. Es por él que sos el cornudo que sos, mi amor.
—Ya sé, pero…
—Quiero un hijo de él correteando en nuestra casa. Ya lo hablamos. Que lo críes como tuyo, que le des tu apellido. Quiero que sea la prueba viviente de lo cornudo que te hago.
Iban despacio. Una vieja que los cruzó abrió grande los ojos y los miró con desaprobación.
—Yo también lo quiero, Martina. Pero es evidente que él no puede.
Martina casi se detuvo y miró al suelo, desconsolada.
—No lo puedo creer…
—Quizá tengas que cambiar de macho, mi amor. Como hasta hace un año, que te acostabas con cuatro o cinco tipos a la vez…
—Quería un hijo de él…
—Ya lo sé, mi amor, yo también…
—¿Cómo se lo decimos?
Rodolfo se alarmó.
—No se lo podemos decir.
—Se tiene que hacer un tratamiento. ¡O no me va a dejar embarazada nunca!
—No se puede, amor. Vamos a tener que buscar otro…
—No, yo quiero que seas el eterno cornudo de Daniel.
La caminata había sido deliberadamente lenta para darse tiempo a llegar al bar, que ahora estaba frene a ellos.
—No se puede. Vas a ver que no se puede —sentenció Rodolfo, dejando pasar a su esposa para que entre. Un cliente que estaba en la ventana dejó de leer el diario para mirarla de arriba abajo, y uno de los mozos, que ya la conocía, la saludó con una sonrisa y una reverencia de pajero arrastrado. Martina cruzó el interior del bar taconeando lento y meneando las caderas con exquisitez.
Llegaron a la mesa del fondo. Un hombre joven de unos 30 años se levantó y les sonrió.
—Hola, bombón.
A pesar de la mano de Martina enredada en la de Rodolfo, Daniel la saludó con un beso en la boca delante de los mozos y los dos o tres clientes. Martina se sentó junto a él; y el cornudo, del otro lado de la mesa, solo.
—¿Y? ¿Cómo te fue?
Daniel era un ejemplar de macho, en palabras de Martina y de más de una amiga. Ancho de espaldas, de cabello abundante y suelto, y de rostro bonito y vivaz. Por lo demás, era nervioso, verborrágico y petulante, y de vez en cuando se desubicaba un poco, más por falta de roce y educación que por torpeza.
—Todo bien. Todo normal. Estoy en condiciones de quedar embarazada en cualquier momento.
—Te dije que no iba a haber problemas. ¿No te dije? ¿Eh? ¿No te dije?
—Al doctor le llamó la atención que en un año no haya quedado.
—¡Y eso que lo hacemos todos los días!
Daniel hablaba más fuerte de lo aconsejable. No porque hiciera quedar a Rodolfo como el cornudo que era (al cabo, un exotismo), sino porque vociferaba ante el bar una cuestión privada y delicada.
—Día por medio —lo corrigió Rodolfo.
Daniel se quedó quieto y miró al cornudo, molesto.
—Bueno, Rodolfo, no te pongas puntilloso. Mejor día por medio que… ¿Cuánto hace que tu mujer no te deja cogerla? ¿Cuánto hace que no la ponés?
—Daniel… —pidió ella.
—Dale, ¿cuánto? —provocó.
Rodolfo quiso enmendar la pequeña desobediencia del otro.
—Está bien, Daniel, ya entendí tu punto.
—Yo te puedo decir, cornudo: tres años. Tres años hace que no te cogés a tu propia esposa. Y de ahí para atrás no creo que te la hayas cogido mucho tampoco… Yo en un año y medio me la cogí más veces que vos en todo tu matrimonio. ¿Qué tal?
La humillación podía ser parte del juego. Pero esto no era humillación, y decididamente tampoco era juego.
—Martina decidió hace tres años, dos meses y catorce días ponerme en abstinencia de ella para hacerme un perfecto cornudo. “Su” perfecto cornudo. Y a vos te coge en forma exclusiva desde hace un año. Eso te hace su macho, de facto.
—¿De qué? —preguntó confundido Daniel, y miró sin entender a la mujer.
—Rodolfo… —pidió Martina.
—Nada. Martina tiene algo para decirte, Daniel. O pedirte.
Martina miró a su marido con suspicacia.
—Bueno, no sé… Emmm…
—Lo que veníamos hablando, amor. Eso que te dije que no podíamos pedirle.
Martina miró a su cornudo con irritación. Rodolfo se estaba vengando de Daniel a costas de ella. Daniel los miraba con la boca abierta.
Sí… —dudó Martina—. Quería pedirte… El doctor nos dijo que… siendo que yo estaba bien…. En fin… que… que sería bueno ir un finde largo de vacaciones y relajarnos y seguramente allí…
—Contá conmigo, bombón. Siempre es un gusto cogerte —Daniel sonrió de oreja a oreja y le recorrió las tetas a Martina con impudicia—. ¿Y el cornudo viene?
—Obvio —respondió Rodolfo—. Siempre es un gusto ver cómo embarazás a mi mujer.



Esa noche, con los cabellos ya cepillados y un camisolín sexy, Martina salió del baño y caminó felinamente hacia la cama, donde la esperaba su cornudo. Rodolfo se quitó los lentes al verla venir y dejó el diario económico en la mesita de luz.
—¡Waw, qué linda estás hoy! ¿Quién viene?
—¡jajaja! ¡Tonto!
—Se ve que la tarde con Daniel te revitalizó.
Martina suspiró largo y fuerte para su marido.
—Me coge tan pero tan bien ese hijo de puta…
—Quizá en ese fin de semana que planeaste…
—Lo vamos a pasar genial, Rod. Pero ya sabés…
Martina se quitó los pendientes y los puso sobre la mesita de luz. Se agachó más de la cuenta y deliberadamente puso su cola en punta. La cola que sabia perfecta y que a su cornudo le aceleraba el corazón.
—Vas a tener que cambiar de macho, mi amor.
—No. Quiero que mi macho siga siendo él. Aunque voy a volver a salir con otros…
—Mmm… Más cuernos para mi corona…
Martina se subió a la cama y se acomodó los pechos para respingarlos. No llevaba corpiño y el camisolín se le transparentaba bastante, y se divirtió con los esfuerzos de su marido para sostenerle la mirada en los ojos.
—Voy a tener mi bebé… pero no le puedo decir…
—No entiendo.
—Sí que entendés. Si le digo que él no puede embarazarme, no va a poder ser mi macho nunca más.
—¿Lo vas a tener con otro y le vas a hacer creer que es de él?
—No, no voy a empezar de cero otra vez. Quería un hijo de él… o en el peor de los casos, tuyo… —Lo miró a los ojos y le sonrió con la mayor cara de turra que pudo—. Como siempre, sos mi plan B, cornudo…
—¿Un hijo mío?
—Sí… —se sorprendió Martina de la sorpresa del otro—. Sos mi esposo, ¿no?
—Pero… eso implicaría… que yo… que yo a vos te… —Rodolfo comenzaba a entender lo del camisolín sexy, y su ritmo cardíaco se revolucionó.
—Que vas a eyacular en un vasito de vidrio y me pagás la fecundación artificial.
—Oh… bueno… —la decepción en el pobre cornudo fue tan manifiesta que a Martina le vino un ataque de risa.
—¡Jajajaj! No, tonto, ¡no soy tan yegua! Eso significa que te voy a levantar la veda…
El alivio fue de dibujito animado.
—¡Mi amor! :D
Martina cruzó una de sus piernas sobre la otra, sentándose tipo indio. La tanguita blanca le apretaba con todo ahí en el medio, y la hacía más puta a pesar de esa gestualidad educada y presumiblemente inocente.
—Pero solo me vas a coger los días que ovulo, ¿eh?
—¡Sí, mi amor, sí! —aceptó el cornudo, desesperado—. ¿Y el resto de los días?
—El resto será con Dani y los machitos que me garchaban hasta hace un año. Vas a tener que llamarlos y arreglar con todos, ¿sí? Como el maridito bueno que sos.
—Sí, pero… está lo de Dani…
—¿Qué pasa con Dani?
—¿No le vas a decir nada?
—¿Para qué…?
Rodolfo miró la expresión vaporosa de su mujer. Esa pregunta simple guardaba tantas respuestas complejas que le subió un escalofrío.
—¿Y cuándo me vas a levantar la veda?
—La veda… Hmmm… —Le gateó dos pasos hasta ponerse encima de él—. A partir de ahora mismo.
El perfume le invadió los sentidos a Rodolfo. El perfume del cuello y el que venía de la propia calentura de su esposa.
Martina lo tocó con los muslos, sus pechos se refregaron en el rostro de él y cuando sus delicadas manitos fueron a agarrarlo ahí abajo, el pobre cornudo se deslechó.
—Perdoname, mi amor. Es que hace tres años que…
Hubo un segundo de silencio y desentendimiento.
—¡Carajo! —se sorprendió Martina—. ¡Qué difícil me va a resultar tener un bebé!
Se miraron y se echaron a reír, y se besaron pegoteados de ellos mismos.


Fin  (historia auto conclusiva, termina acá)

28 COMENTAR ACÁ:

Anónimo dijo...

Siempre con un gran relato Rebelde. Un poco corto pero muy bueno. Esperemos la siguiente entrega. Salu2 Manugares

Eros dijo...

Me da morbo los pequeños detalles, casi como al pasar:
"Como hasta hace un año, que te acostabas con cuatro o cinco tipos a la vez…"
;)

Anónimo dijo...

Excelente Rebelde es increible como puedes cambiar la atmosfera de un relato a otro, este lo siento muy real con situaciones que tranquilamente vive un buen cornudo, tiene poco de comedia me explico, me parece muy morboso y estoy deseando ver a esa puta follada por medio pueblo.
El personaje de Rodolfo es de perfeccion en el mundo cuckold.
Me encanto y logicamente que queremos mas jeje!!

VM
Www.vikingomiron.blogspot.com

Carlos Figueroa dijo...

Holña Rebelde:

Perdona que insista, pero creo que tus realtos tienen la suficienta calidad para converitrse en guiones cinematograficos, que deberian llevarse al video, y ante la mala produccion de hoy en dia, serian la sensacion, como siempre lo resumo en excelente....

Carlos Figueroa

Anónimo dijo...

Me ha gustado mucho el ritmo de esta historia, como nos llevas de un escenario normal a otro por completo diferente y sin brusqueda, en pocas lineas. Adicionalmente la relacion entre los esposos da un buento tono a la historia, la hace menos fantastica. Excelente...

Hielo Negro

Anónimo dijo...

Exceletes!! Me rei mucho con sopa de letras!!

baccolaalmiron@gmail.com

Mikel dijo...

Hola Rebelde,

El titulo del relato muestra fielmente el espiritu del texto.
Quizas lo que más me ha sorprendido es una vuelta de tuerca mas en el tema de los cornudos, porque a mi entender has logrado que hasta el macho dominante se convierta en el cornudo de la historia...quizas sea interpretación mia....pero lograr que la protagonista quiera tener un hijo con su marido en castidad y que por culpa de la imposibilidad del macho en tener hijos, decida ponerle los cuernos con otros, hace que el verdadero engañado sea el macho. El momento en que humilla al marido es genial, si ademas pensamos que en breve va a quitarsle la veda..jeje
Como siempre Gracias!!!

Anónimo dijo...

DULCÍSIMO!!!Los relatos de cuernos suelen tener una (necesaria) agresividad y tono de farsa...pero ESTE es dulce...creo que sobre todo les va a resultar muy potable a los oidos femeninos, siempre muy reticentes a la idea del corneo consentido (por el que dirán, por no quedar como "una cualquiera" delante de famila , conocidos y "la gente que es mala y comenta..."y por el temor de que el corno la deje..

carlos nava
carlosnava57@hotmail.com

Rebelde Buey dijo...

MANUGARES, VIKINGO:
no hay segunda entrega de este relato, amigo. es un unitario. más que nada, porque la idea central está cerrada.

VIKINGO:
venía escribiendo mucha comedia y cuernos bastante "historieteros" (Junior, Entrenamiento). Esto fue como un respiro, algo para equilibrar(me) ;-)

CARLOS FIGUEROA:
eso es por mi estilo, bien narrativo. pero ojo q esta historia para guión porno no sirve, ya q no tiene sexo. quizá el planteo pudiera servir.

HIELO NEGRO:
para mí fue un tema eso del cambio dentro de la historia. ¿cómo hacerlo: brusco o pausado? originalmente iba a ser mucho más suave, y cuando lo escribí me quedó así.

MIKEL:
efectivamente el cornudo de esta historia es el macho. bueno, también el marido, pero el macho será un cornudo no consciente, lo que lo hace realmente cornudo.

CARLOS NAVAS:
no sé si los relatos de cuernos tienen la necesidad de tener un tono de farsa. en mis relatos sí hay mucho de eso, pero creo que tiene más que ver con mi estilo y con mi forma de ver el sexo (divertido, lúdico, gozoso) que con el género. supongo que todo se podrá escribir de todos los tipos de formas.
coincido con vos en que es de un estilo más afín a las mujeres, especialmente a las mujeres que no están de lleno en este tema.
Ah, ÉRAMOS TAN POBRES 4 no está por publicarse. antes van a publicarse JUNIOR 2, DIA DE ENTRENAMIENTO 2 y LECHE DE ENGORDE 14, cuyos primeros borradores están terminados.

laura cd dijo...

—Quiero un bebé de Daniel. Es mi macho. Es por él que sos el cornudo que sos, mi amor.
—Ya sé, pero…
—Quiero un hijo de él correteando en nuestra casa. Ya lo hablamos. Que lo críes como tuyo, que le des tu apellido. Quiero que sea la prueba viviente de lo cornudo que te hago.........

Mi debilidad son los relatos de embarazos. GRACIAS GRACIAS GRACIAS Un beso.

Anónimo dijo...

luizer: esto es pasar a cornudo de otro nivel... buenisama el relato pero por favor amigo se te espera los capitulos completos de leche de engorde man.....!!!

el viajante eterno dijo...

Increíble la sumisión de Rodolfo!! muy buen relato!!!

Anónimo dijo...

solapa 27:
buena rebelde, este drama es distinto a lo demas cuernos, ya que el macho es el afectado....tiene otro toque de perspectiva

Anónimo dijo...

muy bueno rebelde lastima que muy corto nos dejaste con la miel en los labios. el cornudo bueno ni que decir que los lleva bien puesto los cuernos.
cazadora72

Anónimo dijo...

Muy bueno Rebe!! Muy diferente, deja mal al corneador!! a ver como termina, ni me imagino lo que tienes en la cabeza para este cuento!!

en.ma01

andres12345 dijo...

Rebelde, resulto raro que el primer cap ya estaban los cuernos establecidos. Que vendra? Es como lost con los manejos de los tiempos ;)

Edgarin dijo...

Un cambio y bastante diferente,continuas demostrando que tus relatos son los mejores. Gracias

hornerf18 dijo...

Muy bueno Rebelde.
Siempre hay una vuelta de tuerca que no esperaba.
Ni el apuesto corneador se salva! Que sexis y perversas son tus personajes femeninas.
Sopa de Letras es tan loca, como para poder encontrar morbo, sexo y cuernos
en inocentes y abstractas letras.

Anónimo dijo...

Cuantos enfoques diferentes tienen estos temas.
Cada vez es mas grande el abanico de posibilidades.
Muy buen relato

Epaviejo

Anónimo dijo...

Me encanto el relato, lo mejor fue cuando le corneador era infertil y el cornudo la tiene que embarazar.............muy negro el relato............jejejeje.
Romdulce

Anónimo dijo...

Muy buenos los giros rebelde. Sigues siendo el mejor escritor de relatos eróticos, y tambien como historias,que conozco.

Te lo comento aquí mismo también, el relato de la sopa de letras ya sí me dejó con la boca abierta jaja. Más que el de las bestias que hacían cornudos... Tienes mucha muucha imaginación jeje.

Saludos y gracias por este sitio.

Julio.

Anónimo dijo...

Excelente Rebelde, muy ingenioso y con suspenso jaja.
Saludos.
Dedos

licurgo el espartano dijo...

Creo que ya te dije que me encanta lo putas y atorrantas que hacés a las protagonistas de los relatos. Martina quiere tener un hijo con su macho y le dice a su marido que desea que él lo críe. Después le exige que le arregle las citas con los 4 o 5 tipos que se la cogían en simultáneo hasta hace poco tiempo. Una historia breve, pero de alto voltaje por esas sutilezas que aparecen en algunos pasajes.

Felicitaciones rebeldes.

Miguel dijo...

Hubiera sido chevere que continue!!! pero bueno, tenemos muchas mas relatos para vacilarnos!!!
Esperando los proximos!!!!!

Anónimo dijo...

Cuando incluis embarazos o embarazadas en los relatos el morbo se multiplica exponencialmente.
La situacion de este relato es de las mas morbosas, me encanto

sinchino@hotmail.com
Saludos

admin dijo...

muy bueno , es una lastima que no continue.

Anónimo dijo...

Este tiene un morbo raro que me volvio loo!

Saludos

Alec

Anónimo dijo...

Excelente trama y mucho morbo!!!

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