LA TURCA: Noche Dos
(VERSIÓN 1.0.05)
Por Rebelde Buey
—¿Cómo que no
conseguiste nada?
—Nada, Porotito. Lo
único que hay son cuatro casas yendo para la ruta, que las están remodelando a
todas.
Poroto lanzó una
puteada al aire y el aliento se le hizo humo. Hacía un frío de cagarse ahí
afuera, pero con lo que había sucedido la noche anterior se negaba a entrar a
Las Cuadrillas con su mujer. Juntó los hombros y saludó a dos compañeros que
cruzaron hacia el comedor. Poroto advirtió que los tipos le miraron el culazo a
ella, y la observó. Estaba vestida en apariencia decente, con una calza y una
polera. Pero la calza la tenía tan clavada en el orto y la polera era tan
ajustada que daba lo mismo si estaba en bolas.
—¡Estás re puta vestida
así!
—No empecés, Poroto.
Siempre me visto así.
—Pero nunca sos la
única mina entre cincuenta tipos.
—Dejá de decir pavadas,
¿querés? Mirá si me van a coger cincuenta tipos.
—Ayer te cogió uno. Y
encima el Morcilla.
—No se enteró nadie, es
como si no fueras cornudo.
—Turca, no me gastes.
Lo que hiciste no estuvo bien.
—¿Qué hacemos con la
casa? ¿Dónde duermo hoy?
—¡Ahí adentro con todos
esos hombres seguro que no! —Pasaron cinco compañeros y el Poroto los saludó.
Cinco más que miraron el culo embutido en lycra—. Quedate acá. Voy al astillero
a hablar con mi jefe, por ahí nos dejan dormir una noche en las oficinas.
—No me voy a quedar acá
congelándome. Ya es de noche.
Poroto comenzó a irse.
—A las Cuadrillas no te
metés, ¿me oíste? Yo me voy de una corrida antes que se rajen los jefes…
¡Quedate acá!
La Turca no fue a la
barraca, fue al comedor. Como no andaban las estufas hacía casi tanto frío allí
como afuera. Sin embargo estaba lleno de hombres. Unos diez. Hablando,
abrigados, que callaron cuando ella ingresó.
—Perdón —saludó la
Turca dándose cuenta que había irrumpido en la intimidad del grupo—. Pero es
que afuera hace mucho frío.
Los hombres se miraron
entre sí con complicidad. La Turca se preguntó si estarían hablando de ella, no
era ninguna tonta y se daba cuenta que su presencia en Las Cuadrillas había
generado revuelo.
—En la casa va a estar
mejor —dijo uno de cara cuadrada enmarcada con una barba canosa y bigote.
—Mi marido no quiere…
El Poroto, ¿lo conocen?
Hubo cierta malicia en
los ojos de la Turca cuando hizo esa pregunta.
—Sí, sí —dijo otro—. Es
muy buen compañero.
—Lo respetamos mucho —terció
un morocho ladino.
—Igual que el Morcilla —volvió
el de cara cuadrada, y se hizo un silencio seco, ese tipo de silencios que ha
de haber entre los lobos y una gacela cuando los primeros tienen rodeada a la
segunda.
—¿Igual igual que el
Morcilla? —La Turca fue precavida. No conocía a estos tipos, y tampoco quería
dejar al Poroto pintado como un cornudo. Pero sentía curiosidad, y la noche
anterior con el Morcilla había sido de las más calientes de su vida.
—Igual, igual. El mismo
respeto que le mostró anoche el Morcilla.
—El Morcilla me mostró
un respeto muy grande —dijo la Turca, y supo que se estaba pasando. No quería
hacer nada, solo se estaba divirtiendo.
De alguna manera los
tipos se dieron cuenta.
—¿Y el Poroto?
—Fue al astillero a ver
si consigue dónde puedo pasar la noche, ya viene.
—Van a tener que dormir
en las Cuadrillas. Igual que anoche.
La Turca se rio, a su
pesar.
—No creo que igual que
anoche.
—La culpa no es suya,
señora —dijo el de cara cuadrada—. La culpa es del Poroto por traerla. Acá
somos casi todos casados, pero no podemos traer a nuestras mujeres a Ensanche.
Es peligroso.
—¿Peligroso?
—Es muy aburrido.
Aburrido como no ha conocido cosa en el mundo. Y el aburrimiento es peligroso,
más en una mujer tan hermosa como usted. Al final el aburrimiento siempre gana.
—Entonces… no es
peligroso para las mujeres. Es peligroso para los maridos.
—No, si no se enteran…
—O si tienen el sueño
demasiado pesado —rio otro, y todos festejaron la broma.
Hubo otro breve
silencio. La Turca confirmó entonces que la mayoría de los hombres habían
escuchado cómo el Morcilla se la había cogido mientras el Poroto dormía.
Así que todos ahí ya
sabían que su marido era un cornudo. El dato la apenó, por un lado: su Porotito
no era un cornudo, ella solo había tenido una noche de debilidad después de
casi medio año sin coger. Era injusto que todos pensaran eso, aunque ya no
podía hacer nada para arreglarlo. Lo único que podía hacer, se dijo, era no
decirle palabra a su marido, pues no ganaba nada mortificándolo al divino botón.
Como habían dicho recién esos hombres: si el cornudo no se enteraba, no era
cornudo.
Por otro lado, que
todos supieran —o creyeran— que su marido tenía guampas, la liberó en más de un
sentido. Podía ser más ella, más “puta decente”, como era siempre. Las calzas
que llevaba puestas eran solo el principio. Pero además, si todo el mundo creía
eso, la pareja quedaba liberada también. Si ella dormía o no en Las Cuadrillas
pasaba a ser irrelevante: de todos modos Poroto era ya considerado cornudo.
—No creo que mi
Porotito pegue un ojo en toda la noche —le quiso preservar a su marido algo de
dignidad.
—En Las Cuadrillas
puede pasar cualquier cosa.
El de cara cuadrada la
miró a los ojos y se lo dijo de una manera muy insinuante. La Turca sintió
mojarse sorpresivamente.
—¿De qué hablaban? —quiso
saber Poroto cuando llegó y los encontró a todos callados.
La Turca lo lamentó por
su marido, había hecho una típica entrada de cornudo ingenuo. Le dio pena por
un lado pero por otro la divirtió. Suspiró resignada. No podría cambiar esa
fama con nada, por más que fuera injusta.
—De lo aburrido que es
este pueblo, amor… Lo recorrés en media hora y solo tiene dos negocios.
—Creo que desde el mes
que viene el Tune va a pasar películas en la parte de atrás del almacén.
—Igual es aburrido —Los
tipos no le sacaban la mirada de encima, más que nada del culo, y eso hizo que
la Turca tomara a su marido de un brazo y una mano, y se quebrara en un gesto
de seducción. La seducción era para los otros, eso Poroto jamás lo sabría—. No
conseguiste nada, ¿no?
Poroto negó con la
cabeza.
—No quedó ningún jefe… —dijo,
y sacó a su mujer del comedor para hablar a solas—. Vas a tener que dormir otra
vez conmigo… ¡Dormir, entendés?
La Turca rio.
—Si se te para, quiero
que me hagas el amor.
—Escuchame, no quiero
que salgas de la cama, ¿sí? Nada de ir con el Morcilla.
—No, mi amor, eso fue
un error, quedate tranquilo… —La Turca recordó el vergón del Morcilla y suspiró
nostálgica.
—Me voy a quedar
tranquilo cuando consigamos una casa… no te quiero cerca de cincuenta tipos
alzados como perros.
Se acostaron como el
día anterior, en la cama del Poroto. Y, como el día anterior también, lo
hicieron vestidos. Todo lo demás fue diferente: las luces estaban prendidas,
los hombres se acostaban y daban vueltas en calzones y remera de dormir. A la
Turca se le iban los ojos, tratando de ver disimuladamente los bultos más
grandes, o si alguno estaba en erección. Se deleitó mirando a los más jóvenes,
que andaban en torso desnudo y slips muy breves y ajustados, y que se
pavoneaban como casualmente cerca de ella.
—¡Turca, no mires! —le
murmuraba Poroto.
—No estoy mirando, dejá
de alucinar —pero se le iban los ojos, no podía evitarlo.
Entonces pasó un tipo
de unos cincuenta años, rústico, a quien llamaban Corteza, y de quien Poroto
sabía tenía terrible tranca.
—Buenas noches,
señorita… —la saludó a la Turca. A él, nada.
La Turca le sonrió de
una manera que podía interpretarse como seductora y Poroto se escandalizó.
—¿Qué carajo…? ¿De
dónde lo conocés?
—De las duchas, hoy a
la tarde…
—¿¡De las duchas!?
—Sí, no vas a pretender
que esté todo el día sin bañarme. Después de buscar casa me vine acá a ver si
me podía duchar. Vi que había un vestuario y no había gente y agarré mis cosas
y fui a darme una ducha.
La Turca ya se había
metido en la cama con la calza puesta.
—¿Y…?
—Y llegué y estaba el
señor duchándose. Pobre, no me esperaba y se asustó. Se le cayó el jabón...
Jajaja
—¿Lo viste…? ¿Lo viste
desnudo?
—Y… sí, Porotito… Se
estaba bañando, no iba a estar de traje.
—P-pero…
¿Desnudo-desnudo?
—Sí, le vi todo, si eso
querés saber. Igual no te preocupes que me gusta mucho más tu porotito…
—Turca, te pudieron
haber violado. ¿Por qué no te fuiste rápido?
—¡Me fui rápido, tonto!
Apenas le alcancé el jabón, porque se le había caído al piso…
—¿S-se… lo alcanzaste…?
¿Qué, se cayó para tu lado…?
—Sí. Bueno, no, en
realidad se cayó a sus pies, pero él no lo podía agarrar porque tenía los ojos
enjabonados.
Poroto calló. Si la
Turca le había alcanzado el jabón al Corteza, y el jabón estaba a los pies de
él, ella debió, al menos por un instante, quedar agachada frente a su piernas,
a la altura de la verga. Tragó saliva y sintió un hormigueo extraño en su
pijita.
—Es… es un gran
compañero… —comentó, provocando a su mujer.
—Sí, muy grande —le
dijo ella, pícara, y lo besó en la boca y lo buscó abajo.
Poroto se escabulló y
la amonestó en un susurro.
—Turca, ¿estás loca?
Están las luces prendidas, y todo el mundo despierto. Hoy no vamos a hacer
nada, ponete a dormir.
Como la noche anterior, el Poroto se despertó con los
jadeos de su mujer, aunque esta vez supo de inmediato que no estaba soñando.
“Ahhh…”, escuchó claramente, muy bajo. “Ahhh…”. Otra vez la Turca. La buscó con
su mano en la cama aunque sabía de antemano que no la iba a encontrar. La Turca
lo estaba corneando. Otra vez. Abrió apenas los ojos buscando la cama del
Morcilla. Nada. Los sonidos no venían de allí, sino de sus espaldas. Se
encontró de pronto más interesado en verla y descubrir con quién cogía, que
enojado por la nueva traición.
Fap fap fap fap, se
escuchaba, suave. Bajo el murmullo de ronquidos de todo el mundo, el choque de
la pelvis de algún hijo de puta contra el culazo de su Turquita lo hirió y lo
puso curioso a un tiempo. Decidió no hacer un escándalo: el que se la estuviera
cogiendo ya lo hacía cornudo, armar un alboroto sólo lograría que todos se
enteraran que lo era. Giró en la cama suave pero firme y sonoramente, como si
estuviese realmente dormido. Incluso murmurando algo con voz de borracho para
darle verosimilitud a su farsa:
—Basssa… Ventge…
Y se puso para el lado
de la cogida.
El fap fap se detuvo.
El jadeo monocorde y sexual de su mujer se congeló. Él apuntaba ahora hacia
donde estaba la acción pero permaneció con los ojos cerrados. Se quedó quieto, respirando
pesado. Al minuto comenzaron a bombearle de nuevo a su mujer.
—Ahhhhh… —fue más claro
el jadeo de la Turca, en el reinicio.
Sufrió el Poroto,
porque ese jadeo —en realidad la baba de ese jadeo, que era arrastrado como un
filamento de leche recién acabado— era una puñalada al medio de su corazón. Lo
extraño era el hormigueo fuerte en la pijita.
—Ya estoy a punto,
morocha… te la suelto…
Era el Corteza. Poroto
no había abierto los ojos pero le reconoció la voz en el murmullo.
—Sí… sí… Ahhh… Llename…
Hija de puta, pensó Poroto.
No podía pedir leche de esa manera. Cuando volviera a la cama le iba a hablar.
La Turca esta vez se había pasado de rosca.
—Te lleno, morocha… Me
viene… —Era curioso cómo las palabras murmuradas en voz baja se hacían más
lascivas.
—Sí, sí… volcámela
adentro… pero no lo grites…
El jadeo y las
respiraciones se tensaron.
—¡¡Ahhhh!! Putita… qué
buen orto, putita… ¡¡¡Ahhhhhhhh…!!!
¿Le estaría haciendo el
culo o solo agarrándola de allí para mandarle verga bien hondo por la conchita?
No creía que la Turca fuera capaz de entregar el culo a otro hombre. El culo no.
¡El culo era suyo, la Turca lo sabía!
—¡Llename, Corteza!
Llename que se la llevo al Porotito… ¡Ahhhhhhhh…!
—¡Tomá, putón! ¡Tomá
verga! ¡Ahhhh! ¡Voy a cogerte todos los días, putón!
Hicieron como un
escándalo de bajo perfil, con los jadeos y gemidos disimulados, y el fap fap
sobre el culo de su mujer mucho más sonoros al acabar. Poroto estuvo a punto de
abrir los ojos al oír a la Turca nombrarlo a él. Pero se aguantó. En un minuto
terminarían de acabarle adentro y los jadeos bajarían a cero y la pesadilla terminaría.
En cuanto la Turca se metiera en la cama la iba a cagar a pedos. Y a
preguntarle si el Corteza la tenía tan grande como decían.
Los jadeos se hicieron
más calmos y el agite se disipó como un suspiro.
—¿Cuántos quedan? —susurró
la Turca.
Poroto se alarmó. ¿Cómo
cuántos quedan?
—Siete, nada más…
¿Qué carajos?
—¿Cómo siete? Primero
me iban a coger tres, después se sumaron dos más, y ahora son siete…?
—Es que escucharon
cuando acabaste con Sandoval.
Poroto se mordió el
labio. ¿Su mujer ya había acabado en un encuentro previo? ¿Cuánto hacía que se
la estaban cogiendo? Si ya se la habían cogido tres y faltaban siete, se la iban
a coger diez compañeros, y eso si mientras tanto no se despertaba algún otro.
—Está bien… —murmuró la
Turca—. Pero cójanme rápido, no quiero que el Poroto se despierte y se dé
cuenta…
—...de lo cornudo que
es…
—Quedamos en que no le
iban a decir cornudo… ¡Ahhh…! —Algún otro comenzó a metérsela—. El Porotito no
es ningún cornud… ¡¡Ahhhhhh…!! ¡Qué pedazo de verga, por Dios nuestro Señor!
Era horrible lo que le
estaba sucediendo al Poroto. A cinco metros le estaban garchando a su mujer un
número no determinado de compañeros de trabajo, y no podía mirar ni hacer nada.
Había acomodado su cuerpo en dirección a la cogida. Con solo abrir los ojos
vería cuántos estaban haciendo fila para entrarle. Y quiénes. Pero no podía. No
quería que lo descubriesen mirando. Si sucediera eso se vería obligado a hacer
un escándalo, y un escándalo sólo lo expondría definitivamente. Si la noticia
no se propagaba, si estos tipos eran discretos, quizá todo quedaría ahí, como
una noche loca de su mujer de la que él nunca supo nada.
—Estoy hecho, putita…
Te puedo acabar o puedo seguir…
Era don Miller, el único
viejo de las Cuadrillas, como de 65 años.
—No, échemelá… Acábeme
rápido que quiero volver con mi marido, otro día me cogen bien.
¿Cómo otro día? ¡Otro
día las pelotas! Poroto no iba a permitir que se la siguieran garchando.
Don Miller no necesitó
más. Le cambió la respiración, que se le hizo más pesada, y hubo un reacomode
de gemidos donde la Turca gozó de un puntazo como una buena costurera. Poroto
lo comprobó en su oscuridad autoimpuesta.
—¡¡Ohhhhhhhhhhh…!!
Don Miller comenzó a
acabarle. Se notaba el esfuerzo por mantener su gemido controlado. Poroto lo
agradeció en silencio, aunque también notó el goce morboso del viejo, el
regodeo inmundo en cada variación imperceptible del gemido, que se alteraba con
cada pijazo a fondo.
—¡¡Ahhhhhh…!! Carajo,
qué buena que estás, putita, que suerte tiene el Poroto.
Hubo un ruido de cama,
un chapoteo viscoso para retirar la verga y un cuchicheo de varios hombres
ansiosos.
Poroto supo que ese era
su momento. Estarían cambiando posiciones, incluso discutiendo quién se la
cogería primero. Abrió sus párpados tan lentamente que hasta le molestaron las
pestañas. La barraca estaba a oscuras, con la luna coloreando todo a través de
las claraboyas. Nadie miraba en su dirección, los compañeros estaban muy
ocupados y entretenidos con su mujer, con su cuerpazo, con la maravillosa
certeza de que se la estaban cogiendo o a punto de coger. Estaban en la cama de
al lado, ella acostada boca abajo y con las rodillas recogidas, para que el
culazo le quedara libre y arriba. La Turca parecía dócil para la cogida, apoyó
su cabeza sobre una almohada y mandó sus brazos abajo. Cuando Poroto abrió los
ojos, don Miller se terminaba de subir el pantalón pijama, y uno de sus
compañeros se ubicaba inmediatamente detrás del culo de su mujer. Vio cómo se
la cogían: se la ponían rápido, en un par de segundos ya estaban dándole bomba.
—¡Ahhh…! Sí, Turquita,
sí… Desde que te vi que te quiero coger…
¿El Chiqui también? Su compadre de
Ensanche. El único a quien Poroto había mostrado fotos de su esposa, mucho
tiempo atrás.
—Dale, soltala rápido
que quiero volver con tu amigo.
La estuvo bombeando un
rato. Poroto vio cómo el Chiqui le tomaba el culazo a su mujer con ambas manos,
llenándoselas, como no creyendo que por fin se estaba cogiendo al hembrón de su amigo. Hizo gestos cómplices con los otros vagos que esperaban
turno junto a él, mientras su pelvis avanzaba e introducía verga en la Turquita.
Los contó: había siete más en espera. Los contó de nuevo. Eran seis. Es que ver
a su mujer hundiendo la cabeza en la almohada mientras su amigo le daba verga
lo distraía un poco.
—Te la suelto en la
cola, Turca. ¡Te la quiero rociar de leche!
—¡No! ¡Mandamelá
adentro! ¡No puedo ir toda enchastrada con el cuerno!
El Chiqui jadeó más
fuerte.
—Ahhhhh… Como quieras,
mi amor… Ahí te vah… ¡¡Ahhhhhhhhhhhhhhh…!!
El Chiqui no fue
discreto como don Miller. La Turca miró instintivamente hacia el Poroto y éste
cerró los párpados, sin apretar.
—¡No grites, animal,
que vas a despertar al Poroto!
Ahí el Chiqui se
silenció un poco, pero resultó medio tarde. Poroto volvió a abrir los ojos y
vio con desazón que en otras dos camas se estaban despertando más tipos. El Chiqui
se salió de dentro de su esposa, casi empujado por el que le seguía. Se vio un
colgajo de leche entre la conchita de su mujer y el vergón de su amigo, que se
cortó cuando ella bajó un un poco la cola. El que empujaba era Pocillo, un ex
pelirrojo de pelo amarillo y pajiento a quien Poroto detestaba.
“No, Pocillo, no; la
puta madre…” se lamentó Poroto en silencio.
Pocillo se colocó
atrás, le dio una nalgada a la Turca y puerteó. Poroto vio cómo mandó pelvis
adelante y penetró.
—Ahhh… —gimió su mujer—
¡Uhhh… qué buena verga!
Poroto apretó un puño
bajo las mantas. Ahí se dio cuenta que sin querer venía agarrándose la pija y
se soltó. ¿Cuánto hacía que se la estaban garchando? ¿Y cuántos más se iban a despertar
y sumar al desleche?
—¡Qué buena que está la
mujer del cuerno! —comentó fuerte Pocillo, que también detestaba a Poroto—.
¡Qué buen culo! ¡Qué estrechita!
Los otros parecían
asentir.
—¡Y vos qué pedazo de
pija, hijo de puta!
Pocillo rio:
—Cuando quieras, mi
amor… Las veces que quieras…
—Nada de cuando
quieras… Ahhh… Esto es hoy y… Ahhhh… nada más que hoy… Que el Porotito no es
ningún cornudo…
Hubo unas risitas mal
disimuladas. Pocillo ya le entraba verga con todo, el bombeo era furioso.
—¡Te acabo, putón!
—¿Qué? ¿Ya? Aguantame
un ratito más que…
—Pediste que te cogiéramos
corto, putita… ¡Te la lleno y a joderse!
—¡No, por favor! Dame
bomba un poquito má…
—¡¡¡Ahhhhhhhhhhhhhhhhhh…!!!
Toda adentro, sentila…
—¡Sos un hijo de puta,
te podías haber aguantado un segundo más!
—¡¡Ahhhhhhhhh…! La
próxima, putón… la próxima… Ahhhhh…
—Está bien… la próxima…
—¡¡¡Ahhhhhhhhhhhhhhh…!!!
La próxima… si su mujer
creía que Pocillo se la iba a coger otra vez, no lo conocía. El Poroto se
mordió la lengua y vio cómo enseguida el siguiente se montó sobre su mujer, que
ya no tenía el culo en punta sino que se había quedado acostada boca abajo.
Volvió a contar la fila. Otra vez eran siete en espera. Se la iban cogiendo de
a uno pero siempre faltaban siete.
La pesadilla terminó
una media hora antes del horario para despertarse. Se la habían cogido unos
quince compañeros, todos en garches más o menos cortos, y todos acabándole
adentro para no “hacer enchastre y que no se avive el cornudo”. Poroto había presenciado
buena parte del abuso masivo y notó con desencanto que al inicio a la Turca no
le gustaba que se refirieran a él como el cornudo, pero hacia el final de la
sesión ya parecía no importarle.
Casi ni prestó atención
a la última cogida. Se quedó pensando qué hacer ahora con su esposa. Qué iba a
decir, cómo iba a reaccionar. Ya era una aberración haberse cogido al Morcilla
la noche anterior. Pero cogerse a quince más se pasaba de cualquier límite. Se
preguntó además por qué lo hizo así: dejarse coger en forma exprés, sin disfrutar
casi nada, colocándose ella misma en un rol de depósito de semen, más que de
mujer infiel. ¡Esta vez sí debía haber una charla! Entonces cayó en la cuenta
que lo que había hecho la Turca ameritaba un divorcio fulminante y a las
patadas, y sin embargo eso ni lo consideró. ¿Debía escarmentarla de alguna
manera? ¿Podía confiar en ella?
Mientras el último de
sus hijoputa compañeros comenzaba a vaciarse dentro de su mujer, Poroto supo que
no podía perder el respeto de la Turca. Tendría que darle un ultimátum: si
volvía a hacerlo cornudo, la dejaría. Se lo diría al oído en cuanto ella se
metiera en la cama. Sí, señor.
El último retiró su
verga con un chapoteo acuoso y le manoseó el culo por última vez. Se levantó el
pantalón y se retiró satisfecho. La Turca miró en dirección del Poroto, y éste
cerró los ojos. Escuchó unos “chau”, “chau, linda”, un “putón…”, y enseguida el
aplomo subrepticio de un cuerpo entrando a su cama. Ahora lo iba a escuchar la
Turca. En cuanto los demás se durmieran. Ya iba a ver. Poroto siguió haciéndose
el dormido, la Turca se acomodó pegado a él. Le acarició la mejilla, le besó
los labios brevemente y murmuró, más para ella que para él:
—Te amo.
Al Poroto se le volvió
a parar.
Igual, ya iba a ver esa
turra.
La Turca se giró y
quedó como si él le hiciera cucharita. Le pegó el culazo sobre su ingle, el
mismo culazo que se gozaran sus compañeros un momento antes, y se echó a
dormir.
Ya le iba a decir el Poroto.
Pero mejor otro día. Esa noche, como toda la noche, se hizo el dormido por
ella.
Fin.
** SE PUEDE COMENTAR.
NO LE COBRAMOS NADA. =)
53 COMENTAR ACÁ:
Esto cada vez se pone mas interesante ella cada vez mas puta y el cada vez mas cornudo, continua y animo en seguir asi llevando a mas las humillaciones de el
Poroto es lo maximo y la Turca una Diosa.
Gracias por tu tiempo un excelente Relato
te estrañabamos rebelde!!!!
estos relatos de potorito y esa diosa son geniales. Has vuelto por la puerta grande. Esa pobre y desamparada esposa que no encuentra donde dormir y su esposo que no le da calor...es logico lo que tiene que hacer la pobre...
Me gusto imaginar esa cola de voluntarios....
Y al final el potorito se quedo sin meterla...
GRACIAS!!!!
Me gusta leer este relato viendo la foto de La Turca. Me imagino ese culazo redondo y empinado recibiendo leche mientras el porotito se hace el dormido... Vaya morbo.
Y lo de "No. Mandamelá adentro! No puedo ir toda enchastrada con el cuerno!
¡Qué Morbazo!
y se pondrá aún peor!! O mejor... bueno, eso siempre depende del punto de vista, jajaj!!
muchas gracias, manuel! tiempo no sobra, gracias por apreciarlo :)
el problema habitacional de las grandes ciudades llegó a Ensanche, jajaja!
queda un Anexo para los que comentaron, y al menos dos relatos más, hasta que por fin solucionen dónde dormir. aunque eso, por supuesto... no sé si justamente solucionará el problema del Poroto (de que no le cojan más a la mujer) o lo pondrá peor!! :O
ese culo merece toda la pija que está recibiendo y más, jajaj!!
Respecto de la foto, ahora subí la que corresponde a éste capítulo. no lo hice anoche porque ya era realmente tarde, pero ya está.
Pueden ver la portada en tamaño grande en el Tumbrl (los links están por todos lados en el blog)
muchas gracias por pasarte y especialmente comentar!! =D
antes de leer el relato voy a proceder a dejarte las gracias, las gracias por esta cuasi felicidad q siento al saber q tengo algo nuevo de tu obra para leer. sos bueno, muy muy bueno. no te mueras nunca. saludos
jejejej seguro que mejor ...siempre mejor cuanto mayores sean las humillaciones del cornudo
Muchas gracias!! Realmente muy bueno! Como describes la contradicción de sentimientos del cornudo es genial!!
Tremendo, me gusta mucho cómo describís el doblegamiento silencioso en tus cornudos. Poroto -nombre a tono con tu gran tradición de nombres cornudos- tiene por delante una labor titánica soportando/disfrutando su realidad. Pero nosotros sabemos que es un tipo con suerte. Saludos.
Muy buen regreso con exelente relato. Gracias Rebelde
Que alegría verte de nuevo.
entraba "diario" a ver si habías regresado.
Saludos
el fin de semana lo leemos y opinamos.
En estas epocas donde todo es efímero, fugaz y pasajero..me corria un frio en el alma al ver que pasaban los dias y el blog no se renovaba!!!"¿Que estará pasando?" pensaba.."¿Censura?¿Exceso de trabajo?" La verdad que la demor ame tenia tmeroso y de mal humor...hoy veo que todo volvió a la lujuriosa anormalidad que conocemos..¡¡Que messi ni Messi!!VOS no te vayas nunca, REBELDE!!!
carlosnava57@hotmail.com
Muy buen relato rebelde, ya te extrañaba. Gracias por esta entrega y por tu tiempo al hacerla. Saludos
gracias, lucas, muchas gracias.
la verdad es que este relato y unos cuantos más que vendrán (no sé cuándo) están escritos hace unos meses ya.
veremos cómo se me da el tiempo.
la tercera noche entonces te va a encantar, jajaj. estate atento, david =P
tremenda suerte! y con tremenda hembra no es para menos! la idea del doblegamiento silencioso seguirá en los próximas noches, aunque por supuesto a medida que él va haciéndose el tonto, el doblegamiento resultará menor. igual, no te "preocupes" porque es parte del ADN de la miniserie
de nada edgarin!! =D
no es que me fui, pero como puse en las news, ando con problemas en la vida real que me quitan el tiempo que tenía.
espero tus comentarios, fede
pensé en cancelar el blog más de una vez, pero cerrarlo me daba pena por todos los textos ya escritos, pero dejarlo así "muerto" tampoco me gustaba. al final no hice nada, jajaj.
ando con problemas laborales y personales, la verdad que este año arrancó peor que nunca en mi vida. en fin...
gracias, mr cuckold. esperemos que la próxima entrega salga un poco más pronto. haremos lo que se pueda.
Leo todos los relatos de esta pagina, están bien chingones
Quebuen relato, comosiempre esa fina humillacion del cornudo yla emputecida mujercita , ALE CUERNOS
Hola rebelde. excelente como todos tus relatos. volverá alguna vez dedo al camión?? sería interesante continuar con esa saga tan caliente. tener noticias???
Hola Rebelde.
Felicitarte por este relato y por todos los demás. Y agradecerte la suerte que tenemos de poder disfrutarlos.
Me gustan mucho los relatos, y desde que leí uno tuyo en otro blog, "bombeando" siempre estoy mirando, si pones alguno nuevo, y siempre que lo pones es bueno y la mayoria extraordinario.
No existe o no conozco yo, ningún otro blog de relatos de un nivel de calidad que se pueda comparar con el tuyo.
En fin eso, gracias.
muchas gracias santacali!! =D
gracias, ale! y en la tercera noche, todavía un poquito más, jaja ya vas a ver
no creo. al menos, no por un muy buen tiempo. sucede que esa serie de relatos (lo mismo que Junior) es muy compleja de construir y escribir. cada serie tiene una identidad y hay que respetarla, no puedo hacer un nuevo capítulo con una estructura o línea diferente.
muchas gracias, pedro! de verdad gracias por tus palabras. no sé si hay muchos blogs de relatos porque en verdad no leo relatos (no tengo paciencia, siempre digo que yo no sería lector de este blog, no por la temática sino porque los relatos exigen una paciencia que no tengo).
pero el blog de ludomentis (link en la columna de la izquierda) tiene relatos excelentes. te lo recomiendo.
PRIMERO.-
1.- Lo IMPORTANTE, espero que se solucionaran tus problemas o mínimo menguaran un poco, animo amigo.
Te deseamos lo mejor.
2.- Ya sabes que lo nuestro no es la tecnología y por eso NO sabíamos de tu anuncio pero…? Ahora estaremos al tanto de “!las news!”
Messi NI lo conozco!
Pero Rebelde, !NO nos abandones por favor!
que nos morimos TODOS!
SEGUNDO.-
El relato es “VERTIGINOSO” se ve que llevabas prisa al escribirlo, pero…?
Eso NO le resta calidad, solo que uno necesita cinturón de seguridad, por lo rápido que suceden los hechos, unos tras otros.
¿o debemos decir las montas?
Pobre Porotito! No le daban tiempo de poner orden y decencia a la situación.
¿o yo ya estoy viejo y mis huevos NO pueden con tanto morbo?
De todas maneras fue genial.
TERCERO.-
Y con pena, espero no se ofendan pero…?
Nosotros también disfrutamos mucho la humillación del cornudo.
y coincidimos, con lo solicitado con otros lectores.
¡Mas de eso para Porotito!
CUARTO.-
Una cosa más NO deseamos molestar, pero te queríamos preguntar…?
¿No sabes de un buen cirujano plástico? ¿Que nos arregle la cara?
(a mi esposa y a mi)
Porque desde que leímos que aumentaras los capítulos de la serie;
“día de entrenamiento”
“!NO podemos borrar!” la sonrisa de la cara!
Gracias Rebelde, por eso.
Esa serie es nuestra favorita por ser puro interracial, (en todas las formas) casi, casi una biblia y saber que le aumentaras capítulos, será como “el NUEVO TESTAMENTO”.
Gracias de nuevo.
Espero que se solucionen tus problemas.
Como todos tus relatos, este es excelente. Me gusta la velocidad que tenía. Da la impresión que la turca siempre fue puta y que poroto ni sabia. Ahora que está en la cuadrilla ella no se puede contener. Como el relato está contado desde el punto de vista de poroto, no se explica cómo la turca acepta tan fácilmente la invitación a coger. Por otro lado solo falta que a poroto, por tema de trabajo lo manden de viaje unos días y la turca se quede en la cuadrilla.
me encanto tu relato, he leido todos los del blog. por eso quisiera recibir los anexos asi tengo mas material pedrodelabarca2016@hotmail.com
Me encanto como siempre. Muy morboso, muy puta.
Gracias por tu tiempo, sabemos que tienes poco.
un abrazo
cacafuti85@gmail.com
muchas gracias, federico. uno de los temas parece que va a aflojar.
no fue escrito de manera veloz. sucede que las cosas que suceden lo hacen a gran velocidad. pero es por la historia. son muchos tipos tratando de usarle la mujer a otro en poco tiempo.
a mí también me gusta la humillación del cornudo. bueno, creo que a todos nosotros. pero las series deben diferenciarse unas de otras. por eso hay algunas donde la humillación es extrema (Bombeando, Éramos tan Pobres, etc) y otros donde casi no hay (los Embaucadores, y ésta).
En otras los cornudos ni siquiera saben que lo son (Andrea y Cornelio).
Es en la variedad que está el gusto, como decían las abuelas
sí, no sé si los capítulos que se agregarán serán como los publicados. la idea es que sean más bien capítulos anexos, anecdotarios y un paneo a otras familias, y quizá sí algún capítulo bien largo, pero solo uno.
Igual, falta mucho para eso.
claro, parte del "encanto" o chiste de esta serie (al menos para mi gusto) es que Poroto va por la vida dando por sentado algunas cosas y de pronto se encuentra con una realidad casi alternativa, jajaj.
muy buena idea la del viaje, no se me había ocurrido. tendría que ver cómo hacer para que el Poroto, ausente, de todos modos esté "presente" (el teléfono lo usé para la misma pareja en un Anexo que todavía no se distribuyó por mail)
Increible la turca y los personajes,se hizo esperar pero siempre un morbaso leerte.
Saludos VM
Si si estoy atento a tus novedades
bienvenido pedro.
toda la info sobre los anexos (incluido cómo recibir los que van saliendo) lo encontrás en la sección Anexos, quinto icono de la barrita de arriba o en el MAPA DEL SITIO, en la columna de la izquierda.
gracias!
muchas gracias, cacafute! =)
y la noche tres, más morbosa todavía (a mí parecer). calculo que te va a gustar
Como siempre Rebelde te superas en cada relato!!!!
Una cosa. Ayer re lei el "querido papa noel". Las cartas de las chicas a Santa son espectaculares. Pero sobre todo la de la Yesi !! Te juro,que me rei en soledad 10 minutos !!! Que buena imaginacion tenes amigo!!!
Tremenda puta la turca. El solo hecho de saber que todavía faltan más sesiones de sexo con esta atorranta me para la verga mal. Todos los machos de la cuadrilla se la van a enfiestar y eso se va a transformar en un festival de esperma donde la chupapijas esa va a terminar con la concha y el culo todo roto. Buenísimo rebelde.
Saludos rebeldes.
justamente tal cual lo has dicho... chupapijas... el próximo capítulo va a ser un festival en ese rubro, jajaj
gracias norbert! recuerdo que aquellas cartas me divirtieron escribirlas tanto como a vos leerlas. no todo es morbo y sexo para nuestras protagonistas, jejej...
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