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sábado, 13 de junio de 2015

Helina y su Benjamín (III) - Final



Helina y su Benjamín – Parte 3 (final)
VERSIÓN 1.0

Por Rebelde Buey



13.
No podía ver el rostro de tío Ricardo por mi posición y porque todavía estaba aturdido por el golpe, pero imagino estaría sonriendo de satisfacción, de maldad y de morbo.
Yo tenía la boca abierta y me ahogaba de verga. Me la mandaba hasta la garganta, lo que me hacía toser y lagrimear, y me tenía tomado de los cabellos, sacudiéndome la cabeza para ajustarlo a su bombeo y su disfrute.
—Así, putito, así... Chupá bien, putito… Tu mamá chupa mejor…
No lo iba a contradecir. Estaba asustado por los golpes que me había dado cuando sacó el vergón de la bragueta y reculé. Dos sopapos fuertes en la cara, uno de ida y otro de vuelta. Un tironeo fuerte de cabellos. Y por último otro sopapo que me dejó llorando en el sillón.
Chupé. De terror, pero chupé. Tomé la pija gruesa de tío Ricardo con mis dos manitos, como había visto hacer a mamá tantas veces, y abrí la boca y me tragué el glande como si fuera un chupetín [una paleta].
—Muy bien, putito, muy bien... —me alentaba el tío, que me tenía de las orejas y me cogía la boca a voluntad—. ¡Mirá cómo mejoraste en un ratito...!
Me obligó a agarrarle de los huevos mientras lo felaba, lo que le dio más placer y me aflojó el tironeo de las orejas. Me tuvo un rato más así, sometiéndome para su goce. Cada tanto me golpeaba la cara, como para asustarme, pero también para descargar su inexplicable desprecio hacia mí. De pronto dijo:
—¡Te lleno el buche, putazo!
Y aceleró el bombeo y la fuerza dentro de mi pobre boquita, y los huevos y la verga se le tensaron hasta hacerse de piedra. Me tomó por un segundo de los cabellos y me obligó a mirarlo a los ojos, justo la fracción de segundo antes de acabarme.
—Te la tragás toda, putito. Si se te cae una gota te juro que te cago a trompadas.
Ni tuve tiempo de aterrorizarme. Me soltó la leche en ese mismo instante y se me llenó la boca de verga y leche
—¡¡¡Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh…!!! ¡¡Sííííííííííí…!
Tragué. No se cómo hice, porque el vergón rechoncho me llenaba la garganta. Pero tragué y tragué. Y volví a tragar.
—¡¡Ahhhhh…!! Sí, putito, sííííííí... ¡¡Ahhhhhh...!!
En medio de la explosión de su orgasmo me tiró de los pelos con más violencia, y me sacudió la cabeza como si se tratara de un bolillero. Me dolían los pelos, la boca, la garganta, pero más me dolía la humillación. Tío Ricardo se fue deslechando y aflojó la presión, y por loco que les parezca, recuerdo que en ese momento mi mayor preocupación fue que no entraran mis padres. Sabía que a lo que me había forzado mi tío era malo, pero no quería sentir más vergüenza de la que ya vivía.
Tío Ricardo bufó de satisfacción y me regaló una sonrisa.
—Muy bien, Benjamín... —me felicitó—. Vas a ser una excelente putita como tu mami...
No dije nada. Solo me tomé la mandíbula, que me dolía de haber sostenido la boca abierta por largo rato.
—Este va a ser nuestro secreto, ¿eh, Benjamín? Cuando yo venga y tu mami no esté, la putita de la casa vas a ser a vos... ¿sí?
Pero como yo seguía sin decir nada, tío Ricardo se acercó y me dio una bofetada tan fuerte que me hizo girar la cabeza.
Me quedé hecho un bollito contra un rincón y asentí, al borde de las lágrimas.
—¡Y no llorés! —me reprendió—. ¡No seas maricón!



14.
Cuando estábamos solos, Helina siempre me trataba como a un igual, como a un adulto, como a su pareja. Me consultaba, me dejaba tomar decisiones. Era su hombre. Bueno, excepto en la cama. No es que allí fuera un niño. Ahí simplemente no era nada. Desde que tío Ricardo se la cogía, pero especialmente desde que era la putita de dos o tres machos (porque se había sumado el Rulo y otro amigo de tío Ricardo, un oso semi calvo más hijo de puta que él), mi novia casi no me dejaba cogerla (es que a tío Ricardo mucho no le gustaba) y cuando lo hacía, bueno, lo de siempre: le acababa en dos clavadas. Para peor, ella me obligaba a usar forro, con la excusa —o la razón— de no hacerle un enchastre "por nada". Así que yo sí era un hombre para ella. Salvo en la cama.
Pero apenas tocaban el timbre el Rulo o el oso semi calvo (tío Ricardo tenía llaves, obviamente), ella volvía a tratarme como a un niño. Y yo a ocupar ese lugar. Casi todas las noches terminaba durmiendo en mi habitación de nene, la del empapelado de autitos y la lámpara de Superman. Es que tío Ricardo se quedaba día por medio o más, y los días que no se quedaba, siempre caía alguno de los otros dos.
Así fue ese primer año luego de la orgía en el tren. Con mi Heli liberada, autorizada tácitamente por tío Ricardo a disfrutar de nuevas vergas; al menos, las que él decidía. Porque ese año, a medida que fueron avanzando los meses, tío Ricardo la emputeció con más tipos. Generalmente los traía a casa, de a uno, y nos presentaba como quien presenta a un amigo. Pero todos sabíamos de qué se trataba, así que ya mi novia se preparaba bien sexy, no puta pero sí muy insinuante, y los invitados venían con un regalito para mí: un DVD de dibujitos, un autito, un muñeco, o cualquier juguete. Y tío nos presentaba, como si tal cosa:
—Ésta es Heli, la putita que te conté. No sabés cómo la chupa... —Y mi novia sonreía por completo halagada—. Y este es el cornudo —me dedicaba con desprecio.
Como la mayoría de las noches me tocaba dormir en mi cuarto de niño mientras mi novia era ensartada por una o dos vergas, ese año viví matándome a pajas. Porque gritaban tanto que los escuchaba. A los machos y a mi novia. Una vez cada treinta o cuarenta días tenía la suerte de dormir con ella, y aprovechaba para hacerle el amor.
Un poco por eso y otro poco porque tío Ricardo me llevaba siempre de paseo a lugares lindos, como la tardecita que fuimos a los trenes, es que no terminaba de extrañar mi vida anterior.
Hasta que un día vino mi novia y me dio la noticia que menos deseaba oír: tío Ricardo iba a venir con nosotros de vacaciones. ¡Por supuesto! Qué estúpido fui al no verlo venir, si de hecho era el hombre de la casa.



15.
Fueron unas vacaciones totalmente inesperadas. Tío Ricardo nos obligó a Heli y a mí a invitar y convencer de acompañarnos a Evaristo y Mariana, una pareja amiga. Evaristo había sido compañero mío de secundaria, lo conocía de toda la vida, y Heli y yo siempre nos juntábamos con él, a veces en salidas, a veces recibiéndolo de visita en casa. Un día se puso de novio con Mariana y por suerte las dos mujeres se entendieron de maravilla, y se hicieron muy amigas rápidamente. Y lo que era la amistad de dos hombres se convirtió en dos parejas amigas.
Ellos sabían de la existencia de tío Ricardo (se habían conocido una noche que estaban cenando con nosotros y tío Ricardo cayó sin avisar) pero desconocían que se garchaba a Helina —luego me enteraría que el que no lo sabía era mi amigo, ya que mi novia le contaba a ella los prodigios y portentos de su macho, con todo lujo de detalles—.
Llegamos a las sierras cordobesas en la camioneta de Evaristo. Mi temor era que en el viaje mi novia y mi tío comenzaran a tratarme como a un niño, lo que a los ojos de nuestros amigos sonaría como el trato a un idiota. Por suerte fueron piadosos conmigo, realmente no hubiese sabido qué explicación dar.
Mientras Evaristo y yo terminábamos de instalarnos en la casa alquilada, tío Ricardo se fue con las dos mujeres a la piscina. Era un dúplex mediano, con dos habitaciones arriba; y un living, cocina, comedor, baño y otra habitación, abajo.
Esa misma noche empezó todo. Aunque debí darme cuenta antes, en la piscina: Helina estaba impactante. Es impactante, tiene un cuerpazo de novela, pero la muy turra se puso un bikini fucsia de infarto, con una tanguita minúscula metida entre las nalgas que la hacía lucir como a una puta. Y no era solo la ropa. Su postura, sus movimientos, su trato con mi tío, todo en ella decía "soy la más fácil". Si no me sentí humillado a los ojos de Evaristo fue porque —sorprendentemente— su mujer estaba tan o más emputecida que mi novia. Siempre la había visto vestida con jeans y remeras o camisa, o algún vestido, cubriéndole la panza, que yo intuía voluminosa. Jamás la había visto en bikini y ahora se confirmaba lo que presumía: una figura armónica aunque un poco regordeta, producto quizá del descuido de la convivencia. Vi el rubor en el rostro de mi amigo por la casi desnudez de su novia. Tenía metido el bikini casi por completo en su culazo generoso, con algo de grasa en la cintura y un abdomen ligeramente abultado. Los rollitos y el bikini enterrado le abarataban la seducción, la hacían más vulgar y más trola. Igual era muy bonita.
Evaristo tragó saliva y me miró nervioso. Su mujer no solo lucía como una puta, andaba jugando de manos con tío Ricardo en la pileta, junto a mi novia.
—C-cómo están las chicas... —tartamudeó—. Y qué buena onda es tu tío... Se llevan muy... bien...
Fue la primera vez que vi a mi amigo con verdadera inseguridad sobre sí mismo y sobre Mariana. Lo vi en sus ojos y en el corcoveo de su voz.
No sucedió nada más con las chicas durante el resto del día, solo esa exhibición ante el tío Ricardo, que fue constante, y que provocaba que cada dos por tres las halagara exageradamente, ante nuestra pasividad. Hasta que a la noche se me acercó Helina y entendí todo:
—Mi amor, llevate a tu amigo a algún lado, que tío Ricardo le quiere coger a la novia.
Así me lo dijo. Así de simple. Me quedé sin palabras.
—¿Qué...? Pero... ¿Dón...?
—A cualquier lado, a pescar, a bailar, a un bingo…
—¿Pero están locas, ustedes? Evaristo va a querer ir con Mariana.
—Ay, no sé, vos conocés mejor a tu amigo. Tío Ricardo lo único que necesita es que se lo saques de encima un par de horas...
No podía creer lo que estaba oyendo. ¿El hijo de re mil putas de mi tío también quería cogerse a la novia de mi amigo?
—Pero, amor, ¿Mariana sabe que...?
—Ay, Benjamín, más vale. Tu tío es un machazo con una poronga así de grande... Cualquier mujer que le guste la pija se va a rendir ante un macho así... ¿no te parece?
No quería colaborar en la constitución de una corona de cuernos en la frente de mi amigo, pero supe que iba a traicionarlo cuando mi Heli juntó sus brazos, y sus pechos se inflaron hacia mí.
—Si te lo llevás dos horas, te las dejo tocar...
Fue glorioso volver a manosear esos pechos que tanto sobaban mi tío, el Rulo y otros tipos. Helina no se dio cuenta pero al llenarme las dos manos con su carne me fue imposible no deslecharme en el pantalón, como un patético eyaculador precoz.
—Helina... —gorgoteé manoseando sus pechos, convertido en un pajero. Y ahí sí, mi novia se dio cuenta que había acabado, se quitó mis manos de encima y se alejó riendo.
Fue una noche de lo más extraña. Mi amigo y yo jugando en el bingo, solos, mientras su novia y la mía permanecían en la casa con tío Ricardo. Me pregunté si se las estaría cogiendo a las dos juntas, ese hijo de puta. Miraba el reloj a cada instante y rogaba que Evaristo no me hiciese ninguna pregunta. No lo hizo, aunque se mostró bastante intranquilo y en un momento me comentó:
—Qué tipo raro ese Ricardo, ¿no? Parece medio prepotente, no me termina de gustar...
"Si supieras que se está garchando a tu novia en este preciso momento te gustaría menos…”, pensé. Pero solo le respondí con una mueca de desdén.
A las tres horas regresamos. Era el horario que tío Ricardo me había ordenado, y que yo iba a cumplir.
No había restos de cogida en la casa, solo un tufillo lejano a sexo, disimulado a medias con desodorante de ambiente. Encontramos a las chicas en la cocina, charlando cosas de mujeres. Estaban en bombacha y sin corpiño, con camisolines no muy opacos arriba. Yo estaba tan acostumbrado a que cualquier tipo le mirara los pechos a mi mujer que ni cuenta me di de semejante anomalía. Evaristo se regodeo un poco con la vista de los tetones de Helina, pero enseguida cayó en que yo también podía mirar los pechos de su novia.
—¿Cómo andan así por la casa? —se alarmó mi amigo—. ¿Y si las ve tío Ricardo?
Vi a las dos mujeres cruzar miradas cómplices y sonreír con malicia. Sí, sin dudas se las había garchado a las dos.
—Está durmiendo en su habitación —lo tranquilizó Mariana.
Mi amigo tomó a su novia de la mano, como para levantarla, y le dijo, lleno de entusiasmo e intención:
—Vamos, mi amor, que hoy gané como dos mil pesos y quiero “festejar”.
Pero Mariana lo sorprendió con sequedad.
—¿Festejar? Mirá, justamente de eso te quería hablar. Hoy descubrí que tenemos ideas muy distintas de lo que es un buen festejo.
—¿Eh? ¿Pero de qué hablás? ¿Qué hice ahora?
—Vamos a la habitación, Evaristo. Y llevate un whisky o algo, va a ser una charla muy dura.
Vi la zozobra de mi amigo, su desconcierto. Supe lo que iba a suceder con tal certeza que miré a mi amigo como quien ve a una vaca yendo al matadero.



—¿Se las garchó a las dos? —pregunté a Heli cuando nos acostamos en nuestra habitación.
—¿Qué es esa manera de hablar, Benji?
Otra vez a tratarme como a un nene. Se inclinó sobre mí, y sus tetotas quedaron en parte sobre mi pecho. No se había duchado, su cabello todavía olía a macho.
—¿Hoy puedo? Ahora no está tío Ricardo…
Se volteó sobre la cama y quedo con su culazo redondo y carnoso hacia arriba, la bombachita bien enterrada entre sus nalgas.
—Sí, mi amor, vos sabés que yo no le puedo negar nada a mi chiquito… Pero antes dejame bien limpita, no me la vas a querer meter en medio de todo el enchastre que dejó tu tío…
No era la primera vez que me pedía que la limpie, así que supe de inmediato qué hacer. Me arrojé entre sus piernas, a lo largo de la cama, como estaba ella. Puse mi cara sobre su culazo, lo amasé con lujuria, con pajerismo. Olía a cogida, pero no me importó. Seguí manoseando, corrí la bombachita a un lado y me zambullí en su conchita jugosa y mía. La chupé. Olía fuerte, además de feo, se ve que tío Ricardo seguía negándose a usar forro. Chupé. Y el sabor era el de ella, y luego el de ella y el del tío. Conocía bien el sabor de tío, de pequeño supe conocerlo innumerables veces. De hecho —me di cuenta mientras limpiaba a Helina— había probado más veces el sabor de tío Ricardo que el de mi novia.
Heli comenzó a jadear. Siempre jadeaba cuando le limpiaba las cogidas de tío o del Rulo. A veces incluso se hacía limpiar, y cuando su pulso se aceleraba y la excitación crecía, me quitaba de entre sus piernas como a un bicho molesto y llamaba a su macho de turno, si todavía andaba por ahí.
Me pregunté si esta vez sería así, pues tío Ricardo estaba solo en la habitación de abajo. No tuve que esperar esa respuesta. Los ruidos del pasillo me interrumpieron justo cuando estaba a punto de montarme sobre mi novia, listo para penetrarla.
—Por favor, Mariana, te lo suplico… —El ruego era de mi amigo y por el zapateo, la estaba siguiendo a su novia—. Tomémonos un tiempo para pensarlo. Esperemos a llegar a Buenos Aires y ahí vemos…
Miré a Heli porque sabía que ella tenía la respuesta. Me quitó de encima con una sonrisa.
—No, mi amor —le pedí—. Dejame que te la ponga, que hace mucho que…
—Ay, si es lo mismo —me ninguneó. Fue hacia la puerta, así en bombacha y tetas, sin camisolín, y puso la oreja para escuchar.
—No hay nada que pensar, Evaristo. Soy una mujer joven, ¡no me podés castrar con tu pijita de mierda!
—¡Shhh…, Mariana! ¡Que se puede escuchar!
Con mi novia oíamos todo. Ella sonreía de lo más divertida. Yo, todo lo contrario.
—¿Y qué? Tu amigo no se va a asustar de nada, ¡es el rey de los cornudos!
Amonesté a Helina con la mirada. Todo esto era culpa suya.
—Vamos a la habitación de tío Ricardo —escuché que dijo Mariana—. Quiero que veas lo que es un hombre cogiendo de verdad… Que te des cuenta de la diferencia…
—¡Estás loca, Mariana! —Las voces ahora se alejaban, ya estaban bajando.
—Si podés hacer lo que me hace él, te juro que no me lo cojo más.
Mi amigo no tenía chances.



—Esto está mal —le dije en un susurro a mi novia—. Volvamos y terminemos de coger.
Estábamos abajo, sobre la puerta de la habitación de tío Ricardo, espiando. Mi amigo y su novia estaban adentro desde hacía un par de minutos, y por las voces era evidente que también tío Ricardo. Primero se escuchaban murmullos. Luego, como un lamento o un llanto, de Evaristo, sin dudas. Y enseguida los ruegos patéticos. Siempre de Evaristo:
“Por favor, Mariana, no….”
“Tío Ricardo, le suplico que no lo haga…”
“Oh, por Dios, no puede ser ese pedazo de pija..”
Luego oímos los jadeos, más ruegos:
“Tío Ricardo, no se la clave, por favor…”
“Tío Ricardo, no le meta todo eso, me la va a estirar!!”
Y luego los gemidos de Mariana. Los “Ahhh” de ella. Los “ohhh…” del tío.
—¿Ves, cornudo? ¡Esto es cogerse a una mujer!
De este lado, Heli se reía divertida.
—Mi amor… Ahhhh… —gemía Mariana—. Mirá y aprendé… Ohhhh, síííí…
Seguimos escuchando un buen rato más. La verdad, ahora que por una vez el cornudo no era yo, debía admitir que tío Ricardo sí sabía hacer gozar a las mujeres. No tardó mucho en acelerar el bombeo, los gemidos de la emputecida Mariana lo alentaban, aunque creo que más lo alentaban los ruegos patéticos del nuevo cornudo. En cinco minutos Mariana gritaba totalmente descontrolada su primer orgasmo, con dedicatoria y todo:
—¡Así, cornudo… así se coge a una mujer…! ¡¡Ahhhhhhhhhh…!!
Y enseguida tío Ricardo la llenó de leche, ante el horror de mi amigo.
—¡Adentro, no, tío Ricardo! ¡¡¡Acábele afuera, por favor!!!
—¡¡Te la lleno, cuernooo…!! ¡¡¡Ahhhhhhhhhhh…!!!
Mi novia se mordía los labios y se tocaba abajo, por sobre la bombacha. Vi mi oportunidad.
—Volvamos arriba, amor. Volvamos y saquémonos la calentura. Estos acá tienen para rato, y yo estoy seguro que hoy por fin te hago gozar.
Fueron las dos estocadas más excitantes de mi vida. Mi novia, pobre, casi ni se dio cuenta de que me la cogí.



16.
Y al otro día sucedió, por la mañana, la cosa más bizarra que me hubiera imaginado vivir en ese momento. Llegamos con Heli a la cocina comedor y saludamos a nuestros amigos. Tío Ricardo no estaba aún y el saludo fue mudo. No sabía si Evaristo sabía que nosotros sabíamos, así que me senté y callé mirando mi taza vacía. Mi amigo también bajó la vista, ni siquiera se atrevía a mirarme, nunca lo había visto tan empequeñecido, tan inseguro, tan humillado.
Las dos mujeres, en cambio, sí estaban al tanto de los asuntos de la otra. Se les notaba en su expresión entre distendida, divertida y relajada, y en sus miradas cómplices y llenas de picardía. Como estaban recién levantadas, andaban por la cocina como habían dormido: en bombachita diminuta y tetas, las dos, y camisoncitos transparentes. No había forma de disimular lo inapropiado de esa vestimenta.
—¿Dormiste bien, anoche? —preguntó Heli con una sonrisa casi malvada.
Mariana rumió su respuesta. Miró a su cornudo, se enterró más su bombachita entre los glúteos y dijo:
—Al principio no me podía dormir. Pero después bajé y tío Ricardo me dio leche tibia y me entró el sueño.
Vi a mi amigo hundirse más entre sus propios hombros y enrojecer como un pimiento. ¿Era necesaria tanta humillación?
—¿No es cierto, mi amor?
Hubo una inflexión extraña en la voz de Mariana que me llamó la atención. Por un momento creí que hablaba conmigo, tratándome condescendientemente.
Entonces apareció mi tío. Contento, desentendido, con la prepotencia de unos calzoncillos sueltos que le abultaban en la pija.
—Buenasss… —saludó—. ¿Cómo están mis mujeres? —Le zampó un beso en la boca a mi novia y tomó groseramente una nalga regordeta de Mariana, a quien también besó—. ¿Ya les dijeron a dónde vamos hoy?
Se refería a nosotros. Mariana se acercó a Evaristo con una taza de chocolate.
—¿Sabés a dónde nos lleva tío hoy, mi amor? —le dijo como si fuera una criatura—. ¡Al lago, Eva! ¡A andar en los botecitos y jugar con la arena!
Mariana trataba a mi amigo como a un niño, igual que hacía mi novia conmigo. ¿Qué carajo…? Helina vino hacia mí con otra taza. Se inclinó y me sonrió llena de exagerado entusiasmo.
—¡Acá tenés la chocolatada, Benji! —y lo miró a mi amigo— ¿Por qué no le compartís una galleta a Eva, que está muy callado?
Recién ahí mi amigo me miró de reojo. Mariana intervino, mientras tío Ricardo se puso a armar el mate.
—Es que Evaristo es muy tímido —explicó—. Pero en cuanto agarre confianza, con Benjamín se van a hacer buenos amiguitos.
—¿Quieren ir al lago a andar en bote!!??
Nos miramos con mi amigo. Ahí enfrente estaban nuestras novias, sonrientes, inclinadas hacia nosotros, por lo que les veíamos mejor los pechos. Las miramos a ellas, a esas dos mujeres que eran nuestras.
Asentimos obedientes, y ellas se irradiaron de luz.



Por supuesto, para llegar a la laguna, la camioneta la manejó mi tío. A mi amigo y a mí nos mandaron al asiento de atrás, diciéndonos que nos portemos bien. Yo ya estaba resignado, y más si Evaristo era tan cornudo como yo, de modo que no me resistí y asumí mi rol. Pero mi amigo recién comenzaba su descenso a los infiernos, así que se mantuvo callado todo el viaje.
Nuestras novias nos invitaban a jugar y a cantar, y yo canté “Tengo un auto feo”, sin lograr quitar la vista de la mano de Mariana, que le sobaba indisimuladamente la verga por sobre el pantalón a tío Ricardo.
Llegamos y nos instalamos en una orilla bastante solitaria, alejada de los balnearios. Tío Ricardo se puso a armar la carpa y Helina trajo dos canastas y un mantel, que depositó sobre la arena gruesa. Mi novia estaba con unas bermudas de jean y una camisa blanca, anudada arriba, que formaban un escote muy pronunciado y sexy. Pero era verano y estábamos en un lugar de veraneo, así que no había nada anormal. Hasta que se quitó la bermuda y quedó con la tanguita de la bikini, también blanca, delicada y sencilla. Parecía más una prenda interior sexy que una bikini. Para colmo se puso un micro pareo de hilo tejido, del mismo color, haciendo como que la cubría. Este pero de apenas unos centímetros no solo no le cubrían el culazo fabuloso que tiene sino que además, ese adecentamiento la hacía más puta. Como esas chicas presuntamente inocentes que “no se dan cuenta” que se les transparenta un poco la calza o llevan sin querer un botón desprendido de más. ¡Estaba para cogérsela, qué suerte iba a tener tío Ricardo!
—¿Quieren ir a jugar, chicos? —incitó Mariana con entusiasmo, y también se quitó la remera y el short de jean. Exhibir ese cuerpo regordete y emputecido, semidesnudo, pues el corpiño apenas si le tapaba los pezones grandes y la tanguita desaparecía entre los glúteos, empacó más a mi amigo.
Mariana buscó convencerlo, pero mi amigo permaneció cruzado de brazos y con el ceño fruncido. Entonces ella fue a la camioneta, buscó algo en el interior y regresó con dos juegos de baldecito y palitas para arena, recién comprados, todavía envueltos en nylon. Se agachó frente a nosotros y nos regaló la sorpresa.
—¡Miren lo que les compré, mis amores! ¡Para jugar en la arena!
Me gustó el gesto. Al menos podríamos hacer castillitos mientras tío Ricardo se garchaba a nuestras novias. Pero Evaristo todavía no estaba convencido. Se cruzó de brazos y se empacó todavía más. Mariana fue hacia él, así agachada como estaba, y me dio la espalda. Su culazo traga-tangas quedó muy cerca de mi rostro y me fue imposible no mirar. ¡Qué buen culo, por Dios, qué suerte tenía mi amigo de poder cogerse a esa mujer! Sonreí, pícaro, y entonces vi a mi novia mirarme con tal condescendencia, y a Mariana convenciendo a Evaristo de que juegue con el baldecito, y vi allá atrás a tío Ricardo terminando de armar la carpa en donde en un rato se estaría enfiestando a nuestras novias, y ya no sonreí más



Ya era mediodía así que comimos algo. La carpa estaba armada detrás de tío Ricardo, que se sentó tipo indio y al que le asomaba, como casualmente, un glande gordo, rechoncho, brilloso bajo las sombras del pantalón de baño. Tanía una mujer a cada lado, y a los dos cornudos en frente. Me di cuenta que mi amigo también miraba el vergón asomado por la botamanga del short.
Cuando ya estábamos terminando, Helina nos informó:
—Ahora mientras ustedes se quedan acá jugando, tío Ricardo, Mariana y yo nos vamos a la carpa a… bueno, ya saben, a hacer cosas de grandes.
Yo asentí vivamente y con una sonrisa. No solo nos dejarían jugar sino que con lo delgadas que eran las paredes de la carpa podría escuchar las proezas de mi tío casi como si estuviera adentro. Mi amigo no pensaría lo mismo pues seguía empacado. Helina le insistió sin resultados. El macho se levantó y se encaminó hacia la carpa, y mi novia se rindió.
—Ay, fíjate vos, Mariana, este chico no sé qué tiene.
Mariana se acercó a mi amigo con cierto gesto de enfado, se agachó un poco y lo reprendió con un dedo acusador.
—¡Evaristo, no seas caprichoso! Te trajimos a la laguna, te compré un baldecito y unas palitas para jugar en la arena y tía Heli te trajo a tu amiguito Benjamín para que jueguen juntos. ¿Qué más querés?
Aunque le hablara como a un niño, se notaba que el enojo era genuino. Evaristo dudó y finalmente habló por vez primera.
—¡No quiero!
Entonces Mariana se enojó más, y lo tomó de una oreja.
—Mire, señorito, ¿con quién se cree que está hablando? Se me va a jugar ya mismo con el baldecito y la arena mientras yo me voy a la carpa con los más grandes o le digo a tío Ricardo que te estás portando mal.
La sola amenaza hizo que mi amigo se levantara de un brinco y fuera a buscar los cacharros de plástico. Vi a su novia sonreír con satisfacción, y a la mía quitarse el micro pareo tejido, para quedar en bombachita, con el culo casi desudo, e ingresar a la oscuridad de la carpa.
Me junté con Evaristo y nos sentamos a cuatro pasos de la carpa, con los baldes. Mariana siguió a mi novia y también ingresó, y justo antes de cerrarla, giró, miró a su cornudo y le advirtió con algo de dureza:
—Y mejor que cuando acabe acá y salga, vea muchos castillitos de arena, ¿eh? No quiero que se queden escuchando lo que pasa acá adentro… Son cosas de grandes que ustedes nunca van a poder hacer.
Y se metió dentro de la carpa para encerrarse con mi tío y mi novia.



Ya habíamos desmoldado varios baldecitos cada uno, cuando comenzaron los primeros jadeos. Estábamos sentados uno frente al otro, construyendo y derribando en el espacio que había en el medio.
—¡Ahhhhh…! —se escuchó con claridad, y mi amigo y yo nos miramos en silencio, tratando de esquivar la incomodidad.
Nos encontrábamos en una zona gris, en el borde de una zona gris, pues si Evaristo estaba aceptando quedarse conmigo afuera mientras su novia era empernada a tres metros, era ahora que tenía que tomar una decisión.
Los jadeos eran de una sola mujer, y se repitieron. Enseguida se escuchó a tío Ricardo con su voz firme pero también jadeada:
—Putita…
—Es Heli —dije para aflojar la tensión. La verdad era que los gemidos eran casi un rumor y podían ser de cualquiera.
Que no fuera su novia la que estaba jadeando bajo la pija de otro hombre, cierto a no, animó a Evaristo, que dio vuelta un baldecito cargado de arena, lo golpeó y descubrió su obra.
—¡Te quedó bueno! —aprobé. Atrás, los jadeos de la mujer se hicieron más claros
—¡Ahhhhhhh…!
—¿Por qué no hacemos un castillo gigante para mostrarles cuando salgan de la carpa?
—¡Ahhhh…! ¡Ahhhh…! ¡Ahhhh…! —Sí, eran los gemidos de mi Heli—. Seguí, Mariana, seguí… Seguí chupando, mi amor…
Nos miramos con mi amigo y tragamos saliva. Evaristo se levantó.
—Voy a buscar más agua —dijo, y se alejó de los sonidos.
Yo también me levanté pero para acercarme a la carpa. Quería encontrar hendijas por donde espiar, o algo. Helina jadeaba tranquila, acompasada, rítmicamente. Tío Ricardo respiraba profundo y cada tanto tiraba un “Sí, putita, sí…” o un “Diosss…”. En la pared de atrás había una ventana, un triángulo hecho de una tela en red. Me asomé. El entramado está pensado para proteger la intimidad de la carpa pero pude ver claramente a tío Ricardo tomando unas ancas y bombear con una parsimonia que no le conocía. Por lo regordeta, la mujer sometida era Mariana. No podía ver a mi novia, aunque era obvio que estaba recibiendo lo suyo.
Evaristo llegó con agua y con un cambio de actitud. Nunca sabré si fue resignación o miedo, pero se sentó y dijo:
—Vamos a hacer un castillo tan grande como el amor por nuestras novias.
—Sí, y con unas torres tan altas como los cuernos que nos ponen.
No le hizo mucha gracia mi humorada, quizá porque en ese momento tío Ricardo clavaría con todo y fue Mariana la que gritó:
—¡¡¡Ahhhhhhhh…!!! ¡¡Por Dios, síííhhh…!!
Evaristo agachó la cabeza y se puso a construir. Le temblaban las manos cuando desmoldaba la arena y tío Ricardo bufaba:
—Oh, sí, putón… Qué estrechita… Síííí…
—No es que yo sea estrecha, tío Ricardo —La voz de Mariana cruzó los oídos y el corazón de mi amigo—. ¡Es que usted tiene una verga de caballo!
—Hagamos primero una fila de torrecitas, formando una pared… —Evaristo procuraba no oír nada.
—¡Ay, qué pedazo de pija…!! ¡¡Qué pedazo de pija, por amor de Dios…!!
—Y dejamos un lugar vacío que sea la puerta…
—¿Tanto te gusta, putón…? Uhhh… ¿Tu novio no te atiende…?
—Es que esto… Ahhh… ni se puede comparar… Ahhh… con la pijita del cornudo…
Más por piedad que por otra cosa fui a jugar con mi amigo. Nos pusimos a armar una pared, como él quería. Balde lleno, balde desmoldado. Balde lleno, balde desmoldado. Además de los jadeos, desde el interior de la carpa vino el típico sonido de bombeo fuerte de abdomen contra nalgas. ¡Flap! ¡Flap! ¡Flap! ¡Flap!
—¡Tomá, puta, tomá!
—Sí… ¡¡Sí, tío!! ¡Lléneme de verga, tío!! Ahhhhh… ¡Hágame mierda…!
La cosa se estaba poniendo muy sonora.
—Heli, vení acá a chuparme los huevos mientras me cojo a este putón…
El ¡flap! ¡flap! no se detuvo. Los jadeos de Mariana tampoco.
—¡Oh, por Dios, qué buena cogida, hijo de puta!
Mi novia habría llegado a donde pidiera su macho porque en un segundo se escuchó su vozarrón.
—Ohhhhh… Síííí… ¡Qué putas que son las dos, sííí…!
La violencia en el bombeo se reinició luego de un breve momento.
—Ahhhh… assssííííhhh... Bien fuerte… —Mariana.
—¿Hacemos una torrecita? —Evaristo.
¡Flap! ¡Flap! ¡Flap! ¡Flap!
—¡Qué pedazo de culo, putón…! ¡Y lo tenés sin estrenar…!
—Usemos esa arena de ahí…
—¡Ahhhh… Ahhh… Lo tengo virgen, tío Ricardo… Ahhh… pero… uhhh… pero usted puede cambiar eso cuando quiera… Ahhh… Ahhh…
Mi amigo desmoldó otro baldecito.
¡Flap! ¡Flap! ¡Flap! ¡Flap!
—Te voy a romper ese culazo, putón… No voy a dejarle nada para el cornudo en este viaje…
Y Mariana, supongo que exaltada de pija:
—Sí… Sí… Nada para el cornudo… ¡Oh, Dios, qué pedazo de pija, la siento hasta la garganta…!
Con mi amigo juntábamos baldecitos y seguíamos en la construcción pero ya habíamos dejado de mirarnos a los ojos. El concierto fuerte y claro de tío Ricardo garchándose indisimuladamente a su mujer a dos metros hacía que agacháramos la cabeza.
—Vení, Heli… —tío Ricardo—. Ponete con Mariana que me las voy a coger a las dos juntas…
Se me quebró la arena que acababa de desmoldar al oír eso. Se escuchó una pausa, un reacomodar de cuerpos, y de pronto la cremallera del frente de la carpa.
PRRRRRRRIK…!
Mariana y Helina se asomaron por la hoja abierta. Sacaron afuera solo sus cabezas, y como estaban en cuatro, también se le veían las tetotas de cada una. Estaban una junto a la otra, pegadas por un brazo como putas siamesas.
—¿Qué están haciendo…? ¡Uy, qué lindo castillito!
Detrás de ellas no se veía nada pero era obvio que las dos estaban regaladas para tío Ricardo, que estaría arrodillado detrás.
—¿Quién hizo más torrecitas, Benji? —me preguntó Mariana, descontando que su cornudo no hablaría. Pero Evaristo había cambiado.
—¡Yo! —dijo como un nene celoso, antes que yo pudiera responder. Se puso entre su novia y yo, justo para ver el movimiento leve de Mariana, como aguantando un topetazo. Mariana cerró los ojos y se mordió el labio de abajo, y la movieron suave hacia adelante.
—¡Yo! —volvió a gritar mi amigo, y su novia abrió los ojos.
—¡Muy bien, mi amor! —le festejó mientras comenzaban a bombearla despacio pero con ritmo—. ¡Ummm…! ¿Me hacés uno… uhhh… a ver cómo hacés…? Mmmhhh…
El bombeo se intensificó enseguida. Era sencillo imaginar a tío Ricardo detrás de ella tomándola de las ancas y clavándole uñas y verga. Evaristo desmoldó un balde.
—¡Muy bien, mi vida! —se entusiasmó su novia, pero de inmediato—: Ohhhh… por Diosss, sssíííí…!!!
—¡Mirá! ¡Mirá! —se impacientó Evaristo.
—Sí, sí, mi amor… Estoy viendo, sí… Sí… Sí… Ahhhhh… Sí… Sí, por Dios, sí… Así… Así…
El cornudo desmoldó un segundo baldecito, casi bajo las tetotas bamboleantes de su novia, que seguía movida de pija adelante y atrás, adelante y atrás…
—¿Te gusta? —le preguntó mi amigo, quizá porque su novia volvía a cerrar los ojos.
Mariana sonrió medio de compromiso a su cornudo.
—Sí… Sí… Me gusta… —y la seguían bombeando—. ¡¡Oh, por Dios, cómo me gusta…!!
—¿Querés que haga otro más?
—Sí… sí… —Mariana entrecerró otra vez sus ojos, ya era hamacada adelante y atrás con bastante fuerza—. ¡Quiero más…! ¡Quiero másss…! Oh, Dios, más… Más… Más… —Decía “más” con cada pijazo que le clavaban—. Más… Más… Más…
El cornudo seguía desmoldando baldecitos bajo las tetas regordetas de su novia, que bailaban con los pezones duros y parados en un vaivén interminable.
—¿Te gusta? —volvió a preguntar mi amigo, mostrando con orgullo una figura piramidal hecha con tres desmoldes.
Su novia le respondió esta vez sin eufemismos.
—¡Sí, cuerno, me gusta! ¡Me gusta! ¡¡Ahhhh…!! Me gusta la pija de tío Ricardo… Ahhh… Ahhh… —y de fondo el flap flap flap de tío chocando su panza contra el culazo emputecido de Mariana—. ¡Decile gracias a tío Ricardo que te compró el baldecito, mi amor! ¡Decile gracias, cornudo! ¡¡¡Decile gracias!!!
Desde adentro de la carpa venía el jadeo grave y sucio del tío.
A mi pobre amigo le temblaron el mentón y la voz cuando dijo:
—G-gracias… tío Ri… Ricardo…
En ese momento Mariana ya estaba siendo taladrada con furia, y se movía tanto y tan fuerte que su rostro se le pegó al del cuerno y por un instante mi amigo sintió los labios de ella.
—¡¡Ahhhhhhhhhh…!!! —comenzó a gritar Mariana. Cerró los ojos, apretó los labios y tomó a su novio de los pelos—. ¡¡¡¡Ahhhhhhhhhhh…!!!!
Mi amigo se desconcertó un poco. Mariana se le trepó a la cabeza, tomándolo de los cabellos a la vez que tío Ricardo la bombeaba y la movía desde atrás.
—¡Agradeceleehhh…! —le pedía en un jadeo viscoso y enfermo de pija, abrazada a la cabeza de Evaristo— ¡¡Agradecele a tío Ricardo todo lo que está haciendo por vos…!!! ¡¡¡Ohhhhhhhh…!!!
Mi amigo tenía las tetas de su novia en la cara, y le vi la patética intención de alcanzar con su boca los pezones desnudos. Pero los topetazos de tío Ricardo mandándole verga hasta la base no se la hacían fácil.
—G-gracias, tío Ricar…
—¡¡Agradecé, cornudo, agradecé!! —recitaba Mariana con sus ojos cerrados y los cabellos de Evaristo en su rostro—. ¡¡Agradecé…!! ¡¡¡Ahhhgradecé… uhhh… Agrade… ¡¡Ahhhh por Dioooossss…!!!
Con cada vergazo que tío Ricardo le mandaba hasta los huevos, Mariana repetía “agradecé”, y mi amigo, con el baldecito en la mano, con la cara masajeada por las tetotas gorditas de su novia, repetía como un cornudo: Gracias, tío Ricardo… Gracias, tío Ricardo…
Hasta que tanto morbo desató el orgasmo de la mujer.
—Así… Así… Así… No pares… —pedía Mariana a mi tío, pero en voz muy baja, en un murmullo susurrado en el oído de su novio—. Decile que no pare… Ahhhh… decile que no pare, cornudo, que me vengo… Ahhhhh…
Y mi amigo, abandonando todo intento de alcanzar los pezones, alzó un poco la cabeza y habló fuerte hacia la carpa:
—¡No pare, tío Ricardo!
Y Mariana, siempre hamacada, con los cabellos transpirados y los ojos mordidos de tan cerrados.
—¡¡Ahhhhh…!! ¡¡Que no pare, cornudo, que no pare, por favor…!! ¡¡Ahhhh…!!
—No pare, tío Ricardo…! ¡¡No pare de cogérmela, por favor!!
Y Mariana explotó de pija y morbo.
—¡¡¡¡Cornudooooohhhh… sssssííííí… Ahhhhhhhhhhhhhhhhh…!!!
Mariana se trepó más a la cabeza de Evaristo mientras explotaba en su orgasmo y mi amigo por fin alcanzó los pezones. Se los chupó con desesperación, muy dificultado por la hamacada que le ejercía tío Ricardo a pijazos.
—¡¡¡AHHHHHHHHHHHHHHHHHHH…!!! —gritó Mariana como si la estuvieran matando. El grito fue tan fuerte que unos pájaros se asustaron y volaron de los árboles más cercanos.
—¡No pare, tío, no pare! —siguió gritando mi amigo, cuando ya nadie se lo pedía, y cuando ya su novia le estaba volcando todo su orgasmo en la cara.
—¡¡Ahhhhhhhh!!! Por Dios, síííí…
A medida que el grito del orgasmo se iba ahogando, regresaba el flap flap flap de tío Ricardo contra el culo regordete de Mariana. Vi las lágrimas silenciosas soltarse de los ojos de mi amigo, espero que emocionado por disfrutar de las migajas que le dejaban.
Mariana se aflojó, siempre trepada a la cabeza de su novio, como asida a la cornamenta de una cabeza de alce. Se aflojó y volvió a murmurarle a Evaristo al oído:
—Eso es un hombre, mi amor… Un hombre de verdad, ¿entendés…?
Mi amigo asintió, hubo un ruido a chapoteo en la carpa, como si tío Ricardo hubiera desenganchado su vergón de un agujero muy acuoso. Mariana sonrió con placer y muchísima satisfacción. Abrió los ojos, se bajó de la cabeza de Evaristo y lo miró a los ojos con una dulzura que nunca la había visto, acariciándole una mejilla.
—Tuve más orgasmos en las últimas 24 horas con tío Ricardo que en todo el tiempo que llevo con vos, mi amor…
Ahora comenzó el turno para hamacarse de Helina, tío Ricardo ya me la estaba cogiendo de nuevo. Vi la derrota, el dolor en los ojos de mi amigo, antes de dedicarme a mi novia. Y vi también cómo, patético, le mostró un baldecito lleno de arena, con ojos vidriosos, esperando, rogando, tal vez, que Mariana no lo abandonara. Pero Mariana sonrió, feliz, plena, ganadora. Sonrió por la rendición de su cornudo.
—Mi amor —se entusiasmó frente Evaristo—. ¡Me encanta verte con tus juguetes! Cuando empiece a venir tío Ricardo a casa vas a ir a jugar a tu propio cuarto, ¿eh? Como tu amiguito Benjamín…
Evaristo puso cara de susto. Helina, serruchada en ese momento por tío Ricardo desde atrás, abrió los ojos y le aclaró:
—Claro, mi amor... Benjamín también tiene… su piecita re linda… y llena de juguetes… Y se va a dormir ahí cuando tío Ricardo… Ahhh… o alguno de sus amigos… viene a la noche a hablar conmigo… las cosas de grandes que él no puede… hablar…
Los pechos inmensos de mi novia se agitaban y bailaban al ritmo de los topetazos de tío. Conocía a Helina muy bien. Se me trepó a la cabeza como había hecho Mariana, pero difícilmente me permitiera chuparle las tetas. Si su macho aguantaba lo de siempre, me iba a gritar en la cara tres o cuatro orgasmos encadenados.
—¿Te gusta jugar… Ahhh… Te gusta jugar con tu amiguito… uhhh… mi amor…?
No me murmuraba como había hecho Mariana. Me jadeaba fuerte sobre la cabeza y mi rostro.
—S-sí… —dije, y le manoteé como pude y disimuladamente el costado de uno de sus pechos.
—Porque cuando regresemos… Ahhh… —Helina me quitó la mano— a Buenos Aires… ¡Oh, por Diosssss…! Vas a juntarte muy seguido con tu amiguito… Ahhh… Van a jugar juntitos en tu piecita, ¿eh, mi amor? Ahhhhh… Mientras Mariana y yo… Ahhh… y tío Ricardo… Ahhhh... y Rulo… Ahhh… y el paraguayo…. Ohhh, sssíííí… y otros amigos de… ahhh… de tío… Ahhhhh sí… sííí…
Y ya no pudo hablar más. Ya la bombeaban tan fuerte que el cuerpo se le movía como una coctelera. Me di cuenta cuando me apretó los brazos que le venía. Y cuando me dijo “cornudo”, que le explotaba.
—¡¡¡Ahhhhhhhhhh…!!! ¡¡¡Cornudo, te amooooaaaaaaahhhhh….!!!
Aquella tarde tío Ricardo se las cogió a las dos juntas por horas. Y al regresar a la casa, las dos mujeres se mudaron a la habitación de él y a nosotros nos dejaron solos en cada una de las nuestras. Aunque terminamos durmiendo en el pasillo frente a la puerta de la habitación de abajo, cada una de las noches de esas vacaciones. A la vuelta, en Buenos Aires, ya nada fue lo mismo. Mi amigo había muerto como Hombre —igual que yo, hacía tres años— pero había nacido como Cornudo.
¡Por fin tenía un amiguito para jugar!

FIN (de la miniserie - historia cerrada)

41 COMENTAR ACÁ:

trabajabdofederico dijo...

¿Que puedo decir?
Gracias por compartirnos "TU Universo".
es muy agradable pasear por el.

Anónimo dijo...

Me encanto como las cojen a las dos como lo hacia mi compañero de trabaja que se apodaba el burro, y con los niños en el colegio se acostaba a dormir la siesta mientras a mi me dejaban en el comedor sentado oyendo a mi esposa pedir mas pija-

nanyinfiel dijo...

por dios... el pedazo de tio ricardo debe ser enorme... me lo imagino como ese pijones que me dejan doliendo por dos o tres dias y tengo qu inventarle cualquier cosa al pelotudo de mi novio....

Anónimo dijo...

Me gusto mucho el recuerdo de niñez , que si noe staba su madre el era la putita , dspues digno de tal macho emputecer a la esposa de su amigo , felicitaciones pór un final realmente estupendo , Ale

Unknown dijo...

Buenas noches!
La verdad me hubiera gustado más leer el final de lo que le esperaba a Helina en el viejo vagón de tren. Espero poder leerlo en uno de los anexos jeje.
Felicidades por este trabajo

Anónimo dijo...

lo de por fin tengo un amiguito para jugar a sido lo mas jajajaja

Anónimo dijo...

cad6969@hotmai.com
No solo el relato es tremendo sino el agregado del amigo del cornudo y la nueva puta, la satisfacccion de Benja al tener un cornudo con uien jugar no tiene linite
y el renglon donde cuenta lo que le hacia ricardo cuandp el no estaba acalra muchisimas cosas de la historia Capo total
me gane el añ}nexo!!!

Ana Carmona (vía Facebook) dijo...

Felicidades por Helina y su Benjamín III, es una de tus historias con la que más me he identificado, por esa situación con los padres de Benjamín y el tio Ricardo. gracias Rebelde sos grande.

Anónimo dijo...

Hola, Gracias por compartir tus relatos, son lo maximo, me encantó que a Benjamín lo involucren en los cuernos del amigo, y se lo lleve de paseo para que se de, y me encanta lo putas que se ponen Helina y Mariana nomas llegar a las vacaciones. Es muy bueno. Genioooo.
Epaviejo

Anónimo dijo...

Me imaginaba hasta LAS POSTALES de esas vacaciones..."desde estas hermosas sierras..."Asi como esta, el relato me hizo levantar fiebre y AGRADEZCO (con Eva Y Benji al tío Ricardo) que POR FIN le haya pasado algo físico a algun cornudo...siempre me parece que etan demasiado "ILESOS"...

carlosnava57@hotmail.com

Unknown dijo...

Hola Rebelde, de una admiradora colombiana que lee con mucho atencion tus relatos con muchas ganas de ser alguna vez tu protagonista, te confieso que en las varias relaciones infieles que he tenido mi mas grande motivacion son tus historias y situaciones que relatas con deleite y morbo

Tuya

Liliana

Rebelde Buey dijo...

FEDERICO YO:
De nada, amigazo!! Y muchas gracias a vos x comentar siempre!! =D

NANYINFIEL:
mandá fotos!!!! xDDD

ALE:
si te gustó eso esperá que te llegue el primer Anexo!!!! xD

LUIS MIGUEL HIERRO:
lamentablemente no hay nada de eso en los anexos, amigo! =(
la anécdota del vagón se circunscribió al capítulo 2. no seguí más porque me pareció que iba a ser repetir más de lo mismo (del coito ya contado, quiero decir).
Sí se contará en el Anexo 2 qué pasó en el departamento de Heli y Benji con los paraguayos que hicieron la piecita.

CAD 6969:
jaja, el anexo ya te lo habías ganado por comentar en el capítulo 1 ;-)
habrán dos anexos por lo menos (hay un tercero que estoy escribiendo pero no sé si lo terminaré a tiempo). El primer Anexo aclarará 100 x 100 qué pasó entre tío Ricardo y Benjamín, al cabo, el gran motivo por el que Benjamín deja que el tío le coja a la novia.
pero es un aneo sin cuernos. el Anexo 2 sí tiene cuernos.

ANA CARMONA:
gracias, Ana!! ya te dije que deberías escribir tu historia, que es súper morbosa e interesante. En la sección Relato de Lectores tenés un lugar =D

EPAVIEJO:
gracias, amigo!! Que el cornudo saque a pasear al amigo para que el macho propio le garche a la novia es para mí una idea muy hija de puta, jaja. pero Benjamín no lo hizo de malo, sino por debilidad a las tetas de su novia xD

CARLOS NAVAS:
jajaja no es que salen ilesos, es que vos sos muy depravado xD
En el Anexo 1 el pobre Benjamín no sale para naaaada ileso =O
así que seguro te va a gustar.

LILIANA SANCHEZ MELO:
qué bueno que mis historias ayuden a motorizar tus encamadas, y más si motorizan tus infidelidades. por suerte hay no pocos lectores y lectoras que utilizan los relatos del blog para jugar en pareja.
hmmmm... podría abrir una "encuesta"

A seguir escribiendo y comentando, gente!! un beso!!!

Anónimo dijo...

increible como se esperaba tremendo el relato, me a encantado la incursión de la pareja nueva y su emputecimiento, felicidades rebelde cuando este el anexo mandamelo ^^
a acsagerrer93@hotmail.com
:)

luisferloco dijo...

Nueva vuelta de tuerca en la relación entre el tío Ricardo y Benjamín. ¡Pobre pibe! Lo jodieron de chico, y lo joden de grande... Fue putito de joven, y ahora de grande... Que mala leche

Anónimo dijo...

Buenisimo como siempre. el emputecimiento de la amiga.... sublime
un trabajazo. enhorabuena.
me encantaria recibir el anexo (cacafuti85@gmail.com)

Mikel dijo...

Hola Rebelde, he estado fuera y no he podido comentar los relatos...ya siento tenerte abandonado...

Me encanta este relato, tiene un montón de cosas que me han gustado:

- Esa vejación del tio Ricardo con Benjamin....conoce mejor su sabor que el de su novia....
- Conocer un nuevo cornudo y ver como va camino al matadero.
- La claudicacion del nuevo cornudo y terminar lamiendo furtivamente los pechos de su novia mientras la llenan..

Los Anexos prometen....

Gracias

Anónimo dijo...

como siempre un placer leer tus relatos
no me queda mas que felicitarte nuevamente
subrayo algunas partes que a mi parecer son exquisitas como si de una escena de película tratase.
donde el ocupa el lugar de la mama cuando no esta, es un tanto morboso imaginar la escena pero da un reflejo de lo que vivió y condimenta el relato por que esta en el limbo toda esa parte de la infancia a lo que me pregunto todavía visitara a la mama del pobre benjamín o es como la suegra del pobre joselito recordando su pasado.
de igual forma he estado leyendo tus respuestas y nos das un pequeño adelanto de los pack jejejeje eso que paso mientras le hacían la pieza para nene con los constructores y las visitas de los amigos del tío Ricardo se alegraran mucho cuando vean que ahora son dos zorras en lugar de una.

te confieso mi cabeza se llena de escenarios hipotéticos cada vez que leo uno de tus relatos alimentando mi morbosidad.

The Sir

pepecornudo dijo...

quee bueeno que un cornudo tenga un amigo con quien compartir sus mas intimos deseos.a veces estamos muy solos.

Anónimo dijo...

Realmente muy bueno, ya desde el primer relato se veia que iba a ser muy bueno, la segunda parte contando el emputecimiento a la madre excelente y ahora esta entrega donde él mismo era putito de chico y el emputecimiento de la amiga de la novia y junto a la novia me gustó mucho Rebelede, un aplauso

Anónimo dijo...

solapa27:
excelente rebelde, apotiosica la escena de la carpa...las mujeres sacando las cabezas mientras que el macho se las tira.....definitivamente los anexos prometen.......

Anónimo dijo...

que grande nany me encanta escucharte asi, me calienta saber que hay tant cornudo suelto
cad6969@hotmail.com

Anónimo dijo...

Naniinfiel ,como explicarle al pelotudode mi novio , me mato esa frase , ese trato , deberias escribir algo con ese titulo , humillante y despreciativo, algo que me suele enamorar , Ale

GabrielT dijo...

Muy buena la serie... Y el final todavia mejor... Lo que mas me gusto es el contraste entre el Benja 'normal' y el 'cornudo' (adulto vs niño) y como Evaristo se convierte... Genial... Otro toque de genialidad de RB!

GabrielT dijo...

Genial! Toda la serie... Las partes que mas me gustaron:
El contraste del Benja 'normal' y el 'cornudo' (adulto vs niño)
La 'conversion' de Evaristo
Simplemente genial! Otra pincelada de genialidad de RB!

BASSETEROS dijo...

Debo confesar que la tercera parte me volo la cabeza, pienso que tendria que continuar, que haya otra trilogia ya con Mariana y Helina más amigas.
Y porque no que se una la suergra de Helina tambien al Harem.
TE FELICITO Y ESPERO LEER LOS ANEXOS

luis ramirez dijo...

como siempre sorprendiendo mi estimado rebelde.

si he de ser sincero al primer relato de helina enti que le falto un poco de morbo, pero me imagine que conforme fuera avanzando la serie aumentaria el morbo, la verdad superaste mis espectativas.

este ultimo relato me parece maravillosos y fantastico y mas que nada me encanto la inclusion de un nuevo cuerno al que tratan igual como niño y de una nueva mujer para el tio ricardo. eso fue fantastico.

lo unico que me dejo clavado fue el inicio del este ultimo relato, espero que en algunos de tus anexos incluyas como empezo este asunto de benjamin y el tio ricardo, y como llego a la conclusion de usarlo a el cuando su madre no estuviera, jejeje.

y con respecto a los anexos a mi no me importa tener que esperarme a que los tengas concluidos ya que son como un premio para nosotros solo como consejo, lo que si creo es que conforme los vayas enviando escribas algun aviso en la pagina como "primer anexo enviado" o algo asi para que nos avises de manera general cuando sea enviado.

buen relato y espero nuevos relatos o el seguimiento de otros no concluidos

saludos

armand_blackorochi@hotmail.com

Anónimo dijo...

Bueno menos mal que Benja tiene un ammiguito para jugar, espero que el cuarto de Evaristo sea de los avengers. Jaja saludos ManuGares

Anónimo dijo...

Buenísima serie, debiera continuar, cada vez se pone mejor.
Favor enviar los anexos!!

Unknown dijo...

Hola buen dia, no me llego nada a mi correo, quizás no envié bien el comentario, mi correo es mnoriam1970@gmail.com.
saludos

locoarrepentido dijo...

Rebelde me paso igual que a Manuel! Comente en la primera parte de la serie! mi mail es elatrildellibro@gmail.com
espero con ansias!

Rebelde Buey dijo...

hola, manuel.
no tengo registrado ningún comment en blogger =/

Rebelde Buey dijo...

no tengo en ese relato ningún comentario registrado en blogger, loco arrepentido

Anónimo dijo...

Geniales, leímos con mi mujer los tres capítulos, queremos los anexos, please!!

Anónimo dijo...

Rebelde, muy bueno los anexos pero el primer cap de benja no me gusto. Espero no molestarte pero no me copa el sexo homo. Las fotos brutales, terrible hembra. Gracias saludos ManuGares

Elcho dijo...

excelente final para esta serie! aumentaste el morbo incluyendo otra pareja... otra obra maestra rebelde. espero el pack con ansias.... lado.e@hotmail.com

Mark dijo...

Buenísima la serie, la parte de los baldecitos antológica. Nos gustaría leer los anexos. matiaser78@hotmail.com. Gracias

GogFixit dijo...

Increible serie, me encanto toda la situación. Y esa mujer tan zorra y la situación de infatntilización, ufff. No la había visto, y la leí toda de un tirón. Aún hay manera de conseguir los anexos, me encantaria leerlos. Muchas felicidades por esa imaginación tuya, y agradezco el esfuerzo por compartirnos estas historias.

Jerardo A dijo...

Extraordinario, gracias, muchos días de ocio productivo los que me ha proporcionado tu creatividad. Esta serie, personajes para recordar por mucho tiempo. Sigue así

Anónimo dijo...

Dios mío, me fascina el paralelismo que se crea, le cojieron a la madre , a la novia y encima se lleno la boquita de ya sabemos que.una de las mejores series que seguí ! Quiero saber de los anexos! Te lo ruego amaliapeyz6264@gmail.com

Diegote dijo...

Hace mucho que no me alegraba la vida leyendo tus relatos...como siempre, impecable tu pluma indómita, Rebelde. Me mató el flashback sobre Ricardo y el camping, y el papel del padre. Gracias por tanto talento. Por las dudas, mi mail es morbositos89@hotmail.com

Anónimo dijo...

Hola rebelde, ha pasado mucho tiempo desde que comentaba tus relatos en el foro, pero he vuelto. Estuve dando un vistazo a los nuevos relatos que has publicado ( y a los antiguos tambien, por ellos volvi jaja) y me ha llamado la atención varios relatos y como desde que publicaste el relato de navidad de la serie de dia de entrenamiento se han convertido en mas morbosos desde el punto de vista de degradar a su mínima expresión al cornudo convirtiendolo en una putita masculina ( el llanto inalcanzable fue epico).
En medio de esos relatos me encontre con una nueva tematica, los relatos de helina y su benjamin, que me parecieron que tratabas de hacer una comedia, como siempre, el morbo de los relatos de cornudos salieron a flor.

¿Que me gusto de tu serie helina y su benjamin?
Primero el personaje de Helina, una puta que seguramente primero estuvo con el cornudo por interes, y estuvo a punto de dejarlo debido a su problemita, pero que luego conoce a tio ricardo, pasa lo que pasa.

El tio ricardo ( tiene un perfil parecido a brotola el de tu otra serie ) como irrumpio en la familia y segun dejas entrever, sometia a los cornudos y estaba con todas las mujeres de la familia.

Pero lo que mas me gusto fue ese nuevo tipo de estado en el que presentaste al cornudo, como un niño, o un pibe como dicen ustedes en la Argentina, ¿Hasta donde lo vas a llevar ? o mejor aun ¿De donde viene ese comportamiento, es infundado en el pasado? me gustaria que compartieras esa historia conmigo.

Por eso te pido que compartas conmigo los dos anexos de esta fantastica historia, de verdad tengo muchas ganas de leerlos y de comentarte que me parecieron.

Un abrazo rebelde, paisa4_89@hotmail.com

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